Morir desde el decoro. El derbi de la urgencia quedó resuelto con la aparición de Carlos Ruiz, gol y actuación clave en la sentencia, para un Tenerife mediocre (2-1). La UD se adelantó, con un tanto de Cedrés, y acusó de forma ostentosa la roja a David Timor -por doble amonestación en apenas diez minutos, al inicio del segundo acto-.

El bloque de Mel firmó un primer acto primoroso, y se fue derritiendo con el paso de los segundos...Hasta el punto de brindarle al Tenerife la mejor ocasión para escapar del abismo. Pésima reacción del banquillo de Mel, sobre todo con la entrada de Javi Castellano, y aquí está la crónica de un desplome.

Las Palmas, que partía de claro favorito, fue presa del pánico. Una vez más. Y van 18 años. Ganar en el Heliodoro vale una vida, un alma que no late en este vestuario. En inferioridad, y con la misión de equilibrar los tantos de Ruiz y Naranjo, la UD terminó superada por el empuje de un rival intenso y con sangre en los ojos.

El infierno de la UD Las Palmas se llama Heliodoro Rodríguez López. Nuevo motivo para la discordia arbitral. Una entrega infinita. El cuadro de Pepe Mel sucumbió anoche (2-1) ante el Tenerife, tras una discutida actuación arbitral de Rubén Ávalos. El juez de la contienda expulsó a David Timor (55'), por una rigurosa doble amarilla, y se apiadó de la roja de Dos Santos y Milla. Condicionó de forma determinante el devenir de un derbi vitamínico y vibrante, que tuvo a Cristian Cedrés a su primer goleador. El canterano, con los amarillos en inferioridad,adelantó a los de Mel, pero la irrupción de Carlos Ruiz, goleador y asistente para Naranjo, resultó dramática. El central, que entró por Dos Santos, y el colegiado, liquidó a una UD meritoria.

Van dieciocho años y podrían ser una eternidad. A esta UD del talonario se le resiste poner una pica en el Teide. Desde 2001, el bloque amarillo no se impone en un feudo maldito. Ayer, con un once con David García por el lesionado Aythami Artiles —la misma propuesta que tumbó al Lugo—, el cuadro amarillo dominó de principio a fin el primer acto. Lemos, Blum y Rubén Castro desperdiciaron las más claras. Brilló bajo el deleite la puesta en escena de Eric Curbelo. Araujo y Rubén desnudaron las miserias de un Tete desamparado. Se palpó el pánico, se veía venir el delirio amarillo. Pero fue un espejismo. Un engaño mayúsculo. La gran estafa la diseñó el juez con la roja a Timor y Mel con la entrada del invisible Javi Castellano. De manera incomprensible, Maikel Mesa se quedó en el banco. Llamen a Iker Jiménez. Otro expediente 'X'.

Con un 36% de posesión, la UD fue avasallada por el Tenerife. Igualados a remates (13), la roja a Timor terminó por desequilibrar un pulso de penosa categoría. La emoción dictó sentencia. El Heliodoro festejó el triunfo como si de un título se tratase. Igualados a faltas (16 del 'Tete' por las 17 del bloque del novelista), solo hubo una cartulina roja para los visitantes. Los de Oltra vieron seis amarillas y cayeron cinco veces en posición ilegal. Este carrusel de controversia llega tras el incendio de la primera vuelta, con roja a David García y penalti inexistente.

Y es que los tinerfeños terminaron por imponer su grado de necesidad ante una UD que se refugió en la osadía de Josep. El meta canterano sacó una mano prodigiosa a Malbasic y otra a un tiro de Suso. Fue el mejor bajo del drama. Por otra parte, los misiles deBlum se toparon con los guantes de Dani. Fue noche de porteros y ovaciones. El templo del Teide aclamó a Milla, que debió irse a la calle al inicio del segundo tiempo. Las cosas del drama arbitral.

