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XXV aniversario de la conversión en SAD

El día de la primera salvación

Se cumplen 25 años de la conversión en Sociedad Anónima Deportiva de la UD Las Palmas y el CB Gran Canaria, rematada sobre la bocina por el Cabildo Insular

El día de la primera salvación

La guadaña tenía forma de ley en 1992 para la UD Las Palmas y el CB Gran Canaria. Los descensos deportivos a los que se habían visto abocados casi resultaban ya lo de menos. Por un lado, la UD Las Palmas había dado con sus huesos en Segunda División B por primera vez en su historia, cuando aún desprendía el glamour de haber estado 29 de sus 42 años de vida en Primera División; por el otro, el Granca cayó hasta la Primera B tras un corto curso en ACB, lejos de ser ese clásico de la Liga Endesa en el que se ha convertido. Pero el drama para ambos no tenía el nombre de descenso. Era el de Sociedad Anónima Deportiva.

Hoy se cumplen 25 años desde que ambas entidades cumplieron con un trámite que los arrinconó al borde del precipicio durante semanas. Porque la conversión en Sociedad Anónima Deportiva de la UD Las Palmas y el CB Gran Canaria supuso el renacimiento de ambas entidades, destinadas a la desaparición si no cumplían con el Real Decreto 1084/1991 del 5 de julio, que obligaba a los clubes deportivos a cambiar su modelo societario. Un proceso que para la UD Las Palmas estaba cifrado en 658 millones de pesetas, o lo que es lo mismo, 7,3 millones de euros de hoy en día; y para el Gran Canaria en 150 millones, unos 1,7 millones de euros en la actualidad -aplicada la inflación correspondiente desde 1992-. El objetivo que se perseguía era claro: los clubes se comportarían como empresas y cumplirían así con sus obligaciones de pago. Una meta final que visto lo visto ha quedado en entredicho.

Confiados en recibir algún tipo de aplazamiento o moratoria para completar la transformación, ambos clubes se dejaron ir. Pero el Consejo Superior de Deportes se mostró inflexible: el último minuto del 30 de junio de 1992 era el límite para completar ese proceso. Y ahí, mirando de frente al abismo, la UD Las Palmas y el Gran Canaria cumplieron con el procedimiento, gracias a los casi 400 millones de pesetas que desembolsó el Cabildo Insular, gran parte en las últimas horas, a través de Sialsa (Servicio Insular de Abastecimiento de Leche, SA, por entonces propiedad de la institución) para salvar a ambos clubes de la disolución -unos 193 millones-.

Un 'as' bajo la manga

"Suponía que algo se estaría tramando en el seno del Cabildo, pero realmente sí que había incertidumbre. Finalmente nos dijeron que Sialsa iba a poner el dinero, pero nunca nos explicaron la operación y nunca quise entender la fórmula legal del tema", recuerda un cuarto de siglo después Luis Sicilia, expresidente de la UD Las Palmas. A su lado, Lisandro Hernández, su homólogo en aquel momento en el CB Gran Canaria, apostilla la frase. "No es que todo se resolviera en el límite de la fecha, al mediodía, con la calma. No, no, es que fue casi a las 12 de la noche. El asunto empezó a caminar durante el día, pero documentalmente no estaba materializado", recuerda el exmandatario claretiano. Unas memorias que fluyen después de volver 25 años más tarde al salón de plenos del Cabildo de Gran Canaria, el lugar donde UD y Granca volvieron a nacer. Un lugar donde rebosó el champán.

El gesto del Cabildo de Gran Canaria al completar el capital social mínimo exigido a ambas entidades -un montante resultado de la propia ley- era la consecuencia de la enorme respuesta social que habían recibido los clubes en la calle. La operación, liderada en la Casa Palacio por Jesús Gómez, vicepresidente y consejero de Hacienda y Economía de la corporación que dirigía Pedro Lezcano, se cerró por clamor popular. Porque en un mes frenético la UD Las Palmas, agarrando en el camino al CB Gran Canaria, aún demasiado joven para volar solo, despertó un sentimiento de pertenencia en la sociedad grancanaria irrepetible.

"Sin la iniciativa que tuvo el Cabildo no hubiéramos salido adelante, eso está claro. Pero mi gran parte del recuerdo de esos meses era la del apoyo social que recibimos. Nadie se quiso quedar fuera de la rueda en cuanto empezó a moverse. No recuerdo otra crónica de un movimiento social en busca de un fin común tan grande en tan poco tiempo. Ahora, con perspectiva, creo que ha valido la pena", reflexiona Luis Sicilia, aquel ingeniero industrial que había sido lateral zurdo en las categorías inferiores de la UD Las Palmas y, de repente, lideraba un proceso que sería determinante para el equipo representativo del fútbol de la Isla.

