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Un susto demasiado efímero

La UD Las Palmas, con un par de goles de Marko Livaja y Mateo García en los últimos cuatro minutos, remonta el partido con el Atleti y se queda a un solo tanto de firmar el milagro

Alguno de los aficionados del Atlético de Madrid tuvieron que dar la vuelta y volver a su asiento. Porque cuando ya sentían, en parte con argumentos objetivos, como dos goles de renta, que su equipo ya tenía el pase hasta los cuartos de final hecho, dos goles de la UD en apenas tres minutos -los que fueron del 89 al 92-, dejaban a los amarillos de solo un tanto de voltear la eliminatoria. Porque el cuadro de Quique Setién, con un par de golpes en los últimos cuatro minutos del partido, hizo tambalear a un Atlético que tocó la campana, hizo bueno el 0-2 de la ida y se sacó su billete para la próxima ronda de Copa del Rey a pesar de que la UD Las Palmas venciera por 2-3 en el Vicente Calderón (4-3 en el global).

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Fue un susto, tan intenso como corto el que le dio la UD al cuadro del 'Cholo' Simeone, correcto siempre en el partido excepto en esos minutos de tránsito que fueron desde su segundo gol hasta el final del partido, donde el cuadro de Quique Setién, con un gol de Livaja -ya había metido el primero- y otro de Mateo, abrieron el murmullo de la preocupación en la parroquia del Atlético. No duró mucho, solo un puñado mal contado de segundos más, pero fue lo suficiente para intimidar a una UD que ya no va de farol con nadie. Un aviso del que seguro ha tomado nota ya el FC Barcelona, el próximo rival del equipo grancanario.

La alineación de Quique Setién dejaba claro cuáles son las prioridades de la UD Las Palmas: el Camp Nou. Sin embargo, Quique Setién ya había advertido: quería que los suyos compitieran. Con un once donde figuraban más habituales suplentes que clásicos titulares -excepto Tana, Marko Livaja y Michel Macedo, todos con diversos problemas- lo más llamativo del once del técnico cántabro fue la inclusión de Javi Castellano.

El gemelo volvió al sitio que ha marcado su último año y medio como futbolista, a ese césped donde su rodilla dijo basta en el primer partido del curso pasado. Ahora, sin apenas minutos y en la rampa de salida, con una renovación pendiente, el centrocampista se reencontró con el Vicente Calderón.

El Atlético, sin embargo, quería pocas bromas. Ni con un resultado como un 0-2 en el marcador se fiaba el 'Cholo' Simeone, el dueño de la ribera del Manzanares. Idolatrar, es un verbo que se queda corto para él en el Calderón. Los colchoneros no entendieron de rotaciones, ni tampoco de salir con más confianzas de las justas.

La idea, igual de firme

De entrada, intentaron presionar la salida del balón amarilla. Griezmann y Correa apuraban a los centrales amarillos -anoche Aythami Artiles y David García-. Quizá el sometimiento que los grancanarios le dieron al Atlético hace un par de semanas durante varias fases del partido era una buena señal de alerta para el conjunto madrileño.

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Con eso sobre el campo, la UD salió a tratar de imponer su criterio con el balón. Ese arte le suele funcionar a los de Setién, pero ante un Atleti tan férreo en su campo y con Jonathan Viera, elemento diferenciador de este equipo en el banquillo, las opciones se reducían. Solo cuando el balón pasaba por los pies de Tana se podía oler algo distinto.

Al Atlético no le hace falta tener el balón ni el control del partido para estar a gusto; eso no es nuevo. Pues con dos goles de ventaja en la eliminatoria, mucho menos. El plan estaba claro para los colchoneros que volaban en cuanto podían con Griezmann, Ángel Correa y Nico Gaitán delante. Tres internacionales -el primero con Francia y los otros dos con Argentina-. Poca broma con eso podía tener Las Palmas.

Tal y como estaba la eliminatoria, la UD recibió algo peor que un gol. Mucho peor. Porque otra vez el Calderón se volvió a cruzar con un jugador amarillo, con otro que también sabe lo que es sufrir. Completamente solo, cuando trataba de controlar un balón en una de las decenas de intento que había hecho Las Palmas hasta el momento, Hernán Santana se paró. Clavado, cayó al suelo a los 17 minutos de partido. Ya es mala suerte lo suyo. Montoro entró en su lugar.

La UD cayó en desánimo entonces. El Atlético, a su vez, combinó en tres cuartos de cancha deforma peligrosa. Griezmann tiró de espuela para sacarse un control perfecto, entrar al área y hacer intervenir a Raúl Lizoain de manera seria por primera vez en el partido. Los del 'Cholo' con Koke y Saúl en el medio, movían el balón de lado a lado. La tregua había acabado. El cuadro madrileño empezó a atacar con vocación y eso es sinónimo de peligro constante.

