¿Con qué propiedades cuentan en Canarias?

Tenemos dos hoteles en Lanzarote: Vik Hotel San Antonio y Villa Vik. Los reformamos e intentamos ahora hacer una nueva reforma para mejorarlos. El San Antonio fue el primer hotel de Lanzarote en una ubicación privilegiada como es Puerto del Carmen. Aparte de eso comercializamos varios hoteles.

¿Cuando arrancaron?

En 1993.

¿Sintió que se había equivocado de negocio cuando la crisis llegó al turismo hace seis años?

Era difícil prever lo que iba a pasar, pero nunca pensé de esa manera. Cuando compramos San Antonio, en 1993, estaba en muy mal estado. No funcionaba y hubo que comenzar de nuevo. Mi hermano Erik hizo un gran trabajo, renovó todo el hotel y lo convirtió en emblemático. Desde entonces se convirtió en un muy buen negocio y siempre se reinvierten los beneficios en él para mejorarlo. Erik falleció en 2002, pero para entonces había logrado poner en marcha una máquina que funcionaba como un reloj. Es cierto que en 2008 fue más difícil, simplemente basta con comprobar que había menos visitantes y la competencia mundial era muy grande porque se construyeron hoteles en el Norte de África y el Caribe. Ahora han vuelto los buenos tiempos.

¿Robustece a sus negocios la sucesión de récords turísticos que se están anotando las Islas?

Sí, claro. Pero lo importante para nosotros fue contar con el trabajo que realizaron mi hermano y mi cuñada Bárbara, que armaron una operativa muy eficaz, con un servicio que gustaba al cliente. Aunque llegaron años malos y es verdad que no funcionaba tan bien como antes, no se puede decir que nos fuera mal.

¿Y qué pasa con los precios? ¿Se están recuperando?

Claro, no todo, pero sí hemos recuperado ya bastante de lo perdido en los años en que flojeó la demanda. Ahora ya no tenemos ese problema y aunque soy consciente de que lo que ha ocurrido en el mundo árabe ha influido mucho, también creo que hay más demanda de los ciudadanos europeos; están viajando más.

¿Vamos a sufrir cuando los destinos que están fuera de juego vuelvan al tablero?

Supongo que sí, porque habrá más competencia. Por eso este es un muy buen momento para que Canarias mejore y consolide su oferta, eso es muy importante. Hay que usar este tiempo para garantizarse que se podrá competir cuando eso suceda.

¿Se está haciendo lo suficiente por encandilar a ese turismo que llamamos prestado?

No lo sé, pero sí creo que es importante que los empresarios y el Gobierno posibiliten que la oferta sea la mejor. Por eso es necesario dar todas las facilidades para renovar, para construir y ofrecer el mejor servicio. Hay que lograr que a los clientes les guste su estancia y vuelvan.

En eso de renovar estamos embarcados y parece que nadie disiente. Sin embargo, no falta la polémica. ¿Está a la altura la clase política?

Nosotros hemos querido invertir en el hotel San Antonio durante muchos años y resulta complicado. Siempre hay pegas y más pegas, reglamentos, normativas, cambios, ayuntamientos que tienen otros objetivos y lo hacen difícil... Es una lástima, deberían intentar ayudar al empresario, a los trabajadores y fomentar la creación de empleo.

¿Cómo percibe, como inversor, las peleas que hay ahora en torno a la ley de rehabilitación?

En lo que conozco, esa fue una ley buena, porque la modernización de la planta alojativa es importante y esa norma facilita ese tipo de inversiones.

Más allá de eso, ¿qué le producen vaivenes como los creados en torno a esta nueva norma?

Eso siempre es malo, no cabe duda, pero es mejor tener una ley buena con incertidumbre que tener una mala sin ella. Lo que es seguro es que esta norma es necesaria. Dicho esto, también le digo que estoy a favor de la libertad, y cuando se determina que solo se pueden hacer hoteles de una categoría, la regulación me resulta excesiva. La demanda es la que regula esas cuestiones, es mejor dejar que el mercado decida lo que conviene.

¿Es entonces excesivo el grado de intervencionismo?

