Once partidos consecutivos perdidos en LaLiga si se suman sus últimos siete encuentros con el Valencia -en dos temporadas distintas- y los cuatro que ya contabiliza como técnico de la UD Las Palmas. Pako Ayestarán (Beasáin, Guipúzcoa, 1963) vive uno de los momentos más complicados de su corta carrera como entrenador jefe de un primer equipo. Sin sumar ni un punto en la competición doméstica tras cuatro jornadas, con el peso de 15 goles en contra y solo tres a su favor y la visita al Real Madrid del próximo domingo (19.45 horas, Movistar Partidazo), el entrenador vasco baila en la cuerda floja, ese lugar por donde siempre habita el que se sienta en el banquillo cuando las cosas no se escriben en renglones derechos.

Para Pako Ayestarán esta situación no es nueva. Después de independizarse de algunos de los entrenadores nacionales con más nombre del fútbol español en los últimos años -Rafa Benítez, Quique Sánchez Flores o Unai Emery-, Ayestarán emprendió una carrera en solitario donde siempre ha vivido momentos complejos con finales dispares.

La última y la más conocida, la del Valencia. Inmersos en una crisis deportiva e institucional de un calado enorme, Ayestarán, colocado por el club en el cuerpo técnico de Gary Neville, sustituyó al exinternacional inglés en la jornada 30 del curso 2015-16. En ocho jornadas tenía un objetivo claro: evitar que el Valencia diera con sus huesos en la Segunda División. Una posibilidad real, en un equipo enemistado con la grada, lleno de problemas internos y sin rumbo.

Su aventura allí tampoco empezó bien. Precisamente el Estadio de Gran Canaria le dio el primer golpe. Las Palmas de Quique Setién venció en casa por 2-1 en el estreno del vasco en el banquillo ché. Consiguió enderezar el rumbo lo suficiente como para evitar que el Valencia sufriera en las últimas jornadas. Todo con tres victorias consecutivas, la primera ante el Sevilla campeón de la Europa League (2-1); la segunda con un asalto al Camp Nou (1-2); y la tercera con una goleada ante el Eibar (4-0). Después un empate en Getafe y tres derrotas seguidas en un equipo que ya había cumplido con la salvación. El balance total de esos ocho partidos: tres victorias, un empate y cuatro partidos perdidos con estrépito.

En Mestalla se apostó por él para continuar en el banquillo ché. Sin embargo, un pleno de derrotas en los tres primeros duelos de la competición liguera acabaron con él. La era Ayestarán ya era historia en un Valencia que -al igual que le sucede ahora a Las Palmas- demostró que tenía problemas de planificación y estructura. Algo que parece ya pasado con la llegada de Marcelino García Toral, al que la entidad valencianista ha dado látigo y poder en la toma de decisiones.

Si en Valencia Ayestarán entró en una situación de urgencia en su primera campaña, también apareció en México en un club con dificultades. Entró en el Estudiantes Tecos de la Ascenso MX -la Segunda División del país azteca- con el equipo lejos de sus expectativas, en zona de nadie. No obstante, Ayestarán consiguió enderezar el rumbo de un club que contaba con el respaldo financiero de la familia Martínez -Grupo Pachuco- y del multimillonario Carlos Slim. El equipo acabó campeón, pero no culminó el ascenso a Primera.

Pero el mayor logro de Ayestarán está en Israel. Allí hizo historia con un el primer triplete para un equipo hebreo. Con el Maccabi Tel Aviv tocó la gloria. Ahora en Las Palmas, con no acabar en el infienro le basta. El tiempo, como para la UD, corre también en su contra.