Son tan buenas las sensaciones que ha propagado la Unión Deportiva Las Palmas durante el último mes de competición -como el rastro que deja un perfume caro-, que el empate de anoche ante el Málaga CF (1-1, con goles de Tana y Santa Cruz) generó cierta decepción en el ambiente. Cruzar el ecuador de la Liga con 20 puntos en el saco -y cinco de ventaja sobre la zona de descenso- era una perspectiva tan ambiciosa, tan sugerente, para un recién ascendido a Primera División como el equipo amarillo que la igualada registrada parece, si solo se repara en la guarnición del solomillo, un tropiezo mayor. La realidad, si se rasca un poco sobre la superficie, ofrece un análisis más optimista, incluso hasta ingenuo.

Empató la Unión Deportiva ante un estupendo Málaga CF, que se presentó en el Estadio de Gran Canaria tras encadenar seis semanas consecutivas sin perder -después de hilvanar dos empates, cuatro victorias y levantar la mano para proclamar a los cuatro vientos su momento dulce-, en un partido complejo, en el que casi siempre se jugó a lo que quiso el rival -donde, como y cuando- y en el que, a pesar de todas las dificultades que se topó por el camino, tuvo la victoria al alcance de la mano.