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Astrofísica

Los viajes interestelares con destino a un agujero negro serían posibles

Diminutas naves espaciales lograrían llegar a un agujero negro cercano en alrededor de 70 años, montando un laboratorio natural en pleno cosmos

En algunas décadas, los avances tecnológicos harían posible un viaje interestelar hacia un agujero negro cercano.

En algunas décadas, los avances tecnológicos harían posible un viaje interestelar hacia un agujero negro cercano. / Crédito: AdisResic en Pixabay.

Pablo Javier Piacente / T21

Un astrofísico ha desarrollado una sugerente teoría que propone una serie de pasos necesarios para desarrollar la tecnología que se requiere para viajar hacia un agujero negro: la proeza permitiría usarlos como laboratorios ideales para encontrar posibles desviaciones de las predicciones de la relatividad general de Einstein y otros misterios del cosmos.

El astrofísico italiano Cosimo Bambi, de la Universidad de Fudan, en China, ha presentado un audaz proyecto en el marco de un nuevo estudio publicado en la revista iScience: propone enviar diminutas sondas interestelares hasta el agujero negro más próximo a la Tierra, para someter la teoría de la relatividad general a pruebas sin precedentes. Aunque la idea parece extraída de una novela de ciencia ficción, Bambi argumenta que, con los avances tecnológicos adecuados en las próximas décadas, podría dejar de ser una especulación y volverse realidad.

Una misión que durará una vida humana

El plan consiste en construir nanonaves, del tamaño de un clip de papel y de apenas unos gramos de masa, equipadas con chips de medición y una vela láser que capte fotones para impulsarse hasta velocidades relativistas, según explica una nota de prensa. Un poderoso haz láser terrestre concentraría su energía sobre la vela, acelerando la sonda hasta aproximadamente un tercio de la velocidad de la luz, logrando cubrir distancias del orden de 20 a 25 años luz en alrededor de 70 años de viaje.

Por supuesto, hay una gran cantidad de desafíos a superar. El primer gran reto es identificar al “blanco” adecuado: los agujeros negros no emiten luz y solo pueden detectarse por los efectos gravitatorios sobre estrellas vecinas o por la distorsión de la luz que pasa cerca de ellos. Estudios teóricos y observaciones recientes sugieren que podría existir un agujero negro a tan solo 20 ó 25 años luz de nuestra ubicación en el cosmos: en la próxima década, nuevos telescopios y técnicas de detección podrían confirmarlo.

Según Bambi, la misión demandaría un tiempo total cercano a un siglo: unos 70 años de viaje hasta el agujero negro y otras dos décadas para que las señales de retorno lleguen a la Tierra. Durante ese período, la sonda obtendría datos sobre la estructura del espacio-tiempo en las cercanías del horizonte de sucesos, la región límite de un agujero negro más allá de la cual ni siquiera la luz puede escapar.

El viejo sueño de Einstein

Los experimentos permitirían responder a preguntas fundamentales para la astrofísica contemporánea: ¿existe realmente un horizonte de sucesos? ¿Se mantienen inalterables las leyes físicas bajo campos gravitatorios extremadamente fuertes? ¿Podría hallarse alguna desviación de las predicciones de Einstein? Las respuestas a estas preguntas podrían modificar en profundidad nuestros conocimientos sobre la dinámica cósmica, la gravedad, la materia y la energía, entre otros aspectos.

Referencia

An interstellar mission to test astrophysical black holes. Cosimo Bambi. iScience (2025). DOI:https://doi.org/10.1016/j.isci.2025.113142

El coste estimado de construir el sistema láser necesario superaría actualmente el billón de euros, y las nanonaves aún no existen en la práctica. Sin embargo, Bambi confía en que la reducción de costes y los progresos en tecnología de materiales y fotónica durante las próximas dos o tres décadas harán viable esta empresa, tan compleja como extraordinaria.

Aunque una misión de 100 años de duración escapa a los calendarios institucionales tradicionales, su valor científico podría ser incalculable: ofrecería un laboratorio natural único para estudiar la gravedad extrema. Los hallazgos podrían allanar el camino hacia una unificación de la relatividad general con la mecánica cuántica, el sueño que Albert Einstein no pudo cumplir.

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