Con un regate rápido y a la vez elegante Tana se quitó de encima a Sergio Ramos y Kovacic, se adentró en el área y, con mucha convicción, fusiló a Keylor Navas antes de que llegara Nacho al cruce. De esa manera el de San Cristóbal, el pasado 1 de marzo, se doctoraba con un gol espectacular en el Santiago Bernabéu y ponía la primera piedra en la exhibición de la UD Las Palmas frente al Real Madrid. En ese partido además repetía, pues en la primera vuelta también batió al campeón de Europa.
Han pasado ocho meses y Tana vuelve al lugar en el que firmó, tanto él como todo el equipo, una de sus mejores actuaciones en los últimos años. Pero parece que ha pasado un mundo. Ya ni el equipo ni Tana son los mismos. Son una sombra de lo que eran en aquellos momentos de vino y rosas, cuando la UD era capaz de mirar a la cara a los mejores. Y todo ello con un Tana sensacional, un jugador que fue clave en la etapa de Quique Setién y que, desde la marcha del cántabro, no ha vuelto a ser el mismo.
Ningún jugador como el '24' ha notado tanto el adiós de Quique Setién, el hombre que más confianza le dio cuando no había sido un habitual ni siquiera en Segunda División. Este curso Tana ha pasado a un segundo plano víctima de las inseguridades del equipo, los tumbos en el banquillo y de su bajo rendimiento. Ha pasado tan desapercibido que contra el Celta, hace dos jornadas, se quedó fuera de la convocatoria.
Volvió a jugar 75 minutos en cada uno de los dos últimos partidos frente al Deportivo, y en ambos prácticamente pasó de puntillas. Fue el elegido por Pako Ayestarán para sustituir a Jonathan Viera tras la lesión del de La Feria y, aunque no estuvo a la altura, puede repetir este domingo en el Bernabéu.
La situación exige un paso adelante de muchos jugadores, en especial los que han sido importantes en años anteriores como Tana, cuyo talento y desequilibrio, todo con la misma convicción con la que rompió la cintura de Sergio Ramos, necesita la UD Las Palmas. Ahora más que nunca.
