El sábado se mide al escudo que defendió en el verde y alentó desde la Naciente en el Insular. ¿Cómo se mentaliza de que ahora es el enemigo?

Es complicado porque es la primera vez que quiero que pierda la UD, nunca me ha pasado. Jamás seré enemigo de nadie, trataré de hacer mi trabajo como profesional que soy. Intetaré hacerlo lo mejor posible y será 'súperaro'. Jamás en la vida iba pensé o desearía que la UD perdiese; así es el fútbol y así se ha dado. Seré muy difícil para mí, desde que firmé aquí lo sabía. Tenía un poco de contradicción, por un lado quería que llegase, por el otro, que no; lo afrontaré lo mejor que pueda. Trataré de centrarme en el partido lo más rápido posible. Pero hay que reconocerlo, será muy complicado.

¿Reconoce a esta UD, sin canteranos y muy alejada de la propuesta de Setién, que con usted de príncipe, alcanzó la excelencia en el Bernabéu?

Lo importante para la UD es pasar página. Sigo teniendo esa melancolía por todo lo que significó Quique Setién, por todo lo que hicimos, por la forma de jugar, por marcar un estilo en los grandes escenarios de Primera, el panorama que teníamos por delante. Pero hay que pasar página, Quique fue una de las personas que más ha marcado a la UD desde que llegué [2010]. Ha sido el entrenador más importante por todo lo que ha aportado, hizo que muchos subiésemos el nivel. La UD ha hecho bien en pasar página, ya está. Ese ciclo pasó. El escudo siempre estará por encima de todas las personas. El escudo siempre estará por encima. Estoy convencido de que la UD alcanzará la mejor versión de sus futbolistas. Y ojalá que tenga suerte, con algunas decisiones arbitrales que han tenido en el último mes, y así será el equipo a batir.

El 18 de agosto hizo la maleta. ¿Por qué se fue relamente? ¿El descenso y el final de la 'era Emenike

Ya lo he explicado, y con el paso del tiempo me percaté de que no estaba siendo feliz. Estaba deprimido en el equipo, me afectó todo. Me sentía un fracasado, parecía que jamás llegaría a mi nivel. Todo eran pensamientos negativos. Me sentía responsable y culpable de todo lo que pasó. No daba el nivel; fue un cúmulo de cosas. El descenso, que muchos compañeros y amigos se fuesen. Fueron muchas cosas negativas, era una losa. Soy una persona apasionada del fútbol, que por encima de todo; me encanta este deporte. Adoro ir a entrenar. Llevaba un par de semanas que más que ir a entrenar, pasaba por allí. Hice un torneo del Carranza malísimo. Me di cuenta de que si me quedaba, me haría mucho daño. Tendría un mal año, sabía que era una persona con peso en el equipo, y no quería dar un mal ejemplo de nada. Si seguía por quedarme, por ser cómodo, hasta que me dado cuenta que mi carrera profesional en categoría profesional hubiese peligrado. Era una dinámica muy negativa, y el venir aquí, me hizo abrir los ojos. Me sentí valorado. Los compañeros estaban flipando, me daban una importancia tremenda, me ayudaron para quitarme ese lastre, toda esa vorágine negativo. El hecho de venir, fue una salvación. Me quité un lastre enorme, y más tras la lesión. Este salto me vino muy bien, ahora solo pienso en el fútbol.

De la melancolía al planeta Natxo. Encaja a la perfección. ¿Por qué?

De momento, todo me está yendo espectacular. No tengo queja alguna. En esto no hay secretos, llegué bien en esta

ocasión; estuve trabajando el aspecto físico con Andrés, el readaptador de la UD Las Palmas, el pasado verano antes de empezar a entrenar en pretemporada, y así como algunos partidos de dicha fase de preparación. Al final, llegué muy bien, con el punto físico preciso. Y la emoción de llegar a un sitio nuevo. El querer agradar, que la gente vea que estoy a un buen nivel, toda esa ola de optimismo que sentí cuando pisé el primer día las instalaciones de Abegondo, me hizo venirme arriba.

Mañana, en la edición impresa, el resto de la entrevista con Vicente Gómez.