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Copa del Rey. 1/16 final, ida

Las penas con Valerón son menos

La UD Las Palmas toma ventaja ante la Real Sociedad (2-1) tras remontar al ritmo impuesto por el futbolista de Arguineguín y con los goles de Asdrúbal y Hernán

Las penas con Valerón son menos

En un patio de recreo, en la cancha del barrio, en la orilla de la playa, en medio de la nada, en un desierto, en Marte, en otra galaxia muy lejana, donde sea. Juan Carlos Valerón -debería escribirse todo en mayúscula-, en cualquier punto del universo y aunque no suene la música ni haya rastro de confeti, es capaz de montar una fiesta si le dan una pelota. Anoche, en el partido de ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, cuando el partido apuntaba al drama -con la Real Sociedad con ventaja en el marcador (0-1) y con Pedro Bigas en camilla, con la rodilla inflamada y el grito en el cielo-, el futbolista de Arguineguín, arropado por Hernán y Vicente, se plantó en el centro del campo, se quedó con el balón, hizo girar el mundo y no paró hasta que la Unión Deportiva Las Palmas certificó una remontada (2-1) que le sirve, primero, para tomar ventaja en la eliminatoria y, después, para refrendar la idea de juego que intenta aplicar Quique Setién para salir del pozo en la Liga.

Con la vista en el horizonte, donde ya se dejaba ver -como la punta de un iceberg- el importante partido de Liga contra el Sporting de Gijón, Quique Setién dio forma a un once con aires de eventualidad. Entre futbolistas con el cartel de secundarios e inventos impuestos por las circunstancias -una plaga de lesiones en la defensa-, al entrenador cántabro no le quedó otra que probar con una fórmula alejada de los parámetros normales que sacuden al equipo amarillo. A Raúl Lizoain le tocó cubrir la portería, Nili dio el salto del filial para ocupar el lateral derecho, Garrido se reconvirtió en central, Culio y Hernán recuperaron galones en el doble pivote, Valerón volvió a ejercer de faro y ancla en la mediapunta, Asdrúbal concluyó el destierro para ocupar el extremo izquierdo y a William José le tocó ejercer de delantero centro.

Con esa mezcolanza como patrón de la Unión Deportiva, la pelota, de entrada, fue para la Real Sociedad. Entre caos y orden, el balón, caprichoso, siempre elige la armonía. Y eso, entre suave y delicado, se lo ofreció primero el conjunto donostiarra. Illarramendi, Rubén Pardo y Oiartzun se juntaron en la medular para armar un buen quilombo y, durante tramos largos del duelo, se jugó a lo que quiso el equipo blanquiazul. Dominada la zona ancha, el cuadro vasco buscó el hueco por donde convertir la teoría en carne. Y, de tanto rascar, la Real dio con Bruma, exiliado en la banda izquierda.

El extremo zurdo, emparejado con Nili, olió la sangre al instante. Y el canterano, aún tierno, no pudo contener la potencia del futbolista bisauguineano que, en el primer cuarto de hora de la eliminatoria, hizo lo que quiso con el joven jugador grancanario. El africano se fue de la marca por velocidad y por talento. Y, en una baldosa, le hizo un lío a Nili que, abrumado, cometió un error fatal: midió mal un pase a Bigas en el corazón del área y, tras un rechace, la pelota cayó en el saco de Bruma. Ante semejante acto de caridad, el extremo de la Real no desaprovechó el regalo: soltó un zapatazo que se coló por la escuadra izquierda defendida por Raúl Lizoain (min. 11).

A falta de claridad para ordenar las ideas y ponerse a jugar al fútbol, en Las Palmas optaron por la vergüenza torera para hacer frente a la Real Sociedad. Y cuando el asunto se pone así, cuando el partido se convierte en una guerra de guerrillas, nadie mejor que Asdrúbal para obtener ventaja. El futbolista de Guanarteme, proscrito de las alineaciones amarillas desde el 21 de junio -el día del ascenso-, es inquebrantable ante el desaliento. Pelea por todos los balones, incordia al rival más próximo, engancha al público y levanta a un muerto.

