El hartazgo de Miguel Ángel Ramírez Alonso. El presidente de la UD, que se gastó este verano unos 19,2 millones de euros en el primer plantel, mantuvo ayer una conversación con los jugadores del primer equipo en el vestuario amarillo. El principal mandatario, a una pregunta de LA PROVINCIA / DLP, confirmaba el extremo de la cumbre más pasional, tras sumar una victoria en las últimas once jornadas de la competición y ser humillado en el Anxo Carro de Lugo (4-2). "Ayer tuvimos una reunión con los jugadores durante una hora. Les he dicho lo que tenía que decirle. Conocen mi parecer de lo que está pasando, y poco más puedo decir", resaltó en la entrega tradicional de la entidad amarilla de comida no perecedera al Banco de Alimento y Cáritas de Canarias, que se realizó en la puerta de la Curva.

En un tono paternal pero enojado, Ramírez miró a la ojos a sus jugadores, que se habían llevado cuatro tantos en el estadio Ángel Carro. Puso sobre la mesa el esfuerzo económico que ha acometido la entidad. El mandatario pide "recuperar la humildad", un mensaje que también trasladó a la caseta. "Cuando intervine en el verano, porque tuvimos que analizar la temporada pasada, uno de los argumentos que daba es que íbamos de sobrados. Y esto nos está pasando en estos momentos. Si seguimos hablando del ascenso y no vemos la realidad (...) No podemos hablar de unos objetivos sin haber logrado la permanencia", explicó esta mañana el presidente ante los medios. Desde esa clave de unidad y humildad, ayer, Ramírez expresó su decepción por el nivel mostrado por una constelación de figuras.

De Timor a Araujo, están muy lejos de su mejor nivel. Tras el despido de Jiménez, llegó Herrera y no hay revulsivo alguno. Ramírez habló alto y claro. El domingo, le toca al plantel dar la cara ante el eterno rival en la madre de todas la batallas. El derbi de la depresión y de la resurrección.