Diez minutos y 45 segundos para recuperar la vergüenza. Terremoto dialéctico en el partenón de Siete Palmas. El 'así los puso firmes' sale a la luz. El enojo de un presidente en el corazón del vestuario del Gran Canaria. En busca de un horizonte más digno. Miguel Ángel Ramírez Alonso, en estado puro. El principal mandatario de la entidad amarilla se dirigió de forma cruda al plantel tras el durísimo correctivo del CD Lugo en el Ángel Carro (4-2), y con un derbi en el horizonte -este domingo, 17.00 horas-. "A mí me van a matar, pero les diré mi opinión a la cara", expresó al grupo.

En relación al pulso ante el cuadro tinerfeño, les comunicó a sus jugadores que "es una final, hay que ir a ganar y morir en el césped. Ganar y morir. Solo espero que mueran en el césped (...) Los quiero ver con sangre en los ojos. Se acabó el pasteleo, que ahora la meta sea 'un equipo para salvarse', ¡es acojonante!. Señores, a muerte; insisto: ¡deben morir!".

El citado lunes por la tarde, tras llegar del aeropuerto de Gran Canaria, el plantel profesional y todo el cuerpo técnico -encabezado por Herrera- se encerró en la caseta. Y se escuchó una voz. El guardián del orgullo de una afición herida de muerte. La UD suma una victoria en las últimas once jornadas y late en caída libre.

El desemboloso fue multimillonario -19,2 millones, 17 fichajes- en un plantel repleto de figuras y sin reacción, tras la destitución de Jiménez, y que ha recibido ocho tantos en tres partidos con el arquitecto del último milagro, Paco Herrera. "No quiero que nadie haga lo que le dé la gana con el escudo. No lo voy a tolerar. Debemos analizar cómo pueden aportar lo máximo (...) El fútbol no es una ciencia exacta, pero los quiero ver con sangre en los ojos".

En un tono directo, enérgico y pasional, Ramírez demanda una reacción urgente, proporcional al esfuerzo de la entidad, que maneja el segundo tope salarial de la competición de plata -solo superado por el Málaga- tras el descenso apocalíptico en la 'era Emenike'. La UD va novena, a seis puntos de la zona de promoción de ascenso y a diez unidades de la segunda plaza. "Espero que todo el mundo esté preparado y concienciado sobre lo que está pasando. Ya se acabó señores; ya no hay más, la historia de todas las semanas de decir lo mismo...'El la próxima semana lo conseguiremos', eso hay que desterrarlo. Llevamos once partidos y una victoria. Saco mis propias conclusiones y se las quiero decir a la cara. Tengo la sensación de que me he equivocado; he hecho un equipo de ricos. Pero estamos a tiempo. Quiero que demuestren lo que valen. Y para ascender a Primera, hay que hacer un equipo de gente humilde. Y de gente que tenga hambre (...) Creo que me están tomando el pelo, se los digo honestamente a la cara".

Además, comunicó al plantel que "esta semana me van a matar [en las redes sociales y en el entorno]. Me dirán de todo, pero el derbi hay que ganarlo con huevos. Es una final, los quiero ver con sangre en los ojos. Se acabó el pasteleo". Y reiteró que "son un 'plantillón". Además, trasladó las diferencias salariales entre el Lugo y la UD, así como que cobran puntualmente. Ramírez marca el primer gol del derbi con una lección de orgullo y un talante constructivo en busca de la motivación precisa para acabar con el ogro del Teide.