"Es como si a Van Gogh le dan un pan para que pinte. No le llegan balones, al Moña le han sustraído el pincel". Una voz autorizada del vestuario de la UD Las Palmas radiografía de forma alegórica la sequía de Rubén Castro Martín -un tanto en las últimas ocho jornadas-. Más que desacierto o falta de precisión, el estilete de 37 años (tercer máximo realizador histórico de la categoría con 125 dianas) se ha vuelto invisible. De ejecutor letal a alma en pena. En las últimas tres jornadas de Liga -ante el Rayo Majadahonda, Osasuna y Nástic de Tarragona- no ha podido completar un tiro a portería. Habita en el silencio.
Con nueve tantos y una asistencia en 22 jornadas (1.744'), Rubén Castro es el pichichi de la UD y el tercer máximo realizador de la categoría de plata. Ostenta la primera plaza de la tabla de pólvora Enric Gallego (15), que desde el 16 de enero forma parte del ataque de la SD Huesca. La pegada atómica del Moña fue determinante en la primera vuelta de la UD, participando de forma capital en doce puntos -un 41% del total, que son 29 unidades-. Tras un arranque de matrícula de honor de amarillo, seis dianas en las primeras cinco jornadas, el Moña contabiliza tres tantos en las últimas 17 batallas de Segunda.
En la 'era Herrera' -las últimas ocho jornadas-, Rubén Castro suma un tanto ante el Córdoba en el Nuevo Arcángel. Y saltó al césped de revulsivo en el segundo acto para hacer el empate 1-1 antes del esperpento (4-1). Su último gol en el Gran Canaria fue ante el Granada (2-2), el pasado 16 de noviembre.
Sin mojar desde Córdoba
En el festival pirotécnico ante Osasuna (4-1), en la única victoria con Herrera el pasado 12 de enero, Fidel (2), Mir y Álvaro Lemos fueron los realizadores. Y ante el Nástic de Tarragona, los mejores minutos de la UD llegaron tras la cartulina roja a Thioune (70'). Mir y Momo, en dos ocasiones, tuvieron opciones de oro para triturar al colista en el Nou Estadi. Este despertar llegó con el Moña en la caseta, tras ser retirado en el 68'. Dejó su puesto al alfil de Las Torres Jerónimo Figueroa, que agitó el encuentro y fue el más destacado.
¿La UD juega mejor sin Rubén? En los tres últimos duelos ligueros, dos empates -ante Rayo Majadahonda y Nástic- y un sonado triunfo ante Osasuna. El Moña ha pasado de puntillas y estalla el debate de la soledad del killer.
Resulta inconcebible alcanzar la meta del ascenso sin la guadaña '7'. Herrera no duda del potencial del Moña -el máximo realizador histórico del Betis con 147 dianas-, que luce galones. Mañana se perfila titular ante el Zaragoza (20.00 horas, Gol TV) en el Gran Canaria y en la disputa de la 24ª jornada. Con un ideario táctico tatuado a fuego -el sistema 4-1-4-1- en el vestuario, la presencia de Peñalba, Timor, Galarreta, Fidel y Mir en la medular es indiscutible. Y bajo ese manto de músculo y talento, falta un asistente para el Moña. El artillero isletero encadena tres jornadas ligueras sin disparar a portería -cuatro remates pero lejos de los tres palos-. Fue ante el Córdoba cuando llegó su último misil al arco. Y en las últimas once jornadas: seis tiros. Síntomas de la desconexión.
Tercero más productivo
Rubén ocupa la tercera plaza en la tabla de tiros a portería de Segunda con 22 en sus 22 partidos -veinte fue titular y solo ante Elche y Córdoba entró en el segundo acto-. Enric Gallego (que ahora forma parte del Huesca) es el líder con 27. La plata es para Junior (Mallorca) con 23 lanzamientos a palos. En lo referente a los remates totales, el Moña suma 34 y también es tercero.
Con 47 goles con la UD en sus dos ciclos, el pichichi de la categoría de plata en la 2003-04 late en el ojo del huracán. En busca de los 64 puntos -cifra que garantiza la disputa del playoff de ascenso-, los de Herrera necesitan a Rubén Castro. Pocos lucen ese instinto asesino en el área.Le avalan sus 243 tantos en sus más de dos décadas de carrera.
El cuadro isleño, tras invertir más de 20 'kilos' en un plantel de lujo, es el séptimo máximo realizador de la Liga (28 tantos). El playoff está a nueve puntos. La pólvora es el atajo. Hay que recuperar al Moña. Rescatarlo de la soledad. Encender la luz y darle un pincel al artista.