Espectáculo amarillo

En un páramo de fútbol, salvo los momentos en los que Valerón se sacudió los años que le pesan en el DNI y dejó sobre el césped las primeras pequeñas porciones de magia, Asdrúbal se inventó un penalti y rescató' a la Unión Deportiva. El atacante, más listo, vio el movimiento de Carlos Martínez, se adelantó a la jugada y recibió una patada del lateral derecho de la Real Sociedad dentro del área que el árbitro, Álvarez Izquierdo, no pudo obviar. Asdrúbal, hambriento de gloria, se quedó con la pelota y lanzó la pena máxima. Tiró raso y a la izquierda de Oier, portero donostiarra, que detuvo el chut pero que no tuvo la habilidad de evitar que el balón cayera, de nuevo, ante las narices del jugador amarillo, que hizo el 1-1 (min. 30).

La felicidad fue una sensación fugaz en las filas de Las Palmas. Dos minutos después, Bigas, el único titular que alineó Setién, se lesionó de gravedad en un feo movimiento. Al central, al cruce, se le fue la pierna izquierda arrastrado por un tepe de césped que voló de su sitio. Y en el giro, la rodilla hizo crac. Un drama para el futbolista más regular de la plantilla amarilla y una tragedia para la UD, que se presentará pasado mañana en El Molinón con un solo central sano: Aythami Artiles.

Ante un suceso tan fatal, Setién tiró de talento. Retrasó a Hernán a la posición de central y dio la manija del equipo en la medular a Vicente Gómez. El movimiento dotó de armonía al juego de Las Palmas, que fue otra. Cosió la pelota al pie, recuperó el guión original y se puso a bailar. Ni siquiera se inmutó, ni dudó y ni siquiera se achicó por el imprudente penalti que cometió Garrido sobre Chory Castro y que Lizoain detuvo para levantar la mano y gritar que también está para jugar (min. 43).

A partir de ahí, durante toda la segunda mitad, el partido se convirtió en un recital al buen gusto. Y en ese escenario, cuando hay que ir elegante -de chaqué, chistera, zapatos limpios y raya a un lado en el peinado- para querer a la pelota, no hay nadie como Valerón. El futbolista de Arguineguín encontró una colaboración necesaria en las propias circunstancias del partido: la salida de balón de la UD fue limpia como una patena desde el momento en el que formaron en línea Hernán, Vicente y Valerón. Justo ahí se acabó la discusión. La Real entendió el problema e intentó taparse ante lo que se le venía encima.

Y lo que sucedió fue una maravilla. Como un día de celebración completo: con la mejor compañía, sol, mar, regado de buenos alimentos y alegría. Valerón se plantó en el centro del campo y se puso a hacer virguerías. Tal fue el espectáculo, a tal nivel, que algunos compañeros perdieron el paso ante una danza así. Que se lo pregunten a William José, generosos en el esfuerzo, con detalles de delantero de pegada, pero que aún, tras pasar por el vestuario, recorrer el camino a casa, dormir y desayunar, aún intenta descifrar algunos pases que le mandó el Flaco al hueco.

El premio para Las Palmas, entre tanto fútbol de asociación, toque y combinación, llegó desde las antípodas de esa idea: a balón parado, tras un saque de esquina, una acción que se ha convertido en una especie de fiesta patronal para Hernán. El centrocampista, que ya marcó así en el Bernabéu al Real Madrid, merodeó más pillo que nadie a la altura del segundo palo para rematar de cabeza -bien picada, junto a la base del poste- un córner que El Zhar convirtió en un pase perfecto (2-1, min 50).

Al ritmo impuesto por Vicente y Valerón, la Unión Deportiva hasta se gustó. Tocó rápido, juntó líneas y en tres toques -tic, tac, toc- desarboló a la Real Sociedad, que volvió a dejar el Estadio de Gran Canaria con la figura encogida. Con todo a favor, a Setién le dio hasta por inventar: formó una defensa compuesta por El Zhar, Hernán, Vicente y Dani Castellano. Era la noche. Con Valerón en las filas, nada malo podía pasar.

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