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El análisis

Lo extraordinario

Pedri, que cumple hoy 17 años, convierte en costumbre ser determinante en un mundo de adultos l Con Viera es sublime

Pedri González encara a Arribas, central del Real Oviedo. quique curbelo

En septiembre volví a la grada. Lo hice con mi padre, a la butaca aledaña que le corresponde por su abono. Por allí, con algún que otro caído, seguían por lo general los mismos que hace años ya estaban. El que le gusta sentarse en en el hormigón, el que lo paga todo con el árbitro, uno que siempre grita: "¡Saca a Momo!", la que no para de fumar... Es el ecosistema propio de la grada, de cada sector de un estadio de fútbol.

A veces uno no entiende qué cosas, más allá del escudo -que no es poco- llevan a mantenerse tantos años en el mismo asiento, con tantas miserias, con tantos momentos descorazonadores, con tantas piedras en el camino, con tanto hartazgo. Era el partido contra el Sporting y Pedri resolvió la noche. Puso el gol y al final de la sesión, se revolvió, sorteó rivales, dejó detalles de estrella. Entonces, un espectador que andaba por debajo, alucinó. Tanto que, ya de pie ante el espectáculo, se tropezó y casi acaba por el suelo. Andaba en éxtasis: esperaba lo extraordinaro. Eso es lo que mantiene a la gente viva.

Seguro que aquel hombre se revolvió por dentro otra vez ante el Oviedo. Todo vale la pena por un día así como el de ayer, en el que lo extraordinario vuelve a aparecer. Hoy Pedri González cumple 17 años: aún le queda uno más para poder sacarse el carnet de conducir, para aparecer en el censo electoral. La costumbre de verle con esa solvencia bailar, con esa capacidad para elegir tantas veces bien la mejor opción en un partido de fútbol, hace que se pierda la noción de quién es: un adolescente en un entorno de adultos, de profesionales.

Cada partido que juega, cada balón que coloca, cada serpenteo para esquivar rivales es extraordinario en sí mismo. Por precocidad y por talento. Asistió a Viera en el segundo gol al Real Oviedo con escudra y cartabón: esperó al momento justo y le regaló el gol al '21'. Le otorgó dos pases magistrales más a Viera que se encontraron con Nereo Champagne. Dio igual.

Pero si hay algo más extraordinario que él, es verle hacer justo lo anterior: conjugar con tanta complicidad con Jonathan Viera. Su fecha de caducidad, en este momento, está cerca: la cesión del '21' expira en cuatro partidos y Pedri tiene debajo una camiseta azulgrana. Entonces se volverá a extrañar lo extraordinario.

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