Ciencias Sociales
La humanidad desaparecería en un siglo si se detuvieran los nacimientos
Pensar en un mundo sin nacimientos no es un ejercicio especulativo: sirve para entender la importancia de la cooperación y la sostenibilidad para preservar la especie

Sin natalidad, la humanidad desaparecería en apenas un siglo. / Crédito: Pixabay.
Redacción T21
Probablemente no quedarían seres humanos en la Tierra dentro de 100 años si de un día para el otro no nacieran más bebés. Según un nuevo análisis, la población disminuiría a medida que las personas mayores murieran y no naciera nadie, en un lento ocaso de nuestra civilización: con el tiempo, no habría suficientes jóvenes que alcanzaran la mayoría de edad para realizar trabajos esenciales, entre otros inconvenientes.
En un mundo hipotético donde dejaran de nacer niños desde hoy, los humanos se extinguirían en menos de un siglo. “Muy pocas personas viven más de un siglo. De esta manera, si no llegaran más bebés al mundo probablemente no quedaría nadie en la Tierra dentro de cien años”, indicó el antropólogo de la Universidad Estatal de Nueva York, Michael A. Little, en un análisis publicado en The Conversation.
El descenso poblacional comenzaría de forma imperceptible: en principio, la población se reduciría a medida que envejecieran las generaciones actuales sin que hubiera reemplazos.
A lo largo de las décadas, la falta de jóvenes activos provocaría el colapso de sistemas esenciales: la producción de alimentos, la atención sanitaria y el funcionamiento de infraestructuras se vería amenazado.
Según Little, "es probable que queden muy pocas personas dentro de 70 u 80 años, debido a la escasez de alimentos, agua limpia, medicamentos y todo lo necesario para sobrevivir”.
Escenarios posibles
Más allá de que un cese súbito de nacimientos es extremadamente improbable sin una catástrofe global, al mismo tiempo nadie puede negar por completo esta situación, dadas las condiciones ambientales y los peligrosos escenarios sociopolíticos que enfrenta el planeta.
Little señala algunas posibilidades que no resultan descabelladas. Por ejemplo, un virus altamente contagioso que afectara la fertilidad sería suficiente para imponer un freno absoluto a la procreación. También se alude a un posible conflicto nuclear de consecuencias letales.
La situación contrasta con las preocupaciones clásicas de la segunda mitad del siglo XX, cuando el principal problema era una sobrepoblación descontrolada. Hoy, sin embargo, la población mundial muestra signos de desaceleración. Se estima que pasaremos de los 8.000 millones de personas en la actualidad a un máximo de 10.000 millones en la década de 2080.
En Estados Unidos, el número de nacimientos ha caído de 4,1 millones en 2004 a 3,6 millones en 2024, mientras los fallecimientos aumentaron de 2,4 a 3,3 millones en las últimas dos décadas.
Nuevas realidades demográficas y necesidad de cooperación global
La dinámica demográfica moderna está influida por varios factores: las mujeres eligen tener menos hijos, la educación y la incorporación laboral femenina ganan terreno y las dificultades de fertilidad masculina van en aumento. En muchos países, la inmigración podría paliar la caída de nacimientos, pero los debates culturales y políticos suelen frenar estas políticas de relevo generacional.
La perspectiva sobre nuestra propia extinción evoca la historia de los neandertales, que desaparecieron hace unos 40.000 años pese a coexistir con Homo sapiens durante milenios. Estos homínidos no pudieron mantener su número frente a la competencia y los cambios ambientales: su destino podría ilustrar el peligro de un colapso demográfico humano.
En definitiva, el mensaje de Little sugiere que la continuidad de nuestra especie no está garantizada, sino que requiere una fuerte interdependencia entre demografía, tecnología y sostenibilidad. Para asegurar un futuro prolongado, se requieren medidas de cooperación global, que incluyen mitigar el cambio climático, evitar conflictos armados y preservar la biodiversidad.
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