Ritmo y pegada

La UD diseñó una puesta en escena perfecta. A los nueve minutos, disparo de Cedrés. Responde Milla.Le tocó a Nano (15'), pero su disparo, tras pase de Racic, se estrelló en el lateral de la red. Josep, tras solo dos partidos oficiales, lució poderío. Galones de gofio. El 'Tete' estaba perdido y se mascaba el drama. De Suso no había noticias, tampoco de Undabarrena. Timor y Galarreta se habían apropiado del balón. Caían los segundos, se acercaba un capítulo de leyenda. Silencio en el infierno. Pavor en la esquina de Oltra.

Mel seguía a lo suyo.Había que desgastar a la muralla tinerfeña. Dos nuevos ensayos en la recta final de este primer periodo, primeramente un remate de Rubén Castro terminó a córner de forma milagrosa. Envió lejano de Timor a la base del poste derecho y el 0- 1 era una cuestión de tiempo. Pero también de méritos y atributos. La actuación de Dos Santos fue bochornosa. Patada tras patada, trató de frenar a Araujo por lo civil y criminal. Se alcanzó el ecuador estalló la polémica. El caos del nuevo siglo. La advertencia de Juan Cala toma cuerpo.

Desde el 46', el dominio cambio de color. Los blanquiazules lucieron nervio y presión. Nano, Suso y Milla mordieron en la medular. Se dejaron el riñón. De los amarillos no había latidos, sólo los latidos de Rubén Castro. Y en seis minutos, Timor se fue a la calle. El rasero se había perdido. El Heliodoro lo festejó como un gol. Dos patadas del mediocentro y un escudo huérfano de justicia.Luis Pérez penetró hasta la línea de fondo y Malbasic mandó su remate a los remates de Josep.Lanzamiento lejano de De Galarreta y el meta local Dani reclamaba justicia.

En esa fase de cambio de ciclo, la UD asestó una puñalada de mérito. Misil de Araujo, Dani Hernández aborta mal el peligro, y Cedrés, invisible en el filial, manda el esférico a la red: 0-1. Había que remar como fuese, mantener una renta que parecía kilométrica. Pero diez minutos después, un saque de esquina, sacado por Milla, terminó en la cabeza de Carlos Ruiz. El demonio del derbi. Penosa acción defensiva y 1-1. Regalar el empate de esta manera resulta trágico. Una vergüenza.

Nano y Suso elevaron su nivel. Apareció Naranjo y Mel recurrió a Peñalba. El argentino le dio otro aire, brindó personalidad a la UD. De Javi Castellano, no se puede decir nada bueno. Fue un lastre.

Malbasic (79') se estrelló en la figura del novato Josep y el bombardeo seguía su curso bajo la lluvia de banderas. El que dio en la diana fue Naranjo (86') tras la portentosa aparición de Carlos Ruiz. El Tenerife aplastó a la UD por empuje con un sistema medieval. Los de Mel, con once, fueron mejores y apelaron a la épica con diez. Quedaron reducidos a cenizas en el combate de la necesidad. Se impuso la ley del apetito y del escándalo. Pero siendo francos, los amarillos se dejaron arrinconar. Centímetro a centímetro, entregaron su alma al diablo. Sigue el presidente Ramírez sin poder conquistar el Heliodoro, y van casi dos décadas. Llegó el final, y se festejó como un título. La miseria del pobre. Solo los mil fieles amarillos se merecen una estatua.

Con el único argumento de mantener el orgullo del escudo, la UD se dejó comer la tostada. Resulta intolerable ver cómo un Tenerife ramplón te encierra en tu jardín. Repleto de ausencias, cabe reseñar el esmero de Araujo y el arrojo de David García y Curbelo. Faltó la puntilla de Rubén, que desperdició una clamorosa. En esa batalla del fango y el músculo, brilló Milla. Terminó aclamado. El derbi del pánico se queda en el Teide. No hay consuelo para la parroquia amarilla, solo queda la coherencia de Mel, que ha descubierto a un portero -Josep- y a un extremo -Cedrés-. Dolor y llanto. El Heliodoro es un infierno.