Ya le digo que estoy a favor de la libertad y sobre todo en una cuestión como esta en la que lo importante es crear negocio y puestos de trabajo para los canarios que viven aquí. Para lograr eso, hay que atraer a los clientes. Algunos querrán una estrella; otros, cinco. Lo verdaderamente importante es promover establecimientos de calidad y en eso no hay nadie que quiera hacerlo mejor que nosotros, sin necesidad de una regulación política que determine lo que es bueno y lo que es malo.

Me decía antes que intentaron renovar el hotel San Antonio y no pudieron. ¿Han desistido?

No, no. Lo vamos a hacer precisamente al calor de esta nueva ley de modernización.

Tiene inversiones en muchos lugares del mundo. ¿Canarias es buen sitio para hacer negocios?

Para mí siempre lo ha sido.

Muchos empresarios se quejan de un exceso de burocracia. ¿Usted no lo percibe así?

Sí que la percibo. Tenemos suelo que era semiurbano y ahí siguen esas fincas. No podemos hacer nada porque todo depende de la aprobación de los ayuntamientos. Tienen en su mano dar los permisos y es difícil entender por qué actúan en un sentido y no en el contrario.

¿Aun así se plantean nuevas inversiones en las Islas?

Sí, queremos hacer cosas nuevas. Todavía no puedo anunciarlo pero dentro de poco esperamos poder iniciar uno o dos proyectos.

¿En septiembre llegó la paz y terminaron las diferencias que tenían con Lopesan en IFA. ¿Se mantiene esa calma?

Sí, IFA va bien. Es una sociedad cotizada en bolsa y es importante que los accionistas trabajen juntos y defiendan no solo sus intereses, sino los de toda la sociedad.

Rozan el 30% de la propiedad. Si lo alcanzan tendrían que lanzar una OPA. ¿Se lo plantean?

Estamos así muy bien. Lopesan tiene más del 50%, con lo que la única razón para hace una OPA es que ellos quieran vender y no creo que esa circunstancia se dé hoy.

¿Es partidario de controlar sus negocios o le gusta delegar?

Las dos cosas. Soy emprendedor y siempre empiezo nuevos negocios. En esa fase de arranque me gusta estar muy cerca, pero cuando las empresas ya tienen velocidad de crucero y se consolidan me retiro un poco y no estoy en el día a día.

¿Ha variado la crisis el perfil de su cartera de inversiones?

No. A veces he sido muy conservador, pero, como todos los emprendedores, en otros momentos hay que tomar riesgos. Nunca se sabe de antemano cómo van a salir las cosas nuevas. Percibo que no he cambiado en eso a pesar de la crisis.

Deduzco que el crack no le cogió con el paso cambiado.

Estaba bien posicionado.

¿Ha sido buena la respuesta política a la crisis?

Esa pregunta no tiene una respuesta que sirva para todos los lugares. Los bancos centrales de Europa, Estados Unidos y Japón tomaron medidas muy importantes e inusuales que pueden ser peligrosas. Se imprimió mucho dinero, lo que en su momento pudo ser bueno pero ahora que la situación tiende a normalizarse, cierto que no en todos los sectores, sería importante que esos mismos bancos centrales deshagan sus posiciones de forma rápida y dejen que el sector privado se asiente por sí mismo. Es muy importante que el sector privado entienda dónde está el equilibrio.

¿Teme una inflación?

Hoy parece lejano, pero poner mucho dinero en circulación siempre ha acabado en ese problema. Con más líquido en los mercados, si de repente se incrementa su velocidad de circulación, el PIB nominal sube y eso es inflación.

¿Le preocupa los daños que haya causado esta crisis a la cohesión social?

El momento más agudo de la crisis ha pasado y las condiciones son diferentes en cada país. Creo que los daños a la cohesión social dependen de cada lugar y de las inversiones locales más que de cualquier otro factor.

¿Cabe el romanticismo en esto de los negocios?

Para mí, la necesidad de crear cosas nuevas y buenas que puedan recibir el aprecio del público es lo principal, incluso aunque eso relegue a segundo plano el objetivo de hacer un buen negocio. Además, ocurre siempre que si haces algo capaz de merecer reconocimiento público, al final termina convirtiéndose en un buen negocio.