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Tenerife-UD / La historia del derbi

A la élite en el Heliodoro

Hace 65 años del ascenso de Las Palmas a Primera en casa del Tenerife - Primer derbi oficial en el feudo blanquiazul - Un empate sin goles catapultó a los amarillos

Momento en el que Óscar y Gallardo se golpean en los minutos finales del partido. La acción acabó con la expulsión de ambos futbolistas. LP/DLP

"En Tenerife jugamos un partido muy duro. Ellos no se jugaban nada de nada, pero entraban como camiones, arrasando a todo el que encontraban a su paso. Nos insultaban y hasta nos tiraron piedras, pero empatamos y logramos ascender". Aquel ascenso no fue uno más. No era el primero de una UD que no había cumplido ni cinco años de vida, pero ningún otro, de los cuatro que le siguieron, se pudo celebrar como ese: en casa del eterno rival. Hace 65 años, a punto de rebasarse el mes de abril, el equipo amarillo, con un empate a cero, certificó su título de Segunda División y el ascenso a la élite del balompié nacional en la última jornada de Liga en el Heliodoro Rodríguez López, en el primer derbi oficial que acogía el feudo blanquiazul.

La frase que encabeza todo esto y que resume aquel derbi con ascenso la pronunció Ricardo Martínez 'Ricardito' en 2015. Su memoria no mintió si la historia se encuadra con la crónica de aquel partido que se jugó en Santa Cruz de Tenerife el 25 de abril de 1954. "El partido de ayer en el Heliodoro Rodríguez López fue épico. El tono del partido fue de juego duro y de alta emoción. No cabe hallar otra cosa al hacer el desmenuzamiento en la crítica", decía la crónica del partido del DIARIO DE LAS PALMAS, donde se desgranaba el sentir de los desplazados hasta Tenerife a seguir el partido, movidos por un sentimiento: "que su equipo no se estanque en una división inferior a la que cree corrresponden los méritos de su club representativo". La historia, en ese sentido, no ha cambiado mucho para la UD.

Agresión y expulsión

El derbi pasó a la historia por el ascenso amarillo, que no es poco. Porque el partido acabó con un empate sin goles tedioso, pero caliente, como reflejó el último minuto del partido donde Óscar, zaguero blanquiazul, se enzarzó con el amarillo Gallardo. Aquello acabó en tangana, con ambos futbolistas rumbo al vestuarios. "Una expulsión al amarillo rigurosísima, ya que todos los espectadores vimos como Gallardo se quedaba completamente quieto sin responder la agresión del defensa tinerfeño", prosigue la crónica y ahí, sin imágenes ni VAR, que cada uno creyera lo que quisiese.

El caso es que Las Palmas se había procurado de evitar cualquier suspicacia con el silbato. Pidió a la Federación Española de Fútbol tres cosas: un delegado y dos jueces de línea neutrales, algo que no era normal en la época, donde los ayudantes del colegiado principal solían ser locales para ahorrar gastos. La UD, con ese punto atado, se marchó en avión hasta Tenerife el sábado por la mañana con el Hotel Plaza como lugar de concentración.

No fue sola Las Palmas a buscar el ascenso a Tenerife. Hasta 3.000 hinchas amarillos fueron a apoyar al equipo a Santa Cruz de Tenerigfe por mar y aire. La mayoría de ellos, a través de dos buques: el 'Ciudad de Algeciras' y 'La Palma', fletados por los propios peñistas amarillos. El 'patrón' del primero de ellos era Santiago Pérez, propietario de la tabaquería El Deportivo, enclavada en el Guiniguada, explicó en este diario a un reportero en los días previos al partido cómo iba la "excursión":

- Periodista (P): ¿Cubierto ya el total de pasajes de pasajes?

- Aficionado (A): Sí, señor y podríamos completar otro barco si dispusiéramos de él.

- (P): ¿Qué ambiente se respira entre los aficionados que van a intefrar la expedición?

- (A): Es magnífico, pero no se ignora que el partido será difícil. Vamos al Estadio del Tenerife a cumplir con la noble misión de que a los jugadores amarillos no les falte el aliento para dar ese paso definitivo.

- (P): ¿Cuántos aficionados calcula usted que se trasladarán para este partido?

- (A): Unos 3.000 aproximadamente. Los dos barcos están copados en absoluto y no hay ya un pasaje. Lo mismo pasa con los aviones de esta semana.

Un barco que partiría después de una misa de especial en la Parroquia de San Pablo del Puerto de La Luz, a cargo del capellán de la UD Las Palmas, con especial recuerdo para los excursionistas que iban a intentar conquistar Tenerife. El precio: 115 pesetas de la época con la posibilidad de pagar en plazos.

Ante tremendo despliegue, la UD Las Palmas tenía claro una cosa: no podía fallar. "Creo que el ascenso lo conseguiremos. Será nuestro mejor ofrecimiento a la afición. Vamos conscientes de lo que se juega la UD Las Palmas en este partido y ser hará todo lo humanamente necesario para ganar. El partido de todos modos es difícil y nos encontraremos con un Tenerife decidido a vencernos", decía Juanito Beltrán, el mítico defensa del pañuelo -jugaba con él para proteger su frente y cejas del balón- en los días previos al partido.

Concentración

No le faltaba razón en eso. El Tenerife, por primera vez en la temporada, se concentró antes de un partido. Lo hizo en el Balneario de Santa Cruz, en la carretera de San Andrés. Una concentración de miércoles a domingo del equipo entrenado por Carlos Muñiz. Una prueba de la importancia con la que se tomaron un derbi donde en términos deportivos no se jugaban nada.

El alicantino Satur Grech, técnico de la UD Las Palmas, hizo lo propio. Mandó a su equipo al chalé de la Cruz del Inglés en el Monte, a la Residencia Feluco Bello. "La moral no puede ser más elevada. Hay un espíritu de lucha inmenso y yo estoy seguro de que pondrán todo lo que esté a su alcance para conseguir este ascenso automático que merece la gran afición canaria y el prestigio de la UD Las Palmas", reflejaba el entrenador desde allí.

Grech tenía claro el once, con aquel 1-3-3-4 que se estilaba en la época: Pepín, Juanono, Beltrán, Beneyto; Torres, Villar, Macario; Gallardo, Villota, Ricardo y Peña. En las últimas nueve jornadas, la UD había sumado siete victorias y solo dos empates. La racha tenía que acabar en ascenso y así acabó. Empató en el Heliodoro Rodríguez López, los aficionados que acompañaron al equipo inundaron el campo para celebrarlo con los jugadores y la UD volvía a la élite del fútbol español. Los vítores a la llegada de aquel equipo fueron tremendos, con un gentío en la calle el lunes. ¡Pues no faltaba más! (que diría el mítico locutor Pascual Calabuig).

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