La calidad en el fútbol tiene precio y categorías. Lo demostró el Real Betis ayer en la final de la 64 edición del Trofeo Ramón de Carranza, el gran clásico del verano en el fútbol patrio. Descuartizó a la UD en 20 minutos finales donde los amarillos cayeron víctimas de sus propios errores y falta de tino -sobre todo en el área contraria-, pero también del talento que advierte el conjunto de Quique Setién, justicio cruel cuando la UD se rindió después de pelear con la cabeza alta ante un rival de peso.

Cayó Las Palmas en la final y se quedó sin revalidar el título que ganó el pasado curso. El Betis castigó la poca mordiente de Las Palmas con cuatro goles -tres en el tramo final del choque-, que combinó un ataque indolente con aplomo y cierta solvencia defensiva durante gran parte del encuentro. Todo con un equipo por hacer, por conjugar aún a falta de una semana para el inicio de LaLiga 123. Como casi todos los del resto de la categoría. Quedan siete días y Las Palmas muestra algunas hechuras, pero también aspectos a muchos aspectos a mejorar para aspirar a las cotas que busca: el ascenso.

Lo advirtió Jiménez y lo cumplió. El once que dispuso en la final del Trofeo Ramón de Carranza solo mantuvo un titular con respecto al de la semifinal ante el Cádiz: Benito Ramírez, aunque de interior, no de lateral zurdo. Lo demás, un dibujo nuevo con Nauzet Pérez; Parras, Mantovani, Deivid y Dani Castellano; Christian Fabio y Ruiz de Galarreta en la sala de máquinas; Benito y Sacko en las bandas; y como referencia Edu Espiau.

Las primeras líneas del partido olían a monólogo del Real Betis de Quique Setién, que sí que salió con casi todo a por el título del verano: Mandi, Canales, William Carvalho, Guardado, Loren, Sidnei... Todo ante una Tacita de Playa a tres colores: el verdiblanco -mucho bético en el Carranza- y el amarillo -del Cádiz, más que nada-.

El manoseo del balón del Betis estaba ahí. Es la primera ley del manual de Setién: amarás el cuero por encima de todas las cosas. Y en esas, la UD, que también quería ser partícipe de la historia, se soltó. Condujo Sacko desde la derecha en un buen eslalon, cambió de banda hacia Benito y el aldeano sacó el trazado justo para brindarle un gran balón a Edu Espiau. El hombre gol de Las Palmas Atlético durante el tramo final del curso pasado no atinó. Su golpeo, franco para el tanto, se posó en las manos de Pau López sin tensión.

El guión siguió en mismo derrotero. El Betis acaparaba el balón y Las Palmas se resguardaba. No hacía aquello mucho daño a una UD bien ordenada, generoso en el esfuerzo y vertical cuando tenía la opción de correr, sobre todo gracias a los motores de Benito y Sacko. Entre todo eso, Las Palmas dejó entrever varios apuntes más. El rigor táctico de Christian Rivera, daba una consistencia al centro del campo notoria, con varias recuperaciones de mérito. Cemento con talento. Y es que el ex del Eibar también sabe qué hacer con el balón.

Era cierto que el Betis embotellaba a la UD. Con el paso de los minutos, cada vez más. El bochorno y el calor no cedían y con el paso de los minutos, la lengua pesaba. Sin embargo, fue otra vez Las Palmas quien estuvo más cerca del gol. Un córner del Betis se convirtió en vértigo amarillo. Benito corrió la banda, liberado con el marcaje pisándole los talones. Espiau, con ventaja sobre su sombra, leyó bien el movimiento. El extremo aldeano puso el pase preciso, pero el ariete, adormecido, fue devorado por Sidnei cuando tenía el remate de cara. Una para aprender.

Las Palmas, con entereza, se iba al descanso con una buena cara que deja la dignidad de competirle sin miedo a un equipo de Europa League. Con eso y con algunas cosas más. Por ejemplo, que como mínimo, la salida como cedido de Benito es algo a replantear; también que Fabio y Parras, lejos de desentonar, casaban en el equipo; o que la dupla Christian Rivera-Ruiz de Galarreta tiene pinta de titular.

El paso de los minutos en la segunda mitad encerró más aún a la UD. El Betis, sin crear ocasiones, empezaba a jugar más cerca del área amarilla. Ahí, Las Palmas aguantaba el tirón. Los bostezos comenzaron a aflorar en el Ramón de Carranza, no solo por el partido en sí, sino por el propio reloj -la segunda mitad arranzó cuando quedaban 15 minutos para la medianoche en Cádiz-.

Los de Setién jugaban, dominaban el balón y pisaban ya sin descaro el campo amarillo. Caprichoso el fútbol, justo fue en un contragolpe andaluz cuando el Real Betis casi logra el segundo. Nauzet Pérez, con una excelente intervención, frenó la volea tras un rechace de Andrés Guardado. Casi sin pausa, el meta tuvo que volver a aparecer para sacar un cabezazo a la cepa del poste de Loren. Como en la semifinal, si Las Palmas puede presumir de algo es de que tiene portero.

Erik Expósito y Josemi salieron a escena. El carrusel de cambios estaba en marcha en ambos lados. Inui, Darko y Tony Sanabria aparecieron desde el lado bético. Y en esas, Pau López la lió. El portero del Betis, víctima del extremismo estilístico, comprometió a los suyos. Un mal pase interceptado por Espiau cayó en un Erik apresurado, de gatillo fácil y mira corta. El balón manso, se paró sobre el cuerpo del meta.

Se desconcertó el Betis y la UD no lo aprovechó. Fabio no empató tras una dejada sensacional de Mantovani, espléndida ella, a la salida de un córner. Y Canales no tuvo piedad cuando encontró un balón plano tras un rechace al borde del área. Cuestión de aplomo. Repitió el cántabro solo unos minutos después con un gol calcado. Las Palmas, agotada, se venció. Darko, a pase de Júnior, puso el cuarto. Demasiado castigo.

De ahí al final, los béticos en la grada pidieron a Rubén Castro para brindarle un homenaje que tendrá que esperar. Pasaron los minutos, el trofeo se iba para Heliópolis. Lo importante llega el próximo domingo ante el Reus. Ganar, mejor que cualquier otro trofeo.