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El final del ciclo de Paco Herrera

Una destitución anunciada, el fin de la fe y el tercer técnico

Los resultados sentencian a Herrera, que había afirmado una vez más "ser capaz"

La desesperación de Maikel Mesa, ayer, en la disputa de la 28ª jornada ante el Extremadura. Quique Curbelo

Cuando Paco Herrera compareció ante los medios de comunicación después de sumar su séptimo empate en 13 partidos todavía no sabía que iba a ser destituido como entrenador de la UD Las Palmas, aunque podía intuirlo. En cualquier caso, en su enésimo intento por intentar convencer a todo el mundo de que su equipo era capaz de alcanzar el playoff había invocado una vez más a la fe como solución, porque el fútbol no le daba. Minutos después, el preparador, que había sustituido a Manolo Jiménez a finales de noviembre, se marchaba del Estadio sin saber que iba a ser despedido.

"Sigo pensando que vamos a ser capaces. Creo que se puede sacar y tengo que creerlo. Tengo fe ciega. Es mi trabajo y creo en él. Sigo pensando que estamos cerca", había declarado en la sala de prensa. Sin embargo, el presidente Miguel Ángel Ramírez no dio opción a comprobarlo. Ausente en el palco durante el partido, el máximo mandatario amarillo tenía la firme convicción de echar al catalán si la UD no conseguía la victoria frente al Extremadura.

Esa determinación la conocía el propio Ramírez, varios de sus allegados como el secretario técnico Toni Otero e incluso algunos periodistas. Herrera, en cambio, sólo podía tener una intuición, sobre todo porque la ratificación, aunque indirecta, en el mundo del fútbol, suele ser la antesala de un despido.

Ratificación constante

"Lo que han hecho es decirme que esté tranquilo, que no hay nada de nada. No es que me hayan dicho 'te damos una semana más' o 'te estamos respaldando', no. Cada vez que ha salido la noticia he recibido una llamada diciéndome que estuviera tranquilo y que estaba todo en su sitio", afirmó el técnico.

Con esas declaraciones salía al paso de las informaciones que le situaban fuera de la UD en el caso de que el equipo no sumara los tres puntos ante el cuadro extremeño, pero lo cierto es que Herrera está condenado por los resultados.

Su segundo periplo en Las Palmas concluirá con un balance de dos victorias, siete empates y cuatro derrotas en 13 partidos. Además, dejará al equipo en el undécimo puesto, a nueve puntos de la promoción.

"El equipo no acaba de arrancar. Yo veo lo mismo que vosotros -los medios de comunicación-. Seguramente no consigo transmitir a los jugadores todo lo que pienso de ellos y del equipo. Estoy preocupado porque no consigo lo que creo que puedo conseguir. No acabo de arreglarlo", declaraba.

Ese fue el primer alarde de sinceridad de Herrera. Por fin había aparcado la fe y había reconocido que no ha conseguido dar con la tecla. Ese, precisamente, es su epitafio. Y a todo esto, la UD tendrá a su tercer entrenador en el curso.

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