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Setién gana el divorcio

El entrenador del Real Betis, rival de la UD el jueves, tiene a su equipo quinto

Quique Setién, el pasado 3 de diciembre en su visita al Gran Canaria, ya como entrenador del Real Betis. Quique Curbelo

Un año y casi un mes después, el tiempo ha demostrado que Quique Setién es el claro vencedor de su divorcio con la directiva de la UD Las Palmas y que acabó con él fuera del club. Desde el anuncio de que no seguiría como técnico amarillo hasta hoy, los acontecimientos, y sobre todo dónde está uno y dónde el otro, prueban que al cántabro, que tiene al Real Betis metido en los puestos -quinto- que dan acceso a la UEFA Europa League, le ha ido mucho mejor que a la entidad de Siete Palmas, que aguarda el paso de los días para certificar su descenso matemático a la Segunda División.

Ambos vuelven a verse las caras el jueves en el Benito Villamarín (20.30 horas, GOL) con objetivos muy diferentes. Mientras que los andaluces se juegan participar en la segunda competición continental la próxima temporada, los grancanarios sólo aspiran a salvar su dignidad profesional. Así que muchos, cuando empiece a rodar el balón pasado mañana, se preguntarán: ¿Qué habría pasado si Setién se hubiera quedado?

La respuesta, por mucho que se pueda intuir, se desconoce. Pero lo que sí se sabe con certeza es que Las Palmas perdió con la marcha del cántabro algo que le había costado mucho recuperar: el gusto por el buen trato del balón, el llamado estilo canario que había dotado al equipo de una identidad reconocida y alabada en toda España. Hacía tiempo que no se veía al equipo amarillo jugar tan bien y, además, con resultados.

Esa propuesta de fútbol fue la que sedujo al Betis, que llevaba años sumido en la indiferencia y supo valorar al santanderino como el propio entrenador quería con una propuesta económica y deportiva mucho mejor que la de la UD. Ahora sin canarios, pero con dinero para fichar y, además, con decisión en los mismos. Y lo cierto es que no le ha ido nada mal.

Estilo cuestionado

Pese a ello, la temporada no ha sido un camino de rosas todo el tiempo. De hecho, cuando el Betis vino al Estadio de Gran Canaria el pasado 3 de diciembre algunos sectores en Sevilla cuestionaban la continuidad del técnico. Los verdiblancos firmaron ante los amarillos su quinto partido sin ganar y todavía habría un sexto la semana siguiente. No se sabía muy bien cuál era el debate, pues el equipo se encontraba en la mitad de la tabla con 18 puntos en 14 partidos, tres menos de los que tiene Las Palmas tras la disputa de 32.

En ese entonces, por el banquillo de Las Palmas ya habían pasado hasra tres entrenadores diferentes: Manolo Márquez, que dimitió, Pako Ayestarán, que no logró una sola victoria, y Paquito Ortiz, que se estrenó ese día con un triunfo merecido (1-0). Mientras Setién había logrado imponer desde el principio un estilo que daba puntos, aunque a algunos no les gustara demasiado, la UD todavía andaba en la búsqueda de un sello que tenía perfectamente marcado y que se lo habían quitado de un plumazo.

Si bien es cierto que el cuadro andaluz dispone de un presupuesto mayor que casi roza los 100 millones de euros -por los 75 de la UD-, lo que ayudó para fichar a futbolistas como Guardado, Sergio León, Cristian Tello o Marc Bartra, con lo que es más fácil ganar, la entidad amarilla, a pesar de haber incrementado sus cuentas tras el regreso a Primera, prefiere no gastar su dinero en incorporaciones, por lo que, en líneas generales, sus fichajes son peores.

Una de la excusas para no hacerlo ha sido siempre la de favorecer a la cantera. Sin embargo, hace tiempo que no sale un futbolista del filial con la categoría suficiente para jugar con el primer equipo. Todo lo contrario que el Betis, cuyo entrenador ha subido a dos chavales que ha convertido en titulares y están llamando la atención: el delantero Loren Morón -seis goles- y el lateral izquierdo Júnior. Además ha dado el timón de mando a Fabián Ruiz, también de la cantera y que el curso pasado jugó cedido en el Elche.

En definitiva, Quique Setién ha ganado su divorcio con la UD. Los últimos cinco partidos seguidos ganados han aupado al Betis a la quinta plaza y ahora lucha por un objetivo que ni se imaginaba hasta hace algo más de un mes. Por contra, Las Palmas está sumida en una depresión que dura ya un año y casi un mes y que ha llevado al equipo amarillo a la categoría de plata, a falta de la certificación matemática. Dos caminos opuestos cuando quizá debieron ir en paralelo, pero no hubo voluntad real.

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