Nueva directiva: adiós Medina

El primer movimiento de la partida lo jugó el propio Cabildo. Si la UD Las Palmas quería contar con la mayor institución de la Isla debía dejar paso a otra directiva. El 1 de junio Gonzalo Medina y gran parte de su junta directiva dejaron paso para que entrara otra junta con Sicilia como cabeza más visible y con Francisco José Cáceres como vicepresidente. "Teníamos que tirar para adelante. No sé cuáles fueron las razones para que confiaran en nosotros para liderar un proyecto. Nunca supe la respuesta", confiesa Sicilia.

Y empezó una campaña exprés para la conversión en SAD con el Granca al lado. "Para nosotros era mucho más complicado. La UD era la locomotora que tiraba. Nosotros metíamos carbón. Tuvimos la suerte de que la clase política nos incorporó al proyecto. Si no, estoy seguro que ni somos sociedad anónima, ni estaríamos ahora en la ACB, ni hubiéramos tenido éxitos ni nada", argumenta Hernández, que también había pasado de la cancha del Obispo Rabadán a la dirección del club.

La movilización fue instantánea. La desazón de los descensos se difuminó rápido. Por 10.000 pesetas -que equivaldrían a 111 euros de hoy- se ponían a la venta acciones de la UD, que se podían adquirir en cualquier oficina de cualquier sucursal bancaria, independientemente del color de sus rótulos. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con 40 millones de pesetas, y el propio Cabildo Insular, con 80 millones, fueron los primeros en animarse a comprar acciones. Fue el primer empuje de una gran cascada.

El apoyo entonces fue total. "Nadie quería quedarse fuera de aquella foto. Las empresas, por ejemplo, sabían que si no aportaban algo, que si no salía su nombre entre los accionistas, se estaban condenando por el apoyo que mostraba la gente a la causa", confiesa Luis Sicilia, que se movía aquellos días de reunión en reunión con una Vespino que casi quema de usarla.

Y es que casi 13.000 personas, a título individual, adquirieron acciones de la UD Las Palmas. Ese gesto de identificación con el club fue suficiente para que el sector empresarial de la Isla y de Canarias también se movilizara.

Movilización empresarial

¿Qué podía unir a la Comunidad Palestina de Gran Canaria con la Indostánica de la Isla? ¿Qué podía unir a la Federación Insular de Filarmónicas y Murgas con el Círculo Mercantil? ¿Qué podía unir a los Colegios Oficiales de Abogados, Economistas o Ingenieros con exfutbolistas amarillos o figuras del deporte canario como Josele Doreste o José Mari Ponce? La respuesta tenía cuatro palabras: Unión Deportiva Las Palmas. El espíritu de unidad del 49 volvió a Gran Canaria.

La campaña Empresas del millón, puesta en marcha por Comercial Galarza y Grupo Cruz Mayor, canalizó parte de aquella labor. Unelco, Cepsa, Mowasa, Viajes Las Palmas, Vanyera o los Puertos de Las Palmas se lanzaron a comprar acciones en un listado que sería interminable. También Editorial Prensa Canaria, editora de LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas. "Se prendió la mecha. Mucha gente sabía que aquella aportación podía ser a fondo perdido, que las acciones podían perder todo su valor", desliza Hernández.

Pero ni siquiera un empuje adicional del Cabildo de Gran Canaria, junto con las Alcaldías de la Isla, que también se lanzaron a comprar acciones, resolvía el problema: a falta de tres días para que acabara el plazo, la UD Las Palmas había reunido 315 millones de pesetas, mientras que el CB Gran Canaria solo tenía en las arcas unos cinco millones.

Ambas entidades llegaban al día clave en la UVI, pero con Jesús Gómez y Gonzalo Angulo, consejero de Deportes de la época, con un plan trazado para cubrir el desfase de casi 300 millones al que se llegaba en el último día para salvar a la UD Las Palmas y al CB Gran Canaria. Hasta el Gobierno de Canarias, reticente hasta el último momento, se animó a aportar 52 millones de euros correspondientes a la consejería de Turismo.

A las 22.35 horas del martes 30 de junio de 1992, Luis Sicilia firmó la escritura de la transformación en SAD. Seguidamente le siguió Lisandro Hernández, bajo la mirada del notario Manuel Romero. Los documentos salieron hasta el CSD vía fax y así se perpetuó el sentimiento de orgullo, identidad y dignidad de dos instituciones que son parte del alma de Gran Canaria.

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