Fotograma a fotograma, la UD evocó en el Camp Nou, en el primer acto, a su paso majestuoso por el Santiago Bernabéu el pasado 1 de marzo en el imperial (3-3) ante el Madrid de Zidane. Pero resultó un espejismo. El 4-3-3 de Ayestarán lo bordó durante 45 minutos pero luego fue aplastado por la inspiración de Messi. Los isleños, con dos victorias en siete jornadas, están a un milímetro del abismo. Las paradas de Chichizola y el glamour de Viera fueron lo mejor en una película con dos partes. La primera, la de un modesto desbocado. Y la segunda, la de la imposición de la lógica con vendaval inclusive ante el silencio.

Primer acto decoroso y gloria raquítica en el termómetro de la posesión. El debut de Pako Ayestarán en el banquillo amarillo acabó en funeral tras el despertar de la bestia Messi -que supera a tarzán Carles Puyol con 594 duelos oficiales-.

La UD sacudió al dragón azulgrana en 45 minutos de seda. Fue un capítulo para la esperanza. Un mensaje al planeta. '¡Aquí estoy yo!', una exclamación de la galaxia de los 115 millones de euros para repetir el (3-3) ante el Madrid en el Bernabéu.

Recuperó a lo grande la esencia de la sinfonía de los violines, en la tarde del silencio. El tanto de Busquets (49'), a balón parado, tras un saque de esquina milimétrico, dejó señalado al héroe del partido. Chichizola, con siete paradas de mérito, quedó retratado en una acción maldita. Borja Herrera pugnó con el albañil culé, ese aparejador inmortal, que escenificó el inicio del fin de los grancanarios. Dos victorias en siete jornadas. La épica se esfumó ante el poderoso, que se queda con seis puntos al borde del abismo [empatados con la SD Eibar, que marca la zona de descenso].

La puesta en escena sublime de Ayestarán, con su 4-3-3 importado de Mestalla -con el Valencia completó su última travesía por Primera-, fue un ejercicio de osadía poderoso. Dejó en evidencia a Valverde, que se estrelló con Paulinho y Aleix Vidal. La cosa pintaba bien...

Aroma de madera

El misil de Calleri (43') que se estrelló en el palo de Ter Stegen fue la penitencia del modesto. Todo es cuestión de puntería. La dictadura de la precisión. Y del cabalgar de Messi. Inerte y bien atado por Lemos, Ximo y Hernán Santana, La Pulga se desquitó en el segundo acto con dos tantos definitivos. Del verso a la silla eléctrica. Bienvenidos al Guantánamo del líder indomable. El ejército del siete de siete en Liga.

La UD terminó con un 51,9% de posesión en el teatro del silencio del Camp Nou. Los de Ernesto Valverde se hicieron con un 48,1% pero completaron 22 remates -por los 10 de los isleños en los 90 minutos con más dominio del cuero-. La energía atómica fue azulgrana, que se dejó someter bajo el influjo apocalíptico de los ecos del referéndum ilegal.

Los de Ayestarán cayeron por su falta de claridad ante la meta azulgrana -solo un 11,1% de efectividad en los remates- y completaron una falta más -11 por las 10 del conjunto de Valverde-. Pero el Santo Grial, el pase, fue también para los amarillos en esta relación de aspectos innegociables para el gigante culé. La sinfonía de Pako dio 553 movimientos de balón por los 509 de los locales. Y fue Ximo el que aportó la clave definitiva: "Nos mató la definición (...) Cumplimos en el resto".

La UD salió con Aquilani, Hernán y Viera en la medular. El rendimiento del genio de La Feria fue descomunal en la primera parte de un encuentro de ida y vuelta. Tannane aportó esa pizca de velocidad para generar el desconcierto. Hernán hizo el trabajo sucio y Calleri tuvo un tiro cruzado para hacer historia. El Barça se escapó vivo.

Iniesta y Rakitic ilustraron el jaque mate ante un Ayestarán que no tuvo cintura. El toque y la munición del gigante de los 900 millones de euros no tuvo fórmula de contención. Derrota tras un acto ilusionante. De la ilusión al abismo.