Tecnología y sociedad
La Tierra al descubierto: cómo los radares nos delatan ante el cosmos
Aeropuertos y bases militares emiten señales capaces de llegar a cientos de años luz y ser captadas por civilizaciones avanzadas

Los sistemas de radar utilizados por aeropuertos civiles (como éste de Heathrow) están revelando inadvertidamente nuestra existencia a potenciales civilizaciones extraterrestres. / Mick Lobb / Radar scanner - Heathrow / CC BY-SA 2.0
Redacción T21
Desde mediados del siglo XX, los seres humanos hemos estado revelando nuestra existencia al universo no con palabras, sino con la persistente emisión de potentes señales de radar desde nuestros aeropuertos y bases militares. La disposición global de estas instalaciones crea patrones únicos y cambiantes capaces de “delatar” nuestra presencia tecnológica ante observadores situados en estrellas cercanas como Barnard’s Star o AU Microscopii.
En los últimos años, los científicos han estudiado en profundidad cómo la infraestructura técnica de la Tierra, especialmente los sistemas de radares civiles y militares, podrían estar transmitiendo inadvertidamente señales reconocibles a potenciales observadores extraterrestres.
Una investigación presentada la semana pasada en la Reunión Nacional de Astronomía 2025 de la Royal Astronomical Society demuestra cómo la distribución global de estas instalaciones afecta a la “firma radioeléctrica” de nuestro planeta cuando es observada desde sistemas estelares específicos, entre ellos Barnard star, HD 48948, HD 40307, AU Microscopii, HD 216520 y LHS 475.
Si existen civilizaciones avanzadas en órbitas alrededor de algunas de las más de 120.000 estrellas que se encuentran en ese radio, podrían identificar estas emisiones como un claro indicio de tecnología inteligente, según esta investigación.
Un análisis desde otros sistemas estelares
El objetivo de los científicos fue simular y entender cómo se percibiría la acumulación de emisiones de radar terrestres desde puntos concretos del vecindario interestelar. Estas emisiones no son uniformes en el tiempo ni en la intensidad, ya que dependen de factores como la ubicación de los aeropuertos y bases militares, la rotación diaria del planeta y la orientación de los haces de radar.
El estudio reveló que, dependiendo de la posición del observador en el espacio, la “luz radioeléctrica” de la Tierra muestra patrones temporales distintos. Así, una civilización situada en Barnard’s Star, por ejemplo, vería una estructura de emisiones diferente a la que detectaría alguien desde AU Microscopii o HD 40307.
También puso de manifiesto la importancia de la distribución: la forma en que los radares están repartidos por el globo, su horario de funcionamiento y los ángulos de emisión crean unas “firmas” únicas. Esto puede ofrecer a los observadores externos indicios no solo de la presencia, sino de la actividad y el desarrollo tecnológico en la Tierra.
Radar civil y militar
El estudio establece asimismo diferencias clave en la firma emitida por los radares civiles y militares. Demuestra, por un lado, que los civiles emiten señales amplias, en barrido, que llegan a acumular una potencia combinada de alrededor de 2 x 10¹⁵ vatios, una cantidad suficiente para ser detectada hasta a 200 años luz de la Tierra por radiotelescopios como el Green Bank.
Para contextualizar esa distancia, el mundo potencialmente habitable más cercano fuera de nuestro sistema solar es Próxima Centauri b, que está a 4 años luz. Una nave espacial con tecnología actual tardaría miles de años en llegar.
Por otro lado, también establece que los radares militares suelen ser mucho más direccionales: generan picos de intensidad que, en determinadas posiciones, pueden resultar hasta cien veces más notorios para el observador externo, funcionando como auténticos “faros artificiales” interestelares.
Referencia
Examining Airport Civilian and Military Radar Leakage as a Detectable Marker for Extraterrestrial Civilizations. Ramiro Saide (University of Manchester). National Astronomy Meeting 2025.
Implicaciones para SETI y la astrobiología
Este tipo de simulaciones tienen relevancia doble: por un lado, ayudan a definir cómo buscar civilizaciones tecnológicas en otras estrellas, buscando firmas similares; por otro, ponen en relieve cómo incluso la disposición y el uso cotidiano de nuestra infraestructura puede ser “leída” a distancias astronómicas.
Los resultados muestran que la Tierra, como cualquier mundo tecnológicamente avanzado, podría ser identificada por civilizaciones cercanas no tanto porque intentemos emitir mensajes, sino por la simple actividad persistente de nuestros sistemas de radar. Esto refuerza la idea de que la búsqueda de inteligencia extraterrestre se beneficia del estudio detallado de las tecnofirmas, es decir, señales no deliberadas de actividad tecnológica.
El desarrollo de nuevos radiotelescopios, como el futuro Square Kilometre Array, pone en el foco las tecnofirmas como una prioridad de investigación, aumentando nuestra sensibilidad a estas señales procedentes de otras posibles civilizaciones tecnológicas.
Un universo más “ruidoso” de lo que creíamos
Hasta hace poco, se subestimaba la potencia y el alcance de las señales involuntarias que emitimos. Ahora, la posibilidad de que nuestras actividades cotidianas sean audibles a lo largo y ancho de cientos de años luz abre nuevas preguntas: ¿Deberíamos preocuparnos por ser detectados? ¿Somos apenas un caso entre muchas civilizaciones que, sin querer, se delatan con su propio avance tecnológico?
Más allá de la especulación, el consenso científico apunta a que estas señales, lejos de representar una amenaza inmediata, ofrecen una oportunidad para comprender nuestra posición en el gran escenario cósmico y reflexionar sobre el impacto de nuestras propias tecnologías, que resultan ser, sin que lo supiéramos, un auténtico anuncio de nuestra presencia en el universo.
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