Hay frases que persiguen. Y a Toni Otero, secretario técnico de la UD Las Palmas, hay una que se le ha pegado como su sombra. "Nos podremos equivocar a nivel deportivo, pero en el tema económico, os puedo garantizar que tanto Miguel -Ángel Ramírez- como yo hemos sido no meticulosos, sino más que meticulosos. Nosotros no hemos hecho un presupuesto a este año; hemos hecho un presupuesto a cuatro años. No hay ninguna situación de descontrol en el tema económico, eso os lo puedo garantizar". Eso fue lo que firmó con su boca hace casi un año en la sala de prensa del Estadio de Gran Canaria.

La UD Las Palmas, visto lo visto, se equivocó en lo deportivo -no consiguió el ascenso de categoría, es más, ni siquiera lo peleó- y en lo económico -patente en los problemas para inscribir jugadores en LaLiga-. Porque Las Palmas apostó todo al curso pasado, se marcó un 'all-in' en la partida de póquer que es la Segunda División y ha tenido que pedir un préstamo al crupier de la mesa. Hoy, la UD que se dibujó el curso pasado está emborronada.

De aquella UD que se plantó en septiembre de 2018 con un límite salarial de 19.2 millones de euros, para ser capaz de incorporar a futbolistas como Juan Cala, Danny Blum, Hadi Sakho, Rubén Castro, Sergio Araujo, Alberto De La Bella, Raúl Fernández, David Timor o Fidel, quedan las rémoras. Un lastre que varió el patrón del club dirigido por Miguel Ángel Ramírez. Sin aquella millonaria ayuda al descenso, la UD ha bajado a la tierra de Segunda División.

Ante ese panorama, el sostén vuelve a ser uno: la cantera. El modelo cambia drástricamente una vez más: apartados los fichajes, la casa manda. Rebuscar entre el filial y los cedidos ha sido la pauta desde que finalizó la temporada pasada. Estaba advertido el técnico Pepe Mel, que desde que llegó a la Isla y con las opciones de ascenso esfumadas, empezó a cribar lo que había más allá de los límites del Estadio de Gran Canaria. El Anexo, su nuevo vivero.

Una premonición

Se adelantó al momento crítico y empezó a atisbar lo que se le venía encima. Contó desde el principio con Toni Robaina, al que conocía de su etapa en el Real Betis, y Cristian Cedrés. A ellos se les unió poco después Josep Martínez, que le ganó el duelo a Nauzet Pérez tras la lesión de Raúl Fernández. Con él, ya al final de la competición, se asomaron también al primer equipo futbolistas como Kirian o Carlos González.

Una lista de talentos a los que se han unido de manera definitiva Álex Suárez, Fabio González o Benito González, tras su cesión en el Rayo Majadahonda. Todo unido a la gran irrupción de la pretemporada: Pedri. El juvenil, a sus 16 años -cumplirá 17 en noviembre-, ha tenido un impacto enorme en el equipo de Pepe Mel. "No importa si tiene 16, 15 o 20, el caso es que sobresale y ahora es patrimonio del club. Yo creo que va a ser un jugador importante en el fútbol español. Ya hay gente viéndole y le tenemos que cuidar. Juega porque le estamos preparando. Es un chico al que no le pesa lo físico. Cuanto más sume y más juegue contra profesionales y más coja las ideas que le estoy inculcando, mejor. El chaval te mira con los ojos brillantes, quiere ser futbolista", sentenció hace unos días el técnico sobre él.

Y es que la transformación de la UD Las Palmas pasa por ellos. Un grupo donde no han tenido cabida dos hombres fundamentales en las últimas etapas del club amarillo: Momo y David García. El primero, se lo olía. En su último partido en el Estadio de Gran Canaria se bajó las medias cuando Mel decidió sacarle del campo y entendió que igual esa era su última estampa de amarillo. Ovacionado por Siete Palmas, el '11' salió del campo aguantando las lágrimas. En total, 10 temporadas en el club -en dos etapas- que se acabaron el pasado el 2 de junio de 2019.

