Pocas cosas más precipitadas hay en el fútbol que sacar conclusiones en las pretemporadas. Por lo general suelen ser aventuradas, algo vacías y con poco peso. Más aún si se trata de un partido de unos 70 minutos, el primero del verano y entre jugadores del mismo equipo. Sin embargo, por trivial que resultara el test para hacer valoraciones de peso, a priori, sí que puede resultar válido para determinar ciertas actitudes y aptitudes tras más de una semana de pretemporada.
La primera, que a la gente se le han hecho larga estas semanas sin fútbol en la UD Las Palmas y que la Ciudad Deportiva de Barranco Seco es una atracción. Tanto que hubo tapón de coches en la carretera que conduce a la instalación deportiva -sin carril bici al que echarle la culpa-, el aparcamiento se llenó y la grada despidió a los futbolistas amarillos con un aplauso. Todo a pesar de ver un partido sin goles (0-0), pero con detalles que invitan a un moderado optimismo después del sopapo del curso pasado, donde se soñó en un ascenso que terminó en un escudo lánguido que pedía final.
Esos destellos que sacaron alguna mueca de aprobación y alumbraron algo el partidillo que disputó la UD Las Palmas llevó el sello de la casa. Y es que la cantera salió al paso en Barranco Seco, reflejada, sobre todo, en un chaval que aporta una estampa más propia de tener que estar en la grada de espectador que sobre el césped: Pedri. El tinerfeño, que firmó su primer contrato profesional al comienzo de la semana, sacó a relucir un talento que necesita tiempo y molde. Treinta millones de cláusula de rescisión y un atisbo para creer que ahí hay potencial para sacar un buen futbolista.
Porque más allá de sus dotes con el balón, que las tiene y las mostró, Pedri dejó algo innato: desparpajo. El juvenil, a sus 16 años -cumplirá 17 en noviembre-, no desentona entre hombres; es más, el adolescente luce. Lo hace con una conducción limpia del balón, un manejo interesante de las dos piernas y un buen golpeo para colocar el balón donde se le precisa. Lo hizo en el partidillo más de una vez. Por ejemplo, para centrar un primer balón con la derecha; poco después, otro con la izquierda tras un recorte para cerrar una cabalgada por banda. Dos detalles, dos destellos que se corroboran cada vez que el balón le toca. De momento, oposita para mantenerse en este equipo.
Un proceso en el que ya se han visto otras veces otros futbolistas que no quieren dejar pasar esta convocatoria. Un saco donde están hombres como Benito Ramírez -hiperactivo en el encuentro-, Fabio González -siempre correcto- o Edu Espiau -trabajador insaciable y ancla para desahogar el juego-. Pero también los que acaban de dar ese salto, como Álex Suárez, firme en el eje central con Aythami Artiles, buscan convencer. Lo mismo que Kirian Rodríguez, mandón con el balón e involucrado en bajar al barro, a defender, a pelear. Nadie tiene el sitio seguro y eso se nota.
Quizá por eso la intensidad entre compañeros sorprendió. Se peleó con garra cada balón, cada acción. No cayó ningún gol en las porterías que defendieron Josep Martínez y Álvaro Valles. Un dato que puede dar a entender que el fútbol fue ramplón y poco vistoso, aburrido y sin voltaje. Nada en eso.
Se notó también en cómo protestaban cada acción. Recriminó Benito un fuera de juega al linier; se calentó Deivid -de mediocentro- con el árbitro; protestaba también Rubén Castro en punta. Había ganas de competir.
Los dos equipos que dispuso Pepe Mel combinaban juventud con experiencia. Por un lado, con los petos, se colocaron: Josep Martínez en portería; línea de cuatro para Diego Parras, Álex Suárez, Aythami Artiles y Diego Parras; como pivote, Mauricio Lemos; bandas largas y de trabajo para Pedri y Benito; Fabio González y Ruiz de Galarreta como volantes; y, de referencia arriba, Edu Espiau.
Mismo patrón
En el otro lado del campo, un calco en el dibujo y donde solo cambiaban los nombres: Valles; Jesús Fortes, Eric Curbelo, Martín Mantovani, Dani Castellano; Deivid, Cedrés, Kirian, David Timor, Srnic; y Rubén Castro.
En el banquillo se quedaron tres cambios: Javi Castellano, Josemi Castañeda y Tomás Pekhart. Fuera de circulación por diferentes molestas no participaron: Sergio Araujo, Maikel Mesa, Álvaro Lemos, Toni Robaina, Christian Rivera y Benito del Valle, portero de Las Palmas Atlético. Tampoco Raúl Fernández, que aún no ha pisado el césped del recién estrenado campo de Barranco Seco.
En esa lista, el nombre en positivo es el de Sergio Araujo. El delantero argentino, después de varios días al margen del grupo, completó ayer el entrenamiento con el grupo. No obstante, por precaución, tras superar su sobrecarga en la rodilla derecha, se reservó. Lo que no pierde el '10' es el tirón entre la gente y los niños, que recogieron varios autógrafos del ariete cuando acabó el partido y salió del edificio central de Barranco Seco.
Otros nombres a tener en cuenta por el nivel que han mostrado en este partido y los entrenamientos son Martín Mantovani, Aythami Artiles y David Timor. El trío está fortísimo. Al zaguero argentino le vino bien su paso por Huesca. Es el central preferente de Pepe Mel y el ex del Leganés está al alza en esta pretemporada.
Fin a la semana
El partidillo vale como preludio a lo que será el primer choque 'serio' de la UD Las Palmas esta pretemporada. El conjunto de Pepe Mel jugará el sábado (12.00 horas) en Fuerteventura frente al Gran Tarajal, que ascendió la pasada campaña a Tercera División. Un encuentro que le valdrá a Mel para seguir viendo qué le puede ofrecer este grupo de futbolistas que ya empieza a ser conocido para él.
Para hoy, vuelta al trabajo y vuelta a la sala de prensa. La UD -muda desde que arrancó la pretemporada- estrenará el micrófono con el técnico madrileño, que comparecerá ante los medios con muchas preguntas en el aire. La pretemporada sigue y los veredictos están lejos aún de ser del todo concluyentes.
