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El recurso de la fe da la espalda a Paco Herrera

El técnico suma en sólo tres partidos las mismas derrotas que Manolo Jiménez

El recurso de la fe da la espalda a Paco Herrera

Paco Herrera tira tanto de fe que la fe ha terminado por darle la espalda. El técnico, pese a todo, sigue convencido. Ayer, tras su segunda derrota en tres partidos, después de recibir una nueva goleada fuera de casa -el Cádiz también le metió cuatro- y alejar todavía más a la UD Las Palmas de los puestos de playoff -está a seis puntos-, reiteró un mensaje que empieza a resultar increíble: "Estoy seguro de que lo voy a sacar". El devenir del cuadro amarillo en LaLiga 123, como casi todo lo que tiene que ver con el futuro, es impredecible, pero no hay duda de que un posible éxito a final de curso, algo que hoy resulta una quimera, jamás tendría su explicación en la fe, sino en algo real que, de momento, no llega.

Porque da igual que se crea que se puede si no se hace algo totalmente distinto a lo que ejecuta en la actualidad el equipo. No importa que en el Anxo Carro demostrara una mejoría con respecto a los dos partidos anteriores, creara más ocasiones de gol o tirara más a puerta si atrás se mostró tan vulnerable como para que el Lugo, un equipo de la parte baja de la clasificación, con el tercer presupuesto más bajo de la categoría y con muchas urgencias, le metiera cuatro con muy poco. Ahí, la fe tiene muy poco que hacer.

La propia dirigencia de la UD la desterró hace cuatro jornadas, cuando decidió destituir a Manolo Jiménez porque ya no creía en él. En ese entonces, Las Palmas sumaba sólo dos derrotas en 14 partidos, las mismas que suma Herrera en tres, y se encontraba en puestos de promoción de ascenso, sin embargo, la intuición de los máximos representantes del club, simplificados en el presidente Miguel Ángel Ramírez y el secretario técnico Toni Otero, pesó más.

Con el despido del sevillano el club afianzó todavía más su mensaje de que lo que importa de verdad son los resultados y, además, cuanto antes. Esa premisa la asumió el técnico catalán cuando decidió frenar su fichaje por el Extremadura para volver a la Isla en plena carretera de vuelta desde Grecia. Siempre fue la misma, pero ya no es a la larga.

Por eso muchos podrán decir que Herrera, como lo fue Jiménez, es responsable directo de que la UD, con él al mando, sólo haya sumado un punto de nueve posibles y, lo que es aun peor, haya dilapidado el efecto motivador que suele traer consigo la llegada de un nuevo entrenador. Ya no hay efecto Herrera. Ahora Las Palmas vuelve a partir de cero en el derbi. Sin embargo, el tiempo se agota y los rivales se alejan.

No hay fe que valga si Deivid comete un penalti de libro cuando Nauzet había achicado bien a Lazo y tenía posibilidades de ganarle en el mano a mano que, por otra parte, surgió de un fuera de juego mal tirado. Tampoco hay fe que valga si Cristian Herrera está libre de marca dentro del área cuando David García y el propio Deivid no están cuidando a nadie y Timor, al que no le correspondía encimarle, no es capaz de hacerlo ante el desaguisado defensivo.

La esperanza tampoco puede actuar si nada más comenzar la segunda parte Lazo avanza sin que nadie se interponga en su camino y filtra un pase de gol entre Timor, Deivid y Cala con una facilidad que asusta. Ni tampoco si Herrera introduce saca a jugar a Fidel por primera vez desde su llegada (50') cuando el equipo va 3-1 abajo.

Desde su entrada por Timor, nuevamente irreconocible tanto en ataque como en defensa, la UD mejoró mucho. Tanto es así que cinco minutos después llegó el gol de Maikel, luego un remate de Rubén que se fue alto por poco y finalmente un tiro al palo de Araujo.

Nada puede hacer la fe si el argentino ha dado un bajonazo de nivel en los dos últimos encuentros, justo cuando más cerca del área ha estado. Como tampoco puede actuar si un futbolista como Juan Cala, garantía de seguridad hasta hace bien poco, también está irreconocible.

Pero, sobre todo, la creencia no puede actuar de ninguna manera si Herrera no se aclara. Efectivamente, ha demostrado tener un desconocimiento profundo de su plantilla. Pasan las semanas y sigue en el limbo. Sólo una victoria ante el eterno rival lo llevaría al cielo. Pero si no...

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