Rubén Castro Martín es la bomba del verano de la UD. Cerca de rescindir con el Real Betis, el delantero de 36 años ha desechado propuestas del fútbol árabe y de china para jugar de amarillo. Su regreso a la Isla es una misión de Miguel Ángel Ramírez. El presidente de la entidad maneja la 'operación Moña', que también figura en la agenda del Córdoba, Dépor, Zaragoza y Málaga. La primera intención del artillero -115 duelos de amarillo, 38 goles- era la de estirar su carrera profesional en Andalucía, pero las gestiones de Ramírez han hecho cambiar de opinión a un depredador del área -290 encuentros, 147 tantos con la elástica verdiblanca-.

Contacto con el vestuario

El ejecutor del área, que cumple 37 años el 27 de junio, ya militó en la Superliga de China defendiendo los intereses del Guizhou Hengfeng -once partidos, siete goles- en 2017. Está representado por la agencia Bahía y desde la capital hispalense, informan que se ha negado a percibir más de cinco millones por campaña en el fútbol de Qatar.

La contratación de Rubén es un viejo anhelo de Miguel Ángel Ramírez, especialista en fichar a activos de glamour y contrastados como las altas de Prince Boateng, Jesé Rodríguez, Vitolo o Rémy. El atacante del barrio de La Isleta permanece en contacto con integrantes del vestuario amarillo y ayer Otero hizo referencia a este movimiento, que sería el gancho perfecto para recuperar el crédito de una grada herida.

Estrategia dialéctica

Otero, en la presentación de Mantovani, fue cuestionado por el Moña. Y lució el manual de supervivencia ante los medios. "No hablo de nombres en público, tampoco en privado. Cualquier cosa que diga nos va a perjudicar y afectará de forma negativa en cualquier negociación". "La plantilla y el mercado da para mucho. No está ni cerrada ni abierta (...) Traemos hombres y no nombres".

El embajador de pólvora se pone a tiro. Se había alejado pero Ramírez es insaciable. Araujo y Rémy amplían la nómina de depredadores. Un tridente para el escándalo.