Descubren alucinógenos utilizados por una antigua cultura prehispana hace más de 2.000 años

Una nueva investigación desvela cómo algunas plantas con efecto alucinógeno se convirtieron en una de las herramientas más poderosas en la antigua cultura Chavín, en el Perú, ayudando a mantener el orden en su sociedad jerárquica en las tierras altas andinas de la América precolombina, hace más de 2.000 años.

Un equipo internacional de arqueólogos ha desenterrado en el sitio ceremonial de Chavín de Huántar, en los Andes peruanos, las pruebas más antiguas y directas del uso ritual de plantas psicotrópicas en América del Sur, datadas hace unos 2.000 años. El estudio fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Mediante el análisis químico y microscópico de tubos de rapé tallados en hueso, se detectaron residuos de nicotina procedente de parientes silvestres del tabaco y compuestos alucinógenos relacionados con la dimetiltriptamina (DMT), presentes en la semilla de vilca. 

Estos hallazgos, liderados por la Universidad de Florida y la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, junto a distintas universidades e instituciones de América del Sur, desvelan un sofisticado control elitista de experiencias visionarias que habrían potenciado la autoridad de los líderes de la cultura Chavín, de acuerdo a una nota de prensa.

Ritos y mantenimiento de la estructura social

La cultura Chavín, surgida alrededor del año 900 a.C. en lo que hoy es Perú, desarrolló una amplia red de intercambio, tecnologías agrícolas y monumentos de piedra en altitudes cercanas a los 3.200 metros sobre el nivel del mar. El enclave de Chavín de Huántar fue un centro ceremonial clave, donde se concentraban artesanos, comerciantes y clérigos en complejas ceremonias religiosas.

A pesar de excavaciones que se remontan a más de un siglo, solo ahora las técnicas avanzadas de arqueometría han permitido confirmar la presencia de enteógenos en este enclave andino, según informa The Debrief. En el corazón de las estructuras de piedra, los arqueólogos hallaron 23 objetos ceremoniales, entre ellos tubos de rapé fabricados con huesos huecos.

El examen químico reveló trazas de nicotina extraída de parientes silvestres del tabaco y de alcaloides de la semilla de vilca, fuente de un alucinógeno relacionado con la DMT. A través de análisis microscópico, se corroboró que estos residuos no eran contaminación moderna, sino auténticos restos prehispánicos preservados en las paredes internas de los tubos.

Algo más que ver visiones

A diferencia de otras culturas que compartían experiencias psicotrópicas de forma comunal, en Chavín estos rituales eran exclusivos. Los tubos se encontraron en cámaras privadas, accesibles solo a un pequeño grupo de iniciados, algo que generaba un aura de misterio y control.

“Tomar psicoactivos no era solo ver visiones; era parte de un ritual estrechamente controlado, probablemente reservado para unos pocos, reforzando la jerarquía social”, explicó en el comunicado Daniel Contreras, arqueólogo de la Universidad de Florida y autor principal del estudio. Estas experiencias visionarias, tan sublimes como aterradoras, fortalecían la creencia en cuanto a que el poder de los gobernantes provenía de fuerzas sobrenaturales.

Además del uso de psicodélicos, el complejo de Chavín incluye cámaras diseñadas para amplificar sonidos y trompetas de concha de caracol, utilidades que potenciaban el efecto dramático de las ceremonias. La combinación de alucinógenos, música y monumentos colosales generaba una experiencia única y tenía la capacidad de reforzar el equilibrio de poder.