Ciencia y sociedad
Las comunidades religiosas potencian la reconstrucción después de una catástrofe
Tras el Katrina, se convirtieron en un motor económico inesperado y reavivaron la esperanza en un nuevo comienzo

Nueva Orleans anegada tras el paso del Katrina en 2005. / U.S. Coast Guard.
Veinte años después de que el huracán Katrina dejara un rastro de devastación, una investigación demuestra que la afiliación religiosa aceleró la recuperación debido a la fuerza de una comunidad organizada. Este hallazgo confirma el valor tangible de la cohesión social, el activo más potente de una sociedad cuando se enfrenta al caos y a su mayor enemigo: la desinformación.
Veinte años después de que el huracán Katrina devastara la costa sureste de Estados Unidos en el verano de 2005, un estudio revela un factor crucial en la recuperación económica de las zonas afectadas: la cohesión social cimentada en las congregaciones religiosas. La investigación, liderada por el Instituto Halle de Investigación Económica (IWH) en Alemania, demuestra que la fe religiosa y el sentido de comunidad no solo ofrecieron consuelo espiritual, sino que se tradujeron en una resiliencia económica medible y significativa.
El paso de Katrina fue uno de los desastres naturales más costosos en la historia de Estados Unidos, causando más de 1.800 muertes y daños materiales estimados entre 100 y 150 mil millones de dólares. La productividad de las empresas en las áreas afectadas se desplomó, se perdieron cientos de miles de empleos y la infraestructura productiva, como el 19% de la producción de petróleo del país, quedó gravemente afectada.
La fe como motor de la recuperación
En medio de este panorama, los economistas del IWH identificaron una notable diferencia en el ritmo de la recuperación. Aquellos condados con una mayor tasa de afiliación a iglesias cristianas no solo se recuperaron más rápido, sino que entre 2005 y 2010 superaron en productividad a los condados con una menor presencia religiosa. El estudio, publicado en The Economic Journal, cuantifica este efecto: un aumento de 10 puntos porcentuales en la membresía de la iglesia por encima del promedio redujo a la mitad el impacto económico negativo del desastre.
Los investigadores analizaron datos económicos de 4.7 millones de establecimientos comerciales antes y después de la catástrofe, cruzándolos con los registros de velocidad del viento de los huracanes de 2005 para medir la gravedad del impacto en cada zona y descartaron que esta correlación fuera casual o se debiera a otros factores, como mejores conexiones políticas o una mayor recepción de ayudas económicas. La conclusión apunta directamente al papel de la cohesión social que fomentan estas comunidades.
El valor económico de la cohesión social
El estudio detalla varias razones que explican cómo los lazos comunitarios religiosos se transformaron en fortaleza económica. En primer lugar, las iglesias funcionaron como centros de ayuda donde los creyentes encontraron amigos, conocidos, alimentos e información vital para afrontar la crisis. En segundo lugar, el sentimiento de pertenencia a estas comunidades fortaleció la esperanza en un nuevo comienzo y reforzó los lazos de la población con su región. Las personas en condados con una alta afiliación religiosa mostraron asimismo una mayor tendencia a permanecer en sus hogares en lugar de emigrar tras la catástrofe. Esto garantizó que más personas, incluyendo individuos con talento para los negocios, estuvieran disponibles para las labores de reconstrucción.
Según el estudio, por último, los creyentes tienden a ser más ahorrativos, muestran una alta disposición a cooperar y son más propensos a iniciar negocios, características que resultaron fundamentales para reactivar la economía local.
Este caso subraya una idea más amplia que gana peso en los estudios económicos: la cohesión social es un activo fundamental para la resiliencia económica. En un contexto global donde las crisis son cada vez más frecuentes, la capacidad de una comunidad para actuar de forma unida y solidaria se convierte en un pilar para superar la adversidad y recuperarse con mayor rapidez. La experiencia de las comunidades afectadas por Katrina demuestra que la fortaleza de los lazos humanos es, en última instancia, una poderosa fuerza económica.
Referencia
Church Membership and Economic Recovery: Evidence from the 2005 Hurricane Season Get access Arrow. Iftekhar Hasan et al. The Economic Journal, Volume 134, Issue 664, November 2024, Pages 3306–3332. DOI:https://doi.org/10.1093/ej/ueae061
Más evidencias
Esta idea está respaldada por una amplia investigación académica que subraya la importancia de la cohesión social como un pilar para la resiliencia comunitaria. En momentos de crisis —ya sean desastres naturales, recesiones o tensiones sociales—, los lazos de confianza y la capacidad de acción colectiva permiten a las comunidades organizadas mitigar los impactos negativos y acelerar la recuperación, tal como se puso de manifiesto en otra investigación de la Universidad de Bremen (Alemania).
La cohesión no solo alivia la incertidumbre, sino que fortalece el bienestar individual y colectivo, reduciendo la soledad y mejorando la salud mental. Durante el huracán Harvey de 2017, por ejemplo, se observó una "cohesión social emergente" a través de las redes sociales que, aunque temporal, fue clave para compartir información y coordinar la ayuda, estableció otro estudio publicado en el Journal of the Royal Society Interface.
La afiliación religiosa puede ser un potente catalizador de dicha cohesión, pero no es el único, ni su relación con la economía es siempre positiva. Sin embargo, lo que se pone de manifiesto es que, en toda crisis, yace una lucha fundamental entre la fuerza constructiva de la confianza organizada (sea o no religiosa) y el poder destructivo del caos alimentado por la desinformación, como vimos en España con la DANA de octubre de 2024 y contemplamos también estos días con la oleada de incendios forestales.
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