Resulta que entre papeleo, normas, títulos y certificados, la UD Las Palmas juega esta noche al fútbol. En una semana marcada por la autorización definitiva por parte de la Real Federación Española de Fútbol para que la entidad amarilla pueda anunciar al argentino Jorge Almirón como su nuevo técnico, el balón vuelve a rodar sin esperar por nada. Lo hará en Vitoria, en el Estadio de Mendizorroza en un partido en el fango de la tabla. Porque UD y Deportivo Alavés, antepenúltimo y penúltimo, respectivamente, de la tabla clasificatoria de la Primera División, buscan hoy (20.00 horas, beIN LaLiga) hinchar una semana más su autoestima para creer en un objetivo que ambas entidades se marcan como común: la salvación.

Las Palmas se agarró a ese tren el pasado domingo. Después del tanteo a Juan Antonio Pizzi hace un par de semanas, el 'no' de Paco Jémez -ha vuelto a dejarse querer estos días si lo esperan hasta enero y no fructifican los avales por Jorge Alminón- para asumir el cargo que dejó vacante Pako Ayestarán tras su despido, la UD precisaba maniobras de reanimación de urgencias. Y ahí apareció Paquito Ortiz, el gran capitán de la década de los 90. De vuelta a su casa 16 años después de su salida como jugador, el exfutbolista iba a empezar como delegado, acabó en el cuerpo técnico de Manolo Márquez y ahora es el entrenador de transición del primer equipo.

Paquito, que no cuenta con la titulación necesaria para sentarse en un banquillo como entrenador -puede hacerlo de manera interna durante dos jornadas-, dotó a la UD ante el Real Betis de algo que no viene en los manuales teóricos de técnico: cordura y normalidad. La receta era simple. Como el célebre tuitero 'Era un crass' dejó patente en un tuit, Paquito puso cada cosa en su sitio: La nevera en la cocina; la cama en el dormitorio. Sin experimentos, el excapitán consiguió un once compacto con el que desarmar al Real Betis y volver a ganar más de dos meses después para la UD Las Palmas. Una travesía dura, llena de vaivenes y con la sensación en el ambiente de que se han gastado ya demasiadas hojas en el calendario.

Una buena razón para que Paquito siga en esa misma línea que lo definió como futbolista y como persona: la de la normalidad y el sentido común. Por eso no se esperan grandes cambios en el once que pueda presentar esta noche la UD Las Palmas en Mendizorroza. Solo las bajas de Pedro Bigas, cuyo sustituto natural por condiciones parece Ximo Navarro, y la de Tana, de última hora tras arrastrar problemas musculares, harán variar el dibujo de Paquito Ortiz, un ser que entiende más de hombres, actitud y coherencia que de método y demás humo como el que se ha vendido durante un par de meses en el banco grancanario.

La baja de Tana abre otras opciones para uno de los flancos, donde Oussama Tannane oposita con fuerza. Así las cosas el once que quedaría sería el formado por Raúl; Macedo, Ximo Navarro, Mauricio Lemos y Dani Castellano en defensa; Javi Castellano como escoba acompañado por Vicente Gómez y Jonathan Viera; alas para Oussama Tannane y Löic Rémy; y en punta Jonathan Calleri como ancla. Será, a priori, el último dibujo de Paquito Ortiz antes de que tenga que dejar su sitio por exigencias del guión.

Delante un Deportivo Alavés que también resucitó en la última jornada. La llegada de Abelardo se celebró en Vitoria con triunfo. Después de ir perdiendo por 2-0 en Montilivi, el Alavés tuvo una de esas reacciones que hacen volver a creer a cualquiera. Ibai Gómez, con un hat-trick, remontó un partido que pintaba negro para el equipo vitoriano.

Separados por un solo punto -la UD cuenta con 10; el Alavés con 9-, el duelo en Mendizorroza se antoja clave. Vitoria, gélida en este mes de diciembre, se sitúa como termómetro del equipo grancanario. El mercurio rondará los tres grados a la hora de comienzo del partido, con alta probabilidad de lluvia o, en su defecto, aguanieve. Un escenario que quedará como anécdota si la UD consigue sumar los tres puntos y dormir hoy fuera de los puestos de descenso. Algo que logrará si gana al Alavés y confirma su sanación.