Hace menos de un mes la UD Las Palmas se encontraba en la cresta de la ola. Había incorporado a Jesé Rodríguez y Alen Halilovic y superado al Valencia con una segunda parte fenomenal para situarse a solo cuatro puntos de la séptima plaza, la que da acceso a puestos europeos si el Barcelona levanta la Copa del Rey. Se pronunciaba la palabra Europa con la boca pequeña pero con la calculadora en la mano. Nunca existió la obligación ni se planteó como objetivo real, pero la convicción era la de que se podía pelear. Precisamente por eso realizó el club un esfuerzo económico para traer al ex del Real Madrid. Y además estaba dispuesto a rascarse el bolsillo para incorporar a Jonathan Calleri y a Hernán Toledo, que se cayeron a última hora.

La euforia amarilla invadía la Isla y casi 10.000 personas se acercaron al Estadio de Gran Canaria para ver a Jesé dar unos toques al balón. La UD estaba de moda, invadía los programas de televisión y de radio a nivel nacional con el mediático canterano del Real Madrid como protagonista, pero también por su condición de una de las revelaciones del curso. No era para menos. Había coleccionado a un elenco de estrellas para su ataque y todo apuntaba a una segunda vuelta llena de alegrías.

No había motivos para imaginar otra cosa. Fluía a la perfección el equipo dentro del campo, se había arreglado, al menos sobre el césped, las heridas de la explosiva rueda de prensa de Quique Setién tras los actos de indisciplina en Madrid y el castigo a Jonathan Viera. El optimismo era desbordante.

Cuatro jornadas después el panorama ha dado un vuelco. La UD ha pasado de la ilusión a la depresión. Con cuatro derrotas seguidas se presenta el equipo amarillo en el Santiago Bernabéu, escenario en el que el Real Madrid solo ha cedido dos empates en Liga. Se ha apagado la llama de la UD en tiempo récord. La ambición que mostró el club en el mercado de invierno no ha ido acompañada de buenos resultados. La entidad, ante la sobresaliente primera vuelta que había ofrecido el equipo, podía quedarse quieta y conformarse con que el objetivo prioritario ya estaba prácticamente logrado. Sin embargo, quiso dar un paso más y al menos intentar el asalto a los cielos mientras consolidaba su proyecto.

Pero el plan se ha venido abajo con cuatro derrotas consecutivas, que serán serán cinco tras la cita del miércoles en el Santiago Bernabéu salvo sorpresa. Por tanto, solo un milagro o una debacle evitarían que el equipo saliera de la tierra de nadie en la que se encuentra. El resto de la temporada amenaza con convertirse en un suplicio en lugar de en terreno para abonar los objetivos del próximo curso.

Con la peor racha en la era Quique Setién se han cortado las alas de la UD Las Palmas. Esta situación ha llegado por un cúmulo de circunstancias. El equipo amarillo no ha perdido el norte en su juego, pero sí en sus resultados. Dos motivos principales hay en esta crisis: la falta de puntería y los errores defensivos. En las áreas ha estado el gran pecado amarillo.

Regalos en las dos áreas

En estas cuatro derrotas ha anotado solo un gol la UD Las Palmas, y lo hizo Mauricio Lemos de falta. En estos encuentros Jesé Rodríguez, Prince Boateng, Jonathan Viera, Halilovic, Tana... todo el arsenal ofensivo desplegado por Setién ha dispuesto de ocasiones, pero han fallado. Y sin pólvora, lo más básico en el fútbol, no hay paraíso. Además, de los cinco goles encajados, cuatro han sido concesiones.

Para empezar, el Granada aprovechó con un gran remate desde fuera del área una pérdida de balón en campo propio (1-0). Luego llegó el Sevilla, que con un simple saque de puerta de Sergio Rico consiguió que Correa se quedara solo ante Varas, al que batió en el mano a mano (0-1). El Málaga atinó primero con una gran vaselina de Fornals y luego con un despropósito posicional colectivo que aprovechó Charles (2-1). Para terminar el carrusel de regalos Javi Varas entregó en bandeja el gol a Xabi Prieto este lunes (0-1).

Todo ello ha provocado que la UD haya perdido su condición de imbatible en casa, donde no había perdido en toda la temporada. Y además lo hizo por partida doble a pesar de sus dos buenas actuaciones. A domicilio la película ha sido diferente. En Málaga se descompuso el equipo de arriba a abajo en uno de sus peores partidos del curso. En Granada tuvo ocasiones para volver con un mejor resultado pero de nuevo fue superado en intensidad y colocación por un rival muy inferior que a esas alturas del curso era colista.

El chip del febrero pasado

A estas alturas de la temporada pasada la UD Las Palmas también pasó su crisis. Y la superó poniendo sobre la mesa otra alternativa. No cambió su identidad, el plan inicial era el innegociable de Quique Setién, pero si se levantó en la clasificación fue porque supo ponerse el traje del pragmatismo cuando lo necesitaba. Así consiguió batir de manera consecutiva a domicilio a Eibar (0-1), Villarreal (0-1), Real Sociedad (0-1) y Deportivo de La Coruña (1-3). Puntería, goles a balón parado, equilibrio y solidez defensiva no estaban reñidas con el estilo de posesión de balón. Roque, Tana y Viera, con un gran Willian en punta, sembraban el pánico en ataque, mientras la zaga, con la pareja Lemos-Bigas dando sus primeras alegrías y los laterales aportando solidez, frenaban a los rivales. En este curso el conjunto insular ha mejorado mucho en su esencia, tanto en nombres como en juego, pero ha carecido de ese traje que le sirve para otras guerras. Y esas son las que, a la larga, marcan la diferencia.

Otro punto de inflexión necesita ahora la UD. El curso pasado el panorama era mucho más peligroso y el equipo no dudó en bajar al barro. Ahora nadie se plantea que la permanencia del equipo pueda peligrar, pero sí que pueda tirar por la borda todo el buen trabajo de la primera vuelta si no reacciona cuanto antes.