Situación distinta es la que vivió -y vive- David García. El capitán, que la pasada campaña superó a Germán Dévora para convertirse en el jugador con más partidos en la historia de la UD Las Palmas (474 del de Maspalomas por los 453 de 'el Maestro') se encuentra sin equipo en la actualidad. La UD Las Palmas, ante su compleja situación en los despachos, tenía un plan para David García que el futbolista rechazó. "Un jugador que ha vestido durante tanto tiempo la camiseta de la UD, que ha batido el récord de partidos jugados, merece decidir su futuro. Nosotros teníamos previsto que David García fuese el segundo entrenador del equipo filial, el auxiliar de Juan Manuel Rodríguez, pero cuando se lo comunicamos dijo que no, que quiere jugar un año más, bien en la UD Las Palmas o fuera", desveló Miguel Ángel Ramírez, presidente de la entidad en junio.

"Si salen los jugadores suficientes para abrir hueco, va a continuar, porque en términos económicos no vamos a tener ningún problema", continuó. Sin embargo, eso no ha pasado y su etapa en la UD Las Palmas parece haber llegado a su fin. García se ejercita desde entonces en el San Fernando de Tercera División a la espera de saber qué pasará con su futuro, cada vez más lejos de un escudo por el que lo dio todo. Una salida por la puerta de atrás que no está acorde con sus méritos dentro de la entidad grancanaria.

Con todo eso, a unos días de que comience la competición oficial con la visita de la SD Huesca, solo ha llegado un fichaje que ni siquiera ha podido ser inscrito para el primer partido de LaLiga Smart Bank: Jean-Armel Drolé. El costamarfiñeño, procedente del Antalyaspor turco, se ha dejado ver en la pretemporada con ganas, velocidad, desborde y hambre por triunfar de amarillo. No obstante, su regulación tardará en llegar lo mismo que tarde la UD en liberar espacio en su plantilla y su masa salarial.

El control económico que ejerce LaLiga desde hace algunas temporadas no permite salirse de sus parámetros estipulados. Mientras en la UD se apresuran a renegociar contratos y negociar salidas, la cantera ha vuelto a emerger. Un escenario que recuerda al de la temporada 2010-2011, donde Jonathan Viera y Vitolo saltaron al primer equipo amarillo para liderar un cambio de guardia después de una apuesta fallida que, en aquel momento, supuso una apuesta fallida del club.

Un año antes, a la UD consiguió mantener a futbolistas como Marcos Márquez o Salomón Rondón. Además, acometió fichajes serios y de cierto caché en aquel escenario como el portero Fabián Assmann, el uruguayo Andrés Lamas, los galos Stephane Pignol y Gegory Beránger, el medio Diego León, el punta Javi Guerrero o la repatriación de Antonio Guayre. Todo redondeado con el entrenador del último ascenso a Primera División a la cabeza: el croata Sergio Kresic.

El salto definitivo

Al año siguiente, la UD perdió poder en su cartilla y rebuscó en su cadena de filiales. Con Paco Jémez no solo se asomaron Vitolo y Viera, líderes de aquella generación. Hombres como Juanpe Ramírez, Aythami Álvarez, Armiche o Vicente Gómez pasaron de lleno a la primera plantilla. Además, otros futbolistas como Tyronne, Hernán Santana o Raúl Lizoain también empezaron a pisar Barranco Seco.

El inicio liguero frente al Nástic de Tarragona prometía. Una victoria (3-2) que está en el recuerdo. Ese sentimiento de volver a ver latir a los futbolistas de la casa está presente en el entorno. Probablemente, el uso de la cantera, más allá de las circunstancias que hayan obligado a la UD a volver a hacer una mirada introspectiva en su seno, se torna en consenso en la grada.

Una afición que, por ahora, cuenta con más de 11.000 abonados. La respuesta, a priori, resulta más que aceptable si se mira de dónde viene la UD en una temporada donde sus objetivos se esfumaron con una inversión millonaria.

La UD empieza a competir este fin de semana con una certeza: la cantera vuelve a tomar el mano. Ahora está en las botas de los jóvenes mostrar sus cualidades para seguir vivos en la jungla de la Segunda Divisón. Gran parte del escudo está ahora sobre ellos. Un emblema que no se entendería nunca sin el amor a lo propio, sin una mirada a la casa que tiene mucho talento que dar.