Arqueología

Stonehenge habría sido una puerta prehistórica al más allá

No funcionó como un gigantesco calendario solar, sino como un símbolo de la conexión entre la vida y la muerte

Stonehenge no habría sido un calendario solar, sino una puerta de entrada al “más allá”.

Stonehenge no habría sido un calendario solar, sino una puerta de entrada al “más allá”. / Crédito: Diego Delso, delso.photo, License CC-BY-SA 4.0, Wikimedia Commons.

Pablo Javier Piacente

Más de cuatro milenios después de su construcción, el monumento megalítico de Stonehenge sigue dando lugar a nuevas investigaciones y polémicas científicas: ahora, un nuevo estudio con participación española refuta la idea de su utilización como un gran calendario solar. Por el contrario, indica que da cuenta del interés simbólico de los constructores por el ciclo solar, pero relacionado con las conexiones entre el más allá y el solsticio de invierno en las sociedades neolíticas.

El conjunto megalítico de Stonehenge, concluido y utilizado entre el año 3.100 y el año 2.000 antes de Cristo, habría sido empleado como un sitio simbólico destinado a marcar la conexión entre la vida y la muerte: según una nueva investigación, fue una “puerta de entrada” al más allá y no un enorme calendario solar, como estableció un estudio previo. Ambos artículos científicos fueron publicados en la revista Antiquity.

Stonehenge como calendario solar

El nuevo estudio, publicado hace pocos días y elaborado por los especialistas Giulio Magli, del Politécnico de Milán, en Italia, y Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias y de la Universidad de La Laguna de Tenerife, en España, refuta la hipótesis sostenida por el arqueólogo Timothy Darvill, de la Universidad de Bournemouth, en Reino Unido, quien sostuvo en una investigación publicada en 2022 que Stonehenge fue un gran dispositivo calendárico solar.

Para Darvill, el enigmático complejo construido entre el final del Neolítico y principios de la Edad del Bronce, situado cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, funcionó como una enorme herramienta para medir el tiempo, como lo establecen también numerosos estudios anteriores. El investigador británico concluye que la numerología de estos elementos pétreos materializa un calendario perpetuo, basado en un año solar tropical de 365,25 días

Darvill argumenta que la adopción de un calendario solar se asoció con la difusión de cosmologías solares durante el tercer milenio antes de Cristo, y se empleó además para regularizar festivales y ceremonias. Según una nota de prensa, Magli y Belmonte afirman que esta hipótesis se sustenta en varios errores de interpretación, proponiendo en su reemplazo una nueva y disruptiva concepción sobre la misteriosa estructura, proclamada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986.

Una función simbólica: la integración entre la vida y la muerte

En principio, Magli y Belmonte muestran que el lento movimiento del Sol en el horizonte en los días próximos a los solsticios hace imposible controlar el correcto funcionamiento del supuesto calendario, por lo menos como un dispositivo práctico para medir el tiempo. Vale recordar que está compuesto por piedras enormes, las cuales deberían permitir distinguir posiciones y aperturas extremadamente exactas, con una precisión menor a una décima de grado.

Además, los científicos sostienen que atribuir significados a los “números” de un monumento es siempre un procedimiento arriesgado, en referencia al uso de la numerología por parte de Darvill. Por ejemplo, un “número clave” del supuesto calendario, el 12, no se reconoce en ningún sector del complejo megalítico, según Magli y Belmonte.

También agregan que las conexiones culturales indicadas por el autor británico no son demasiado firmes. Una primera elaboración del calendario de 365,25 días está documentada en Egipto, aproximadamente dos milenios después de Stonehenge, incluso entrando en uso siglos más tarde. Una supuesta integración de nociones entre Stonehenge y Egipto, ocurrida alrededor del año 2.600 antes de Cristo, no tiene base arqueológica de ningún tipo para Magli y Belmonte.

Por el contrario, ambos autores se basan en la arqueoastronomía, que emplea imágenes satelitales para estudiar la orientación de los sitios arqueológicos, para concluir que Stonehenge exhibe una alineación astronómica con el Sol que se refiere tanto al amanecer del solsticio de verano como al atardecer del solsticio de invierno.

En consecuencia, el monumento no fue empleado con un fin práctico, sino que marcó un interés simbólico de quienes lo construyeron por el ciclo solar, pero muy probablemente relacionado con las conexiones entre el más allá y el solsticio de invierno, que era una marca cultural de las sociedades neolíticas. En otras palabras, Stonehenge habría sido una “puerta prehistórica” ritual de “ingreso” al más allá y no un gran calendario.

Referencias

Archaeoastronomy and the alleged ‘Stonehenge calendar’. Giulio Magli and Juan Antonio Belmonte. Antiquity (2023). DOI:https://doi.org/10.15184/aqy.2023.33

Keeping time at Stonehenge. Timothy Darvill. Antiquity (2022). DOI:https://doi.org/10.15184/aqy.2022.5