La permanencia ya no es un imposible para la UD Las Palmas. En mes y medio ha pasado de la más absoluta depresión tras ser ridiculizado en Girona a contagiar ilusión con el empate ante el Barcelona, un resultado que refrenda la buena ola que cabalga el equipo amarillo. Hasta siete puntos ha remontado el conjunto de Paco Jémez desde que concluyó la primera vuelta, fecha en la que el 6-0 en Montilivi le mandó a la última plaza con la distancia más elevada que ha sufrido en toda la temporada. Pero la segunda vuelta ha alterado por completo a la UD.

En medio de un calendario de espinas -cuatro de los seis primeros, visitas a Leganés y San Mamés y el Málaga en el Gran Canaria- ha ido recortando terreno y con dos victorias, tres empates y dos derrotas en las últimas siete jornadas ya pisa la frontera. Se encuentra igualado a 20 puntos con el Levante y solo es la diferencia de goles lo que le mantiene todavía en zona de descenso. Desde que cayó al pozo en la octava jornada tras hincar la rodilla contra el Celta no había estado tan cerca de la salvación. Una vuelta entera lleva en descenso, una pesadilla que podría tener su final el lunes precisamente en Vigo 19 jornadas después.

Hasta aquí ha llegado la UD Las Palmas gracias a una metamorfosis inesperada. Tras la media docena de Girona solo los más optimistas creían en que la UD Las Palmas sacaría la cabeza, pero seguramente ni siquiera ellos preveían que ese paso adelante iría acompañado de un cambio de estilo. Tanto en la UD como en Paco Jémez.

Nada más regresar de su paso por México admitió el técnico que aquella experiencia le había mejorado como entrenador. De hecho los registros defensivos en sus dos años en Cruz Azul fueron mucho mejores de los que había tenido en España con el Rayo Vallecano y el Granada. En el conjunto madrileño se ganó la fama de entrenador con un sello muy ofensivo, en ocasiones suicida, pero de descuidar la defensa. Con esa filosofía valiente logró hasta tres permanencias consecutivas, firmando entre ellas la mejor temporada en la historia del club franjirrojo. Ese sello incluso le tuvo en la órbita de la selección española, llegando a estar entre los favoritos de los aficionados en varias encuestas.

Tras el descenso con el Rayo Vallecano en su cuarta temporada y la temprana destitución en Granada se fue a México, donde acabó bien a pesar de una primera temporada en la que recibió muchas críticas. En esos años, a raíz de lo mostrado en su segunda etapa en la UD Las Palmas, también Paco Jémez ha vivido una metamorfosis. Mantiene la idea de salir con el balón jugado desde atrás pero también pide a sus jugadores transiciones rápidas, acabar los jugadas con remates a portería y, sobre todo, solidez defensiva. Ha mutado a una UD Las Palmas que, tras el 2016 fantástico con Quique Setién, fue decayendo poco a poco en el 2017 hasta completar la mayor crisis de sus últimos años.

La mano de Jémez

Ante tremenda descomposición con tres entrenadores diferentes -Manolo Márquez, Pako Ayestarán y Paquito Ortiz- en menos de una vuelta Paco Jémez ha reconstruido por completo a la UD. Y no ha puesto los pilares que ya tenía, los del fútbol de salón, sino que ha empezado de cero. En plena búsqueda de esa nueva identidad se llevó tres palos, las dos derrotas frente a Eibar y Girona en Liga y la eliminación en Copa del Rey frente al Valencia con una goleada en Mestalla (4-0). En la misma semana se llevó un 10-0 en dos partidos que han sido los últimos ridículos. Desde entonces siempre ha dado la cara la UD.

Tras fracasar un par de variantes tácticas como la de los tres defensas en Montilivi, Paco Jémez ha implantado un 4-1-4-1 en el que todas las líneas están juntas con la premisa de ser sólidos en defensa. Salvando los resbalones en el Wanda Metropolitano la UD ha sido muy fiable atrás. En estas siete jornadas ha encajado un gol por partido como promedio a pesar de los tres que se llevó del Atlético de Madrid, donde en la primera parte cumplió en tareas defensivas.

La laguna ha sido, y todavía no está del todo solucionada, el aspecto ofensivo. Tan solo ha marcado cinco goles en estas siete jornadas de la segunda vuelta, pero el hecho de mantener la portería a cero le ha dado puntos muy valiosos. Así, propuestas famélicas de cara a la portería contraria, como las de San Mamés o Leganés, acabaron con el premio de un punto gracias al muro que construyeron Chichizola, Gálvez, Aguirregaray y compañía. Y es que el sacrificio y el amor propio han sido otras de las señas de identidad de los amarillos en estos últimos encuentros.

No lo ha tenido nada fácil Paco Jémez. Además de la dinámica en la que se encontraba el equipo en estos dos meses se ha topado con la lesión de Pedro Bigas y el traspaso de Jonathan Viera fuera del mercado. Y uno de los fichajes más necesarios, el de un delantero centro suplente de Jonathan Calleri, todavía está en la enfermería por una lesión de rodilla -Emenike-.

Aún con todo la UD Las Palmas ya ha levantado la cabeza. Contra el Barcelona demostró que la mano de Paco Jémez se nota y que está muy vivo.