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Copa del Rey (1/6 de final, vuelta)

La UD, por las bravas

Las Palmas, con la segunda unidad, empata ante la Real y supera el corte de dieciseisavos - Willian José, en racha, hizo el 0-1 - Mañana sorteo de octavos

Willian, goleador en el 0-1, abraza al asistente Nauzet Alemán.

¿Quién afirmaba que la Unión Deportiva Las Palmas no tenía plantilla? ¿Quién apuntaba que el equipo amarillo no sabía sufrir? Anoche, en una plaza grande como Anoeta y ante toda una Real Sociedad, el conjunto que entrena Quique Setién desmontó ambas teorías y, de paso, superó el corte de la Copa del Rey y se agenció una vida más en el torneo: mañana estará en el bombo del sorteo de octavos de final. Empató (1-1) el representativo grancanario tras firmar una primera mitad notable, con el balón pegado al pie y resuelta con un golazo de Willian José, y después de resistir -con el culo pegado a su propia portería- en el segundo periodo el arreón del cuadro txuri urdin, espoleado por una diana de Canales. Entre ambos puntos, tan distantes, tan diferentes, la UD fue mejor que su orgulloso rival.

Satisfecho con el potencial de su equipo, confiado en la víspera de la capacidad de los menos habituales para superar la eliminatoria, Quique Setién le dio anoche la oportunidad de reivindicarse a la segunda unidad de su plantilla. Raúl regresó a la portería, Nili acumuló horas de vuelo en el lateral derecho, Aythami recuperó su sitio en el eje de la defensa y Garrido retornó al lateral izquierdo, Hernán volvió a ejercer de central, Culio apareció en el doble pivote, Valerón se plantó en la mediapunta para hacer de faro, El Zhar y Nauzet acamparon en los extremos y Willian José -redentor el sábado ante el Betis en Liga- se ganó ser el nueve del conjunto amarillo. Y ahí, en medio de ese experimento, Vicente, principio y fin de la idea de juego que mueve desde hace semanas a la Unión Deportiva.

Empuje local

Con el marcador en contra, tras el 2-1 de la ida, la Real Sociedad se puso brava nada más oír el pitido inicial. Con las líneas adelantadas y bien juntas para achicar espacios y ordenar su presión, el equipo de Eusebio Sacristán puso en jaque a Las Palmas nada más reanudarse la eliminatoria. Fue en el minuto tres. La duda marcó los movimientos de la zaga amarilla y entre la indecisión general un balón manso se coló entre la retaguardia. La acción fue tan sorprendente que ni siquiera Jonathas, delantero centro por el que el club txuri urdin pagó 7,2 millones de euros en verano, se esperaba semejante regalo: solo, en el cara a cara, el atacante brasileño dibujó un chut renqueante que Raúl Lizoain sacó con una mano magnífica.

Ni esa oportunidad ni la actitud atrevida del rival achicaron a la Unión Deportiva, que se recompuso a partir de Vicente y Valerón. Mezclan bien, entienden el fútbol de manera similar y a partir de esa conexión el equipo amarillo se arma con orden y sentido. Empezó a sobar la pelota Las Palmas y a la Real Sociedad se le notó incómoda obligada a perseguir el balón como si fuera un fantasma. Entre tanta horizontalidad, el representativo grancanario pudo certificar su pase para octavos de final con un relámpago. Fue después de que Willian José se lanzara como una locomotora por el carril del extremo zurdo, ganara línea de fondo y encontrara a Nauzet Alemán, solo como un espíritu perdido, en el área. Y allí, con todo a favor, a Nauzet se lo tragó la tierra: su disparo, flojo y sin mala intención, lo detuvo sin mayor problema Olazabal.

Golazos

El reloj, que anoche vestía de amarillo, consumió minutos, la Real Sociedad desperdició ocasiones de gol a través de Jonathas -siempre en el sitio correcto, siempre con el punto de mira desviado- y a Las Palmas le dio por ir a lo suyo: tener el balón, ordenarse a través del esférico y mantener alejado al rival de su propia portería con la posesión en el bolsillo. Poco a poco, sin perder la calma ni caer en la precipitación, el conjunto de Setién se sacudió a la Real como el que se quita de encima un par de migajas de pan. Empezó a tocar y tocar la Unión Deportiva y justo por ahí se empezó a desesperar el cuadro donostiarra, apremiado por el paso del tiempo y forzado por su afición.

Con el partido en un escenario ideal para Las Palmas, Nauzet rememoró viejos tiempos y, como en 2006, calzó un zapatazo desde la frontal del área que sacó Olazabal con apuros. El rechace lo pescó Willian José. El delantero brasileño, en estado de gracia, puso de nuevo a prueba al portero local, que en esta ocasión mandó el balón a córner. Respiró con alivio la Real sin ver lo que se le venía encima: Nauzet, desde la esquina, dibujó un pase perfecto que, en el punto de penalti, Willian José convirtió en un señor gol: un cabezazo feroz que, tras dar en el larguero, se coló en el arco (0-1, min. 37).

Todo pintaba de rosa para la Unión Deportiva, que ya oteaba por la playa de La Concha el camino hacia los octavos de final de la Copa del Rey, cuando Canales soltó un zurdazo que hizo temblar al equipo amarillo. Perdió Culio otro balón en el centro del campo, de esos que dejan un rastro de peligro inminente, y el centrocampista cántabro no desaprovechó el regalo: desde la frontal coló la pelota por la escuadra (1-1, min. 46).

El empate reorganizó el encuentro. A partir de ahí, se jugó siempre al límite que marcaron los apuros de la Real. El campo se inclinó, cuesta abajo, hacia la portería de Raúl Lizoain y a Las Palmas, entre tanto jaleo, no le quedó otra que recular hasta que amainara la galerna que azotó Anoeta durante la segunda mitad. Con ese panorama, entre intentos del cuadro insular por darle calma al duelo a base de parar el juego, Setién apuntaló la defensa con la entrada de Dani Castellano, la reubicación de Garrido como central y el desplazamiento de Hernán hasta el doble pivote -a Vicente, con el cambio, se le dio descanso para la cita del sábado ante el Espanyol-.

A la Real Sociedad se le fundieron los plomos. Las botas pesaban y las ideas volaban en las filas del conjunto donostiarra, que apretó hasta el último metro. Ante un rival a punto de enarbolar la bandera blanca, a la Unión Deportiva le dio por esperar y templar el juego. Entró Momo y Setién planteó un trivote en la medular -con Valerón y Hernán- y Las Palmas, que ya tiene otro color, encontró la paz.

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