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La contracrónica

Rubén pone el brillo en el nuevo estilo de Las Palmas

El isletero remata tres veces a puerta y marca dos goles llenos de astucia

David García abraza a Rubén Castro. Quique Curbelo

La UD Las Palmas. Tres remates a puerta, dos goles y casi cero concesiones al rival. Y Rubén Castro, que emergió para poner el brillo con un par de zarpazos para sentenciar el partido. Lo que se esperaba.

Han pasado más de 14 años desde que el grancanario marcara su último tanto con la camiseta amarilla, pero como si no hubiera pasado ninguno. Sucedió el 19 de junio de 2004 en Vallecas, en la última jornada de una campaña nefasta que acabó con la UD en Segunda B y con el Moña en el Deportivo de La Coruña. Tantos y tantos goles después, el 19 de agosto de 2018 volvió a marcar para el equipo que le vio nacer como futbolista tal y como lo hacía antes, con picardía, con serenidad, con calidad.

Todas esas cualidades las demostró en la primera oportunidad que tuvo. Minuto 16. Una jugada de ataque de Las Palmas parece haber terminado con un mal control de Momo a pase de Ruiz de Galarreta dentro del área, pero dos defensores del Reus se empeñan en que continúe. Antes, Rubén ya había previsto el fallo de los rivales y había dado un paso atrás -picardía- para esperar el balón que sabía que le iba a llegar.

Luego, cuando eso ocurrió, eligió bien -serenidad- en una zona en la que la gran mayoría se pone nervioso y ejecuta la peor de las opciones. Finalmente, golpeó el balón con la rosca y la fuerza necesarias -calidad- para convertirlo en inalcanzable para el portero. Gol y objetivo cumplido. El ritmo alto y la presión arriba del inicio encontraban premio: Las Palmas ya estaba por delante.

Sin riesgos

Y en ese contexto va a ser muy difícil meterle mano a la UD. Con superioridad en el marcador el equipo dio un paso atrás -sin encerrarse- para dejar el dominio de la posesión al Reus, que tocó y tocó sin generar peligro, salvo un disparo cruzado de Carbia casi al final de la primera parte. Con ello el objetivo del cuadro amarillo era robar y salir a la contra en busca del segundo. Se vio tan claro que lo que demostró fue que el mensaje ha calado hondo en los jugadores, o dicho de otra forma, que el equipo está trabajado y sabe a lo que juega, algo que, por simple que parezca no sucedió en todo el curso pasado.

La premisa es clara: riesgo cero. Los pases horizontales entre David García y Cala eran los justos y cuando el central sevillano consideraba que ya eran excesivos mandaba un balón largo a los extremos. Sucedió unas cuantas veces. La presión en la salida de balón del contrario es otra de las máximas de Jiménez, aunque ayer sólo ocurrió durante la primera media hora, el tiempo que aguantó el físico de Rivera y Ruiz de Galarreta, de los últimos en llegar y a los que todavía les falta.

A casi nadie le extrañó tampoco que llegara el segundo gol de la UD, porque ahora todo el mundo confía en que cualquier balón que le pueda caer a Rubén acabe dentro de la portería. A esa creencia ayudó que el Reus, por más que lo intentaba, no conseguía inquietar a Raúl Fernández, el único de los fichajes que no pudo lucirse ante su nuevo público.

Fue en otra jugada rápida, de pim, pam, pum: robo, apertura a la banda, centro y gol del Moña. Los protagonistas de todo lo anterior a la ejecución final fueron Galarreta, que no para de correr y demostró que puede ser el nuevo faro, y Álvaro Lemos, un lateral muy correcto cuya mejor virtud es el golpeo del balón. Su pase adelantado en busca de Rubén en el segundo palo fue tan perfecto como el GPS del delantero, otra vez en el sitio adecuado en el momento justo.

De repente, en el minuto 69, la UD ganaba 2-0 y encaraba la recta final hacia sus primeros tres puntos de la temporada. No había desplegado un fútbol maravilloso, ni creado infinidad de ocasiones ni levantado al público de sus asientos, pero había sido efectiva y práctica y había ejecutado su plan a la perfección. Contra el Reus le valió. Ahora falta por ver si es suficiente contra equipos llamados a aspirar por el ascenso.

Lo que sí parece seguro es que con Rubén Castro la vida es mucho más fácil. Fue el único jugador amarillo que remató a puerta: dos fueron para adentro y uno a las manos del guardameta. Su presencia arriba es una garantía. Por fin, el ataque de Las Palmas ha dejado de ser un acto de fe.

Rubén, 14 años después de su último gol de amarillo, puso el brillo al nuevo estilo de la UD. ¿Y cuál es ese nuevo estilo? Ya lo dijo Manolo Jiménez en este medio: ganar. El sevillano no tiene experiencia en la Segunda División más allá de los nueve partidos que dirigió al Sevilla Atlético hace más de una década, pero tiene las ideas claras y eso, en el banquillo de Siete Palmas, es algo nuevo desde que se marchó Quique Setién. Pinta bien.

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