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UD Las Palmas El análisis

La resistencia de los novatos

Hernán y Garrido, una pareja inédita, aguantan a un Betis que solo se desperezó en la segunda parte

Hernán Santana cabecea el balón delante de Rubén Castro durante el encuentro de ayer. QUIQUE CURBELO

Misión cumplida. La inédita pareja de centrales de la UD Las Palmas dejó la portería a cero, logro que solo había firmado el equipo en cuatro de las catorce jornadas anteriores. Tras Levante, Sevilla, Villarreal y Real Sociedad el conjunto insular volvió a dejar al rival en blanco. Y de nuevo en el Estadio de Gran Canaria. La gran diferencia es que ayer en el centro de la zaga se encontraban un mediocentro defensivo y un lateral izquierdo: Hernán Santana y Javi Garrido.

Lejos quedan aquellos días de complejos en los que la UD arrancaba los duelos con tres centrales. El número es lo que menos importa, como están demostrando los insulares desde la llegada de Quique Setién. Así, con una defensa de cuatro se han firmado actuaciones desastrosas, como ante el Deportivo o en El Molinón, y otras muy sólidas, como la de ayer o frente a la Real Sociedad.

La filosofía de posesión de balón lo ha cambiado todo en la UD. Y también el oficio de central. A esas exigencias se amoldaron ayer Hernán Santana y Javi Garrido, contundentes en el cuerpo a cuerpo, atentos en la colocación, rápidos al corte y con solo algún desliz en la salida de balón, el aspecto más complejo de profesión de central con Setién. En ese tipo de concesiones ha llegado algún gol en las últimas jornadas. Pero ayer no porque el Betis las desaprovechó.

Tres errores baratos

Y es que el habitualmente infalible Rubén Castro tuvo tres. El punta grancanario fue infiel a su cita con el gol en el recinto de Siete Palmas. Primero Javi Garrido con una mala entrega de cabeza, después Hernán dejándole un metro a centro milimétrico de Joaquín y más tarde de nuevo Garrido con un mal despeje le permitieron rematar en posición de gol. Pero al Moña esta vez le falló la puntería.

Era el tercer día en esa oficina, y consecutivo, de Javi Garrido. Y el primero como titular de Hernán, después de jugar de manera momentánea el duelo de Copa ante la Real Sociedad tras la lesión de Bigas. Esa ausencia ha sido un drama para los amarillos. Era el sostén de la zaga, el hombre más sólido y regular. Su presencia en la enfermería fue el accidente más grave de los que se han desencadenado en las últimas semanas. Llegó después de la recaída de Alcaraz, que ayer se quedó en el banquillo y volverá a jugar el miércoles en Copa, de la lesión de David García y de la sanción de Aythami Artiles.

Con semejante problemático panorama afrontaba la UD la cita ante su ogro particular y un Jorge Molina que el curso pasado lo bordó en el Gran Canaria. Había miedo en el ambiente. Pero si Rubén Castro estuvo desacertado, el capitán ayer de los béticos no apareció. En general los visitantes se hicieron notar muy poco en el área rival. Solo llegaron, como ya es norma, por las concesiones del arriesgado juego de los amarillos.

En la primera media hora los centrales se instalaron en el centro del campo, con kilómetros a sus espaldas y siempre pendientes del balón. Son dos de las particularidades del trabajo de central en la UD. Y ahí tanto Hernán como Garrido estuvieron serios. El grancanario se anticipó haciendo uso de su velocidad y el vasco de su fortaleza en el juego aéreo, dejando en nada los pases verticales a Molina, que fue quien estuvo más cerca de él. Garrido no se complicaba con el cuero en los pies y ante la mínima presión se lo cedía a Varas. Mientras, Hernán sí estuvo más suelto. Su condición de mediocentro le facilitó la tarea. Tras el descanso dio un ligero paso adelante el Betis, pero tanto los laterales como los mediocentros sudaron para ayudar a los novatos, que aguantaron el tirón y cumplieron con buena nota.

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