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La pizarra del costalero

El telón de acero de Jiménez

En sus primeras 72 horas, el técnico de la UD fulmina el sello preciosista de Setién o Jémez y prioriza el rigor defensivo -El lema 'portería a cero', su gran obsesión

El telón de acero de Jiménez

72 horas de trabajo, 30 futbolistas y una filosofía. Vuelve la UD de la furia. El telón de acero de Manolo Jiménez. Del imperio de la seda al catenaccio legionario. El técnico sevillano intensificó ayer el trabajo defensivo, así como las labores de repliegue y presión. Más allá de la metodología y del trato del balón, hay una cifra que sirve de plataforma mediática. Los doce goles que encajó su equipo -AEK de Atenas- en el pasado curso en 30 jornadas. Fue su pasaporte hacia el título liguero.

Con el orden por bandera, Jiménez alineó ayer a Simón, Mantovani, Deivid y Dani Castellano en una línea de cuatro teórica titular. La misión: taponar y congelar los envíos aéreos desde el otro costado en el Municipal de San Fernando. Buscaba reflejos y anticipación bajo el bombardeo. Se acabó la sinfonía. Jiménez importa la disciplina y el músculo. Solo hay que ver el listado de los siete fichajes, cuatro de ellos son defensas: Mantovani, Deivid, Álvaro Lemos, Deivid y Cala.

El discurso de Jiménez es la antítesis del verbo de Setién o Paco Jémez. De la posesión al contragolpe. Sufrir y padecer para gobernar el marcador. La mutación de la UD, que vuelve a los tiempos de Kresic.

Igual que Kresic

Doce goles encajados en 2.700 minutos. Esa experiencia gloriosa de la 2017-18 con el AEK de Atenas, campeón de Liga y pasaporte para la Champions, es el nuevo Santo Grial. Un tanto recibido cada 225'. La tabla de salvación. Míster rigor. La revolución del sacrificio. Defender como leones. Morir desde la presión.

Pulir una UD a la italiana. El AEK recibió solo 12 tantos en las 30 jornadas de la Superliga. Con Araujo en el plantel, conquistaron el entorchado desde la solidaridad y el compromiso. Ayer, en la sesión matutina, con una defensa de cuatro -Simón, Mantovani, Deivid y Borja Herrera- Jiménez desnudó su mecano. Busca el ascenso al más puro estilo Sergio Kresic -lo conquistó en la 1999-00 como campeón de la Segunda División y tras recibir 41 tantos en las 42 jornadas de Liga-.

Las primeras 72 horas de Jiménez fueron frenéticas. Pendiente del aterrizaje de Rubén Castro, su fórmula táctica apunta al 4-4-2. Tritura el ideario barroco de Setién o la propuesta kamikaze de Jémez.

Bandas profundas y una nómina eterna de legionarios con el puñal entre los dientes. Presionar y morder. Vuelve el ímpetu como reclamo bendito con Mantovani, Deivid o el propio Cala, que disponen de un alma natural para el liderazgo. "Quiero que hablemos, que nos comuniquemos", realzó el preparador de El Arahal en su tercer día.

Arropado por sus colaboradores Felipe Benítez, Jesús Calderón y el preparador físico Sebastián López, este viernes llega el primer ensayo ante la Selección del Sur en Tunte (19.30 horas). Más allá de los mecanismos defensivos y de la dictadura del orden, late un discurso atómico. El veneno del oficio. Defensa internacional y mundialista, con 384 partidos con el Sevilla, quiere velocidad y desborde. Es un artesano de piezas eléctricas que pisen el área contraria. Llegan los laterales profundos -uno de los grandes déficit del pasado curso con Jémez y que provocó el atasco en el ataque-.

Motivador incansable

En el nuevo orden táctico de la UD, falta por hacer hueco a las próximas llegadas de un centrocampista organizador, mediapunta, banda derecha y delantero. Cuatro activos capitales, de primer orden y con etiqueta de titulares. Se avecina una metamorfosis y la reconstrucción total del nuevo núcleo duro. Junto a los veteranos de la caseta como David García y Momo, irrumpen nuevos soberanos como el argentino Mantovani o el propio marcador central Deivid, que ya fue capitán de la UD en el curso 2013-14.

Estalla un nuevo criterio estético. Se impone el portería a cero. De Kresic a Jiménez. El dato de la posesión ya es una anécdota. Lo que importa es el número de goles en contra. El estilo es una cuestión de orden. Y de furia. El costalero predica con el ejemplo. Cada sesión de trabajo es una maratón de fe.

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