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La contracrónica

De Pako a Paquito y la voz del vestuario

La caseta, liderada por Viera y señalada por el bajo nivel físico, sella la actuación más completa

Javi Castellano acaba con el debate del mediocentro. QUIQUE CURBELO

El renacer de los señalados. Con la UD al filo del abismo -nueve jornadas consecutivas sin besar la gloria y a cinco puntos de la salvación-, el vestuario habló alto y claro. De forma paralela al bochorno de la estructura, que ahora se decanta por Jorge Almirón, tras no cristalizar la apuesta por Paco Jémez, florece la dictadura del orgullo. Furia y corazón. La nueva normenclatura de la galaxia. Compromiso, eficacia, talento y entrega en 94 minutos de exhibición de furia. En el kilómetro catorce, la UD abrazó a la UD.

Triunfo apoteósico en la actuación más completa del 2017 ante el Real Betis de Quique Setién. Por encima del festival barroco del Santiago Bernabéu del pasado marzo, el cuadro amarillo cumplió en la retaguardia. Hizo los deberes desde las coberturas y la solidaridad. Por encima de la técnica, fue un monólogo de amor propio. Y el Gran Canaria se puso de pie. Ovación para Tana, señalado por su vida nocturna por el entorno, y máximo reconocimiento a Jonathan Viera.

En el banquillo, el gestor silencioso, Paquito Ortiz, artífice de un despegue bendito. El cuadro amarillo fue superior en todos los aspectos: siete remates a portería, por dos del conjunto de Heliópolis. Seis saques de esquina por cuatro de los béticos y un 57% de posesión. En la mejor actuación coral, de Raúl Lizoain, otro fijo en la diana del entorno, a Jonathan Calleri, la UD confirma que está viva. Abandona la UVI con un recital de pundonor. El plantel más caro de la historia, tasado en 115 millones, con Vitolo y Halilovic fuera de combate, se puso el mono de trabajo. Hasta 21 remates totales al arco de Adán, en el bombardeo más despiadado que se recuerde. Un 63,6 % de precisión en los pases.

De Manolo Márquez a Paquito Ortiz. 77 días después de la última victoria -firmada con el estratega catalán en el banquillo-, ante el Athletic Club de Bilbao, la UD se reencontró con el triunfo (1-0).

Y 77 noches después, el cuadro grancanario dejó su portería a cero

En esta travesía, Márquez, Pakito y Paquito. El aterrizaje del argentino Jorge Almirón, que esta noche dirige su último partido con Lanús, es inminente. Pero por encima del carrusel de entrenadores, y de las fisuras en la planificación deportiva, brilla la determinación del plantel.

El nivel defensivo fue encomiable. Macedo, Bigas, que se retiró lesionado, Lemos y Dani Castellano alcanzaron la matrícula de honor. El timonero Javi, en plan mariscal, deja en evidencia la apuesta por Samper, que se quedó en la grada. Un cedido por el Barça y descartado.

La fortaleza de Calleri

Vicente Gómez y Jonathan Viera llevaron el volante del Ferrari de los 115 millones. Liderazgo y motivación. Tana, el etiquetado como rey de la noche, clonó su versión de genio del Santiago Bernabéu. Y de nueve, Jonathan sangre Calleri. Perforó la meta de Adán, tras una combinación poderosa de Romario, Tana y Rémy, y acarició con la goleada. Más allá del sello estético, Paquito encendió la llama de la motivación. La sinfonía trituró al Betis desde la unidad y el compromiso.

Con León como única referencia ofensiva del Betis, la insistencia de Guardado se estrelló en la muralla de la solidaridad. Fue la venganza de la caseta. Se les acusó de lucir un bajo nivel físico y de trasnochar en exceso. Tras Márquez y Pako, en la tercera era con Paquito, la generación de Viera y Vicente, la doble 'V', se consagró desde la lucha. Había que recurrir al coraje.

A dos puntos de la salvación, toca Vitoria para refrendar una tendencia que se forjó en Anoeta. No les den nunca por muertos. Habló la caseta, mientras la estructura deportiva busca un ingeniero.

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