Justo ahí, la UD gozó de su primera gran oportunidad. Momo encontró un buen desmarque de Macedo, como un volador entrando por banda derecha. El pase, delicado, tocó al brasileño que puso un buen centro al primer poste donde Marko Livaja remató de cabeza. Moyá, desvió el balón que cayó en los pies de Mateo. Sin instinto cazador, el argentino no disparó sino que intentó ceder el balón atrás cuando podía romperlo. Pero eso hubieran supuesto demasiadas concesiones de un Atleti que sacó rápido el balón de allí.

La siguiente del partido también fue para la UD con otra jugada de esas que ya llevan el sello amarillo. Tras un córner a favor, los grancanarios recibieron escupido el balón, que pasó por varios jugadores amarillos -desde Livaja a David García- antes de acabar en el lado contrario en los pies de Tana. Control, recorte y disparo del mediapunta desde dentro del área que se fue por encima del larguero de Moyá. La maldición del gol y del Atleti seguía -ni un tanto en los últimos cuatro partidos ante los colchoneros en el regreso a la élite antes de ayer-. Descanso y solo 45 minutos para buscar la épica.

El 62% de la posesión y las dos ocasiones servidas por la UD no se había traducido en un cambio en el marcador y, por ende, tampoco en la eliminatoria. En busca de más contención y oficio en el centro del campo, Simeone dio entrada a Gabi por Lucas -que se retiró con una sobrecarga-; Koke se metió en banda y Juanfran bajó hasta el lateral.

Tardó poco en hacer efecto el movimiento del banquillo en el Atleti. Porque a los tres minutos, Griezmann complicaba aún más el asunto. Una buena escapada de Nico Gaitán por banda izquierda acabó con una pared y el argentino dentro del área. Su centro atrás, a duras penas, encontró el pie del francés: 0-1 y la posible remontada elevó su categoría a más que la de milagro.

Reacción instantánea

A la UD le hacía falta un gol rápido para volver a tener alguna opción. Momo, de falta casi lo consigue. No lo hizo ahí, pero sus piernas fueron trascendentes en el inicio de la jugada de ese anhelado -¡Por fin!- gol al Atleti.

El de Las Torres, en mitad de campo propio, combinó de frente con Tana, que dejó el cuero de frente a Montoro, asistente de Marko Livaja. El croata comenzó una cabalgada por la derecha mientras Michel tiraba el desmarque por el costado derecho. Sin embargo, el de Split tumbó a su compatriota Vrsaljko con la cintura, se metió en el área y reventó el balón. El empate del partido era una realidad.

Un señor gol del delantero balcánico en una semana donde las incorporaciones que vendrán en este mercado de invierno en el frente ofensivo -llámese Jonathan Calleri o llámese Hernán Toledo- han marcado la actualidad en las oficinas de la entidad amarilla.

Tan palpable como el bofetón que le pegó unos minutos después el Atlético a la UD Ángel Correa aprovechó la poca determinación al cruce de David García, que regaló su cuerpo y el balón detrás. En el mano a mano, el argentino no falló y batió a Raúl.

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A partir de ahí, el partido se dejó ir fruto de su devenir, con un guión casi cerrado, donde los cuatro goles que hasta el momento había hecho el Atlético en los dos partidos eran los protagonistas, los que marcaban la narración de una eliminatoria que solo tenía un color. Aparentemente. Porque ni con la entrada de Jonathan Viera la UD parecía que pudiera dar un último empujón.

Eso sí, los amarillos no renunciaron a su dignidad ni compromiso. Puede que porque algunos de los futbolistas que estaban sobre el césped no se pudieran permitir ese lujo, con la vista centrada en intentar aprovechar los últimos minutos de una Copa que ha servido a la UD para rotar a su larga plantilla. Por ejemplo, Javi Castellano, que con sus primeros noventa minutos en la era Setién demostró que lo que le hace falta precisamente son eso, minutos en el campo. O como Mateo García, otra de las notas positivas del partido, suelto en la banda con un par de huesos como Vrsaljko o Juanfran.

Era justo para ellos y para el propio fútbol -visto los méritos ofrecidos por ambos equipos- que al menos se llevaran el premio de no perder el encuentro. Y no pasó. Primero, Mateo, en un control perfecto, se plantó en el área para regalar un gol a Livaja; después, otra vez el argentino, tras el bote de una falta cruzada puso el 2-3 en el marcador con una volea con el pie izquierdo. De pronto, la UD tenía el partido ganado y pasar de ronda a un gol. Pero fue un sobresalto para el Atlético demasiado efímero. El reloj ya señalaba el último minuto del descuento. Victoria -30 años después ante el Atleti- y un adiós definitivo al Calderón.

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