Sonny Curtis, voz y guitarra de The Crickets, escribió a finales de la década de los cincuenta I Fought the Law. Aquel tema, popularizado por la banda The Bobby Fuller Four y elevada a himno por The Clash, en todo un coletazo punk, verseaba sobre una frase continua: I fought the law and'a the law won. O lo que es lo mismo en español: Peleé contra la ley y la ley ganó.

La frase era la coletilla de cada uno de los pasajes que relataba Curtis y que se clavaron en la historia de la música gracias al carraspeo de Joe Strummer, líder de The Clash. La historia, siempre acababa igual: la ley ganaba. Esa narración, en definitiva, mezclaba la firmeza de lo establecido con la pelea irreverente de ir contra ello aunque siempre finalizara de la misma manera. Y es que ese alegato soñaba con una ley que acabara sepultada.

A la UD Las Palmas le pasó algo de esto último cuando acabó el partido en el Anxo Carro de Lugo. Miró al marcador del recinto gallego y allí vio como se reflejaba un 2-0. En un campo donde se ha llevado unos vapuleos soberanos, había ganado -cuatro derrotas en las últimas cuatro visitas-. Se frotó los ojos y lo volvió a ver. A su par, decenas de amarillos que salpicaron las gradas estaban en las mismas. Sí, la ley no ganó.

Acabó el partido y la UD demostró que las leyes se pueden romper. Ganó en el Anxo Carro y ganó en El Toralín. O lo que es lo mismo: seis puntos en dos partidos como foráneos. Disparó a la condición de visitante, a las historias de los campos pequeños y alfombras verdes de poco rigor, de dimensiones escuetas y ambientes hostiles. Recogió un pleno de puntos que dispara su casillero y remolcó un inicio de miedos, de más supuestos que certezas. Porque si hay algo que otorgue verdades en el fútbol son los goles y los puntos. Eso no engaña.

Pero no solo acabó con esa ley la UD Las Palmas. Si guillotinó su miedo a salir de casa -multiplicado por lo maldito de algunos campos- también lo hizo con una condena que viene de lejos: su bajeza defensiva y facilidad para conceder ocasiones para el rival. También la ley de ser siempre el primero en recibir. En estas dos visitas, la UD no ha encajado ni un solo gol. Ayer, en la única ocasión clara de la que gozó el Lugo, Josep Martínez desactivó la bomba. La pareja formada por Martín Mantovani y Aythami Artiles se fundió en un compás. Como que con los 'pequeños' en el centro del campo no se puede jugar, que sin músculo no se va a ningún sitio. Ruiz de Galarreta y Fabio echan la cremallera a ese punto. Y la ley perdió.

Si en Ponferrada reinó la efectividad -ley esa que no suele ponerse mucho de parte de la UD, un equipo con falta de olfato goleador entre tanta baja, en Lugo acabó con otra máxima clásica del fútbol: el que perdona lo paga. Gozó de dos oportunidades más que claras para adelantarse en el marcado y resolver la papeleta cuanto antes. El protagonista del entramado: Slavoljub Srnic, que erró dos balones francos para que la UD se adelantase. La enmienda la puso Pekhart y Pedri, el niño que abrió el marcador. Y la ley perdió.

Pero si hay una ley que ha reventado la UD, en gran medida por el tesón y empeño de Pepe Mel, es que el talento se debe guardar, que debe macerar hasta que esté conjugado. Si Pedri estaba ayer en el césped, si Pedri ha ganado galones en este equipo, si Pedri marcó otro gol para derrumbar mitos sobre el crecimiento de los futbolistas, es en parte por él. Lo otro se lo debe a unas cualidades innatas que le permiten incluso tener esa fortuna para que el balón, escupido por la mano del portero, acabara dentro de la portería. Ahí, la ley también perdió.