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La crisis / Adiós a un 2018 negro

Fractura en la UD

Las palabras de Raúl Fernández en Córdoba sobre la falta de compromiso denotan una división en el vestuario

Formación inicial de la UD Las Palmas frente al Córdoba. LOF

La cuarta goleada consecutiva fuera de casa en contra del equipo amarillo evidenció una cuestión que desde fuera ya se intuía, pero que acabó por confirmarse desde el mismo momento en que salió desde dentro: hay una fractura en la UD Las Palmas. Las palabras de Raúl Fernández en las tripas del Estadio El Arcángel después de la derrota frente al Córdoba (4-1) no dejan lugar a dudas de que, en el vestuario, no todos van a una.

Ni siquiera hace falta leer entre líneas al portero, porque el vasco, uno de los tipos más sensatos y profesionales de la caseta, habló claro. "Los que estemos comprometidos y con ganas de defender el escudo de Las Palmas, a muerte, el que esté dudando de no saber qué hacer, que se marche y ya está". La frase no sonó a calentón instantáneo por haber caído ante el penúltimo clasificado de una manera humillante, sino a hartazgo.

"Hay que ser mucho más comprometidos de lo que estamos siendo. Falta madurez, a lo mejor, en ciertos casos, no lo sé, pero yo pediría que los que nos quedemos en el mercado invernal, a muerte, y los que no, pues ya saben", insistió. Lo que no quiso añadir fue qué futbolistas en concreto carecen de ese compromiso mínimo exigido. "A mí no me corresponde ese trabajo". Pero sí lo dejó caer que haberlos, haylos.

El semblante del vizcaíno en la zona mixta -lugar habilitado para que los periodistas entrevisten a los jugadores- de El Arcángel era muy serio, casi dramático. Pero no era el único que lo tenía. De hecho, las caras de todos eran el fiel reflejo del estado actual de la UD: depresivo y sin visos de solución.

También Paco Herrera y Toni Otero, aunque sin micrófonos delante, se mostraron muy molestos con la plantilla y, en concreto, con determinados futbolistas, lo que no deja de ser otro síntoma de grieta en el seno del club isleño. Tanto el técnico como el "máximo responsable de la parcela deportiva", tal y como se definió el gallego el día de su presentación, están enormemente decepcionados por el rendimiento de algunos jugadores.

Drama en la zona mixta

Antes, en la rueda de prensa, el preparador, en un tono comedido aunque contundente, expresó su enfado por los errores defensivos que condenan al equipo y que, por mucho que se trabaje en los entrenamientos para no volver a cometerlos, los planes no se ejecutan en el campo. Luego, evidenció su profundo descontento con mucha más vehemencia.

De hecho, el discurso de Herrera en cuanto a los posibles fichajes en el mercado de invierno ha cambiado: ahora sí que abre la puerta a la llegada de refuerzos, aunque insiste en que los mismo, primero, llegarán del filial.

El secretario técnico, por su parte, no cabía en sí del enfado. Con la bala del entrenador gastada antes de lo previsto tras el despido de Manolo Jiménez cuando el equipo sólo había sufrido dos derrotas y se encontraba en puestos de playoff, pone ahora las miradas en el plantel, que, de momento, no le ha correspondido, según él, al esfuerzo que ha realizado el club por algunos de sus miembros.

Otero se ve con el agua al cuello porque, después de 19 partidos, su apuesta del entrenador y de algunos de los 17 fichajes -casos de Lemos, Fidel o Mantovani- le ha salido rana y, lo que es peor, avecina un horizonte negro en el caso de que el equipo no suba a Primera: la UD no podría asumir el coste de la plantilla actual.

Ya lo advirtió el presidente Miguel Ángel Ramírez a los futbolistas en su primer rapapolvo a la plantilla tras el desastre de Cádiz (4-1). El máximo mandatario, harto, tuvo que abroncarles una segunda vez tras el hundimiento en Lugo (4-2). Son síntomas de fractura en la UD.

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