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El código de Matusalén

Descifrado el secreto de la mujer más longeva del mundo, que vivió 117 años

A pesar de tener las marcas moleculares del paso del tiempo, su cuerpo funcionaba con la biología de una persona décadas más joven

Maria Branyas Morera celebrando su 117 cumpleaños en agosto de 2024.

Maria Branyas Morera celebrando su 117 cumpleaños en agosto de 2024. / Arxiu de la família Branyas Morera.

Redacción T21

Madrid

La "autopsia" biológica completa —desde el ADN hasta las bacterias intestinales— realizada a una mujer que vivió 117 años, ha descubierto que, aunque su cuerpo mostraba las cicatrices moleculares de un siglo de vida, un conjunto de ventajas genéticas y un metabolismo de élite la mantuvieron biológicamente 23 años más joven, funcionando con la salud de una persona décadas menor y a salvo de dolencias crónicas.

Un estudio publicado en Cell Reports Medicine ha desvelado los secretos biológicos de la persona más longeva del mundo, una mujer de origen español que alcanzó los 117 años y 168 días gozando de una salud relativamente buena hasta el final de su vida.

La investigación, que analiza desde su genoma hasta su microbioma, ofrece una explicación sobre  cómo es posible llegar a una edad tan avanzada esquivando las enfermedades más comunes del envejecimiento.

El estudio se centra en el caso de esta supercentenaria, nacida en Estados Unidos de padres españoles y que vivió en Cataluña desde los 8 años. A diferencia de lo que se podría esperar, su longevidad extrema no significó una vida libre de las huellas moleculares del paso del tiempo. De hecho, su organismo mostró claros indicadores de una edad muy avanzada. Sin embargo, al mismo tiempo presentaba una serie de características biológicas que la protegieron de las dolencias crónicas.

Envejecimiento real

Por un lado, los análisis revelaron procesos claros de envejecimiento. Sus telómeros, las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y que se acortan con la edad, eran extremadamente cortos, incluso más que los de otras personas sanas mucho más jóvenes.

Los investigadores especulan que este acortamiento pudo haber actuado como un mecanismo de defensa contra el cáncer, limitando la capacidad de replicación de cualquier célula maligna. Además, su sangre mostraba la presencia de hematopoyesis clonal, un fenómeno ligado a la edad en el que un grupo de células sanguíneas mutadas prolifera, y que se asocia a un mayor riesgo de cánceres sanguíneos y enfermedades cardiovasculares.

A pesar de tener estas mutaciones predisponentes, la mujer nunca desarrolló ninguna de estas patologías. Su sistema inmunológico también reflejaba su edad, con una notable expansión de un tipo de células llamadas "células B asociadas a la edad", que suelen contribuir a un estado proinflamatorio.

Salud excepcional

Frente a estas marcas del envejecimiento, una serie de factores protectores parecen haber sido la clave de su salud excepcional. Su genoma albergaba variantes genéticas raras que le conferían ventajas en múltiples frentes: un sistema inmunológico más eficaz, una mejor función mitocondrial (la producción de energía celular), protección cardiovascular y una mayor preservación de la función cognitiva. De hecho, los análisis mostraron siete variantes genéticas homocigotas que no se han encontrado en ninguna población europea de control, sugiriendo un posible vínculo con su longevidad.

Su metabolismo era otro de sus puntos fuertes, mostrando una extraordinaria eficiencia en el manejo de los lípidos. Tenía niveles muy bajos del llamado colesterol "malo" (VLDL) y triglicéridos, y niveles muy altos de colesterol "bueno" (HDL), un perfil que se asocia a una mayor longevidad y la ausencia de demencia. Los marcadores de inflamación sistémica, como las glicoproteínas GlycA y GlycB, estaban en niveles mínimos, consistentes con una salud cardiovascular excelente y un bajo riesgo de aterosclerosis.

Como los jóvenes

El análisis de su microbioma intestinal reveló otra sorpresa: su flora bacteriana se parecía más a la de una persona joven que a la de alguien de su edad. Destacaba una alta presencia de Bifidobacterium, un género de bacterias beneficiosas que normalmente disminuye con la edad pero que en su caso era abundante.

Este tipo de bacterias contribuye a reducir la inflamación, lo que se conecta directamente con los bajos niveles inflamatorios detectados en su sangre. Los investigadores señalan que la mujer consumía yogur a diario, un hábito que podría haber favorecido el crecimiento de estas bacterias beneficiosas y contribuyendo a su bienestar.

Finalmente, uno de los hallazgos más asombrosos reside en su epigenética. Los "relojes epigenéticos", que midieron la edad biológica de los tejidos a través de marcas químicas en el ADN, revelaron que sus células eran significativamente más jóvenes que su edad cronológica.

Utilizando hasta siete relojes distintos, se descubrió que su edad biológica estaba notablemente desacelerada, con una diferencia de hasta 23 años menos en algunos análisis. Esto sugiere que, a nivel celular, su cuerpo "sentía" o "se comportaba" como si fuera mucho más joven.

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