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Cuando el juego deja de ser un juego

Descubren que los perros pueden desarrollar adicción a sus juguetes

La obsesión de algunos canes por la pelota o los mordedores comparte mecanismos con las adicciones conductuales humanas, como la ludopatía o la dependencia de los videojuegos

Algunos perros pueden volverse adictos a sus juguetes.

Algunos perros pueden volverse adictos a sus juguetes. / Magda Ehlers/Pexels

Redacción T21

Madrid

Un estudio ha demostrado que la fijación extrema que algunos perros muestran por sus juguetes no es solo una peculiaridad de su carácter, sino un comportamiento que replica los criterios clave de una adicción humana.

Algunos perros, conocidos coloquialmente como "adictos a la pelota", muestran una motivación tan extrema por jugar que su comportamiento puede reflejar patrones similares a los de las adicciones conductuales en los seres humanos.

Una investigación publicada en Scientific Reports ha profundizado por primera vez en este fenómeno, abriendo una nueva ventana para comprender la psicología canina y los mecanismos universales de la adicción.

El estudio parte de la idea de que ciertas actividades placenteras pueden volverse compulsivas. En las personas, esto se observa en adicciones como el juego patológico o el uso problemático de videojuegos, donde el impulso de realizar una actividad es irrefrenable, a pesar de las consecuencias negativas a largo plazo.

La neurobiología detrás de estos comportamientos es similar a la de las adicciones a sustancias, implicando sistemas de recompensa cerebral como los opioides, los cannabinoides y la dopamina, que también se activan durante el juego. Lo que comenzó como una fuente de placer puede transformarse en una necesidad compulsiva.

Adicción canina

Hasta ahora, no se había identificado ninguna especie animal que desarrollara espontáneamente este tipo de adicciones; los modelos existentes en laboratorio requerirían una inducción artificial. Sin embargo, la obsesión de algunos perros por los juguetes ofrece un posible paralelismo natural.

Para investigarlo, un equipo de científicos diseñó un experimento con 105 perros de compañía que ya mostraron una alta motivación por el juego. El objetivo era evaluar si su comportamiento cumplía con los criterios clave de una adicción: el deseo intenso (craving), la preponderancia del objeto de deseo sobre otros estímulos (saliencia), la falta de autocontrol y la modificación del estado de ánimo.

Durante las pruebas, los perros fueron expuestos a diversas situaciones controladas. Por ejemplo, se les presentaba su juguete favorito dentro de una caja irrompible junto a un rompecabezas con comida. En otros momentos, el juguete se colocaba en un estante fuera de su alcance mientras el dueño intentaba jugar con ellos sin objetos.

Los investigadores observaron y codificaron minuciosamente las reacciones de los animales: cuánto tiempo fijaban la vista en el juguete inaccesible, sus vocalizaciones, su nivel de agitación o si ignoraban alternativas atractivas como la comida o la interacción social.

Obsesiones adictivas

Los resultados del estudio permitieron trazar una línea clara entre el juego saludable y el comportamiento adictivo. Los 33 perros clasificados con "alta tendencia adictiva" se distinguieron por una fijación obsesiva con el juguete. Por ejemplo, priorizaban sus intentos de acceder a él por encima de otras actividades atractivas, como comer o interactuar socialmente con sus dueños. Este comportamiento demostraba que el juguete había adquirido una importancia desmedida en sus vidas, un criterio conocido como "saliencia" en el estudio de las adicciones.

Ahora bien, lo más revelador del estudio fue descubrir qué aspecto no los diferenciaba. Aunque se podría pensar que los perros "adictos" disfrutan más del juego, el análisis de la "modificación del estado de ánimo" —es decir, el nivel de excitación y alegría visible mientras jugaban— demostró que no había una diferencia significativa entre ambos grupos. Tanto los perros con tendencias adictivas como los que no las tenían se mostraron iguales de contenidos durante el juego.

Esta aparente contradicción es, en realidad, la clave para entender el problema: la adicción no reside en experimentar un mayor placer, sino en la compulsión de buscarlo. El comportamiento de los canes adictos no está impulsado por una mayor alegría, sino por un deseo irrefrenable (craving ) y una incapacidad para controlar su impulso, lo que los lleva a un estado de ansiedad y frustración cuando el objeto no está disponible. Por tanto, el problema va más allá del simple disfrute y se adentra en el terreno de una necesidad compulsiva.

Referencia

Addictive-like behavioural traits in pet dogs with extreme motivation for toy play. Alja Mazzini et al. Scientific Reports, volume 15, Article number: 32613 (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-025-18636-0

Respuestas de los dueños

Estos hallazgos se vieron reforzados por cuestionarios completados por los dueños, cuyas respuestas sobre el comportamiento diario de sus perros coincidían con los resultados del test. Los propietarios de los perros "high-AB" describían con frecuencia a sus mascotas como "obsesionadas" o capaces de seguir jugando a pesar de consecuencias adversas, como el agotamiento o incluso lesiones, un criterio clave en las adicciones humanas.

El estudio también plantea importantes cuestiones sobre el bienestar animal. La alta motivación por el juego es una característica a menudo buscada y reforzada por la selección artificial en razas de trabajo. Sin embargo, cuando esta motivación se vuelve excesiva, puede ser contraproducente y perjudicial.

La frustración constante por no poder acceder al juguete puede generar estrés y ansiedad, mientras que la repetición incesante de ciertos movimientos, como la persecución de una pelota, puede provocar daños en las articulaciones a largo plazo.

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