Las Palmas volvió a su pasado más oscuro y más reciente en Mendizorroza. Sin fútbol, sin balón, devorado por el hambre de salir del pozo del Deportivo Alavés, el equipo amarillo volvió al camino de la derrota después de enganchar por primera vez en la temporada un par de partidos sin besar la lona. Descarriló Las Palmas en su particular DeLorean de manera estrepitosa. Se olvidó de todo y encontró la pasión de un Alavés al que subió sus acciones en la bolsa de la permanencia. Porque Las Palmas nunca dio la sensación de poder ganar en un partido pésimo.

En medio del lío con Jorge Almirón y su llegada o no a la UD Las Palmas, el equipo amarillo dejó en Vitoria otra muestra más de su peor versión. Apenas compareció ante un Alavés que parecía un tractor. Los de Abelardo Fernández arrasaron con la UD con actitud, intensidad y una dosis de orgullo que asusta. Ibai Gómez, de rechace en la primera mitad, y Munir, que remató un balón cómodo al primer palo en la segunda, sentenciaron a una UD que tenía la oportunidad de dormir fuera del descenso si ganaba a los vitorianos. Una derrota que devolvía a Las Palmas a la cruda realidad.

Si Paquito Ortiz hubiera podido repetir el mismo once que alineó ante el Real Betis, probablemente lo hubiese hecho. Como no pudo, el excapitán no se quebró el cerebro con experimentos. Sin Pedro Bigas y Tana en la expedición -ambos lesionados-, Paquito tiró de sensatez: hombre por hombre. Ximo Navarro entró por el defensa balear y Oussama Tannane por el canterano. Así de simple, sin inventos y con un argumento de peso: sentido común futbolístico. Una receta sin títulos rimbombantes y sin libros de autoayuda de por medio.

En el campo contrario, Abelardo Fernández no se escondió. Al igual que Paquito Ortiz, el técnico gijonés se enfrentaba a su segundo partido como técnico de su equipo, aunque no de forma transitoria como sí se presupone que lo hace el grancanario. Su apuesta era clara. Con Alfonso Pedraza, Burgui, Munir e Ibai Gómez quería ir a por el partido. Una empresa valiente ante la UD, solo un punto por encima de los vitorianos en la tabla clasificatoria.

El Alavés tenía claro su planteamiento. Quería presionar la salida de balón de la UD Las Palmas, incomodando con Burgui, Munir, Pedraza e Ibai Gómez. Todos a una. Que los amarillos -de gris en Vitoria- no trenzaran era una premisa clara de Abelardo. De esa manera, el Alavés empezó a incordiar a la UD a la que le costaba un mundo superar líneas de pase. Si se robaba en centro del campo, el Alavés también lo tenía claro: volar. Así Pedraza con una galopada levantó el primer 'Uy' en Mendizorroza.

A Las Palmas le costaba sacudirse la furia del Alavés. Empezaron a caer córneres y faltas peligrosas alrededor del marco de Raúl Lizoain. El balón rondaba más el área de la UD que lo que le habría gustado. Se sentía además incapaz de controlar el cuero. Y sin ese preciado objeto, la UD vive una condena. El partido estaba en la mitad de la cancha amarilla y los acercamientos más claros seguían siendo del Alavés. Como cuando Ibai, agarró un servicio en un pase en profundidad para ponerle un centro preciso a Munir que el hispano marroquí rozó y envió a la derecha de Raúl Lizoain. Eran tiempos difíciles.

Alfonso Pedraza quebró a Michel Macedo, que no sabía si cubrir la subida de Duarte o cerrar al extremo. Pedraza soltó el gatilló, Raúl escupió el balón blando al centro e Ibai Gómez, ratón de área mandó el rechace al fondo de la UD. Pasó lo que se atisbaba y la UD encajó el 1-0. La UD estaba helada.

El tanto del Alavés volvía a medir la capacidad de reacción ante las adversidades de un equipo que había cogido aire hacía menos de una semana ante el Real Betis. Sin embargo, la UD seguía enfrascada. Solo cuando Jonathan Viera bajaba a recuperar el balón tomaba su fútbol algo de claridad. A trompicones, Tannane, errático durante toda la primera mitad, se encontró con un balón dividido. Óscar Duarte lo pateó en su intento de despeje, pero Medié Jiménez miró a otro lado. Ni en esas el partido estaba de cara para la UD.

Fue el francomarroquí cuando al borde del descanso efectuó el primer disparo a portería de la UD Las Palmas en el acto inicial. Lo hizo con un golpe seco desde el libre directo. Aquel estímulo despertó a la UD. Porque Löic Rémy, con su eslalon clásico sacó otro zapatazo de la frontal que se marchó cerca de la escuadra izquierda de Pacheco.

Más allá de aquel penalti no señalado, la UD se marchaba al descanso arrasada por el empuje y el fútbol del Deportivo Alavés. El paso por vestuarios, de entrada, no cambió mucho la imagen de un equipo perdido, dominado por la escuadra de Abelardo Fernández. El Deportivo Alavés enarboló una jugada cómoda. Burgui, en la frontal, coló un balón en banda para Pedraza. Con tiempo para pensar que hacer en la línea de cal, el atacante sacó un centro al primer palo que Munir remató dentro con Mauricio Lemos de espectador. Las Palmas volvía a tocar fondo.

Por delante quedaba un mundo. Los de Paquito tenían 35 minutos para intentar rascar algo en la gélida noche de Vitoria. Algo que en probabilidades, visto lo visto sobre el césped de Mendizorroza se antojaba improbable. La renta que tenía el Alavés le valía para manejar el partido a su antojo. La UD, inerte, casi se lleva el tercero con un remate al poste de Alexis Ruano.

Las Palmas miró a la portería de Pacheco, más por instinto y empuje que por fútbol. Munir, a puerta vacía, falló el tercero para los de Abelardo. Insistió el cuadro vitoriano, pero se encontró con Raúl Lizoain, que evitó una escabechina mayor. Las Palmas salió de Mendizorroza con los dos pies por delante y cubrió sobre sí la idéntica sensación que le acompaña durante la mayoría del año: la del olor a Segunda División.