"¡Vamos Cristian, vamos", gritaba Pepe Mel en los últimos minutos del partido de la UD en Extremadura. Alentaba el entrenador a sus hombres después de una segunda parte de resistencia, de pulmón. Todo mientras el Francisco de la Hera se acordaba de la madre del colegiado y cantaba el mítico 'Manos arriba, esto es un atraco'. Había sobrevivido Las Palmas a un gol anulado por el árbitro gracias al VAR, revisado en la pantalla del campo. Se colgaba la UD del larguero, arañaba cada segundo del cronómetro tras cinco minutos de descuento. Sufría como nunca, sin tregua, sin paz, para hacer del gol de Jonathan Viera de penalti un tesoro.

Gol de penalti de Jonathan Viera:

Rizó el rizo la agonía con una falta en la frontal y la expulsión de Mantovani. Solo el pitido final hizo respirar a una UD que se enfundó el mono de trabajo y entendió el partido a la perfección: ponerse por delante, agarrarse al marcador y defender como nunca. Un plan que le sirvió a Las Palmas para enganchar su segunda victoria consecutiva, volver a ganar fuera de casa y ver los puestos de promoción de ascenso a Primera División a solo dos puntos. después del 0-1 del marcador.

En su proyecto de conquistar de Extremadura, Pepe Mel solo planteó un cambio con respecto al partido del Real Oviedo, donde Las Palmas clavó un notable 3-1. Se quedó en el banquillo Srnic y entró por él, que no en su lugar, Alberto de la Bella. El zaguero catalán se fue a su costado izquierdo, mientras que Benito Ramírez, que funcionó como carrilero hace una semana, subió su posición.

Para empezar a derribar mitos sobre las 'cajas de cerillas' cuando se acerca el invierno, en el Francisco de la Hera ni hacía tanto frío -unos diez grados- ni el césped era un cercado de papas. El verde, impecable, a pesar de que se pasara toda la mañana lloviendo en Almendralejo. Sin la excusa del terreno de juego, a la UD solo le quedaba pelotear, centrarse en el balón y en encontrar la manera de dominar al Extremadura UD. Y si no era posible eso, por lo menos en sacar algo potable de un equipo que andaba en la zona roja de la clasificación.

Avisos claros

Y aunque se puso mandón de inicio el Extremadura, con unos primeros segundos interesantes, el primer gancho lanzado fue de la UD de la manera más simple del mundo: un balón en largo desde la pierna derecha de Álvaro Valles. El golpeo del meta sevillano, aparentemente plano, dejó sentada a la zaga extremeña. Benito, al galope, encontró ese balón, algo esquinado, pisó área, colocó el cuerpo para su pierna izquierda y el balón se marchó cerca del poste izquierdo de Casto Espinosa. Una ocasión clarísima, de las imperdonables. Más cuando solo habían pasado tres minutos de partido.

El segundo gancho, también lo marcó la UD. Ruiz de Galarreta estuvo avispado para poner en circulación una falta a mitad de campo. Juanjo Narváez se desmarcó a la izquerda, en su perfil favorito -solo basta con recordad los goles ante Mirandés y Oviedo- y sacó un látigo que empieza a tener denominación de origen. Casto respondió, la UD botó el córner y por poco el cafetero no engancha un balón que botó en el área pequeña. Ya iban tres dardos fallados.

El segundo gancho, también lo marcó la UD. Ruiz de Galarreta estuvo avispado para poner en circulación una falta a mitad de campo. Juanjo Narváez se desmarcó a la izquerda, en su perfil favorito -solo basta con recordad los goles ante Mirandés y Oviedo- y sacó un látigo que empieza a tener denominación de origen. Casto respondió, la UD botó el córner y por poco el cafetero no engancha un balón que botó en el área pequeña. Ya iban tres dardos fallados.

Y es que no le faltaba razón al técnico madrileño. Una recuperación, rápida, una combinación con criterio y el Extremadura casi se pone por delante. Solo una parada de Valles al golpeo con clase de Bastos en el lado izquierdo del área evitó el 1-0. Si esa acción fue providencial, más aún se le puede aplicar esa calificación a la manera en la que Martín Mantovani despejó bajo palos el final de una pelotera formada en el córner provocado por la acción anterior. El Extremadura de Manuel se venía arriba.

Entre una cosa y otra, la UD se enterró. Perdió el balón y perdió el sitio. Se descolocó, maniobró mal en la salida de balón y convirtió en el 'balonazo' la única forma de respirar por momentos. Intentó volver a tomarle el pulso la UD al partido, con Viera más retrasado, buscando en campo propio el cuero. En esas, en una circulación larga de la UD, con el balón dando tumbos de un lado para otro, el equipo amarillo pisó área y de un intento de genialidad de Viera, Benito estuvo pillo. El aldeano le ganó la posición a Jesús Rueda, este metió la pierna y cometió penalti. El '21' cogió el balón, esperó a la eterna rectificación del VAR y engañó a su excompañero Casto para colocar el 0-1 y sumar su octavo gol de la campaña al borde del descanso. Turno de descanso y mejor imposible para la UD.

Con camisetas secas y aire en los pulmones para los jugadores tras el descanso, el partido volvió al ruedo con un color similar al que tenía cuando cerró el primer acto. Hasta que Willy, que acababa de ingresar al campo, le dio la razón a Manuel con una volea violenta que superó a Valles. Un gol que no valió de nada para el Extremadura porque Sagués Oscoz anuló el tanto tras revisar la acción en el VAR, con el Francisco de la Hera rabioso en la grada. Todo al entender que hubo un fuera de juego posicional que tapó la visión de Valles. Paladas de arena para teorías conspiradoras en torno al arbitraje y la UD. Y eso que Las Palmas lo que pedía era una falta previa sobre Eric Curbelo -algo que era, como mínimo, para considerar-.

Aquello espoleó al Extremadura. Valles intervino de nuevo a un cabezazo de Willy y le negó otra vez el gol. Las Palmas se pegó mucho a su portería y los de Almendralejo lo olieron. Empujó el equipo de Manuel y Pepe Mel se vio obligado a sacar a Jonathan Viera del campo, lastrado por sus problemas físicos durante toda la semana. Con el Srnic en el once, la UD solo podía aspirar a tener más piernas, pero gran parte de su talento estaba ya con chaqueta en el banquillo. Un refresco que también cayó por el otro costado con Cristian Cedrés ocupando el sitio de Benito Ramírez.

Saber sufrir

Sin embargo, la UD se reblandecía con el paso de los minutos. El cronómetro iba a su favor, pero el Extremadura era quien tenía el mando del partido. Colgaba balones, entraba por banda, se acercaba con peligro. Los amarillos, cargados de tarjetas, se encomendaban a defender todo lo que podían. La fórmula era simple a priori: deslomarse o romperse. No había muchas más opciones. Pero los minutos pesaban, el agua encharcaba las botas y el balón no terminaba de salir del campo de la UD Las Palmas.

Y aún así el Extremadura seguía llegando, con la calidad de Nono, el ímpetu de Willy y el cerebro de Zarfino. Pero con todo eso, la resistencia amarilla aguantó.

No lo puso fácil un Extremadura orgulloso, que no se descompuso y creyó hasta el final. Aunque si alguien creyó ayer fue la UD Las Palmas, peleón hasta el final del partido, concienciado de lo que le había costado llegar hasta ese punto del partido entero.

Ni siquiera verse en los últimos segundos con un futbolista menos resquebrajó a una UD entera , sufridora, que demostró que también sabe ganar con brocha gorda y rodillo, sin tanto pincel en su lienzo.

Una demostración que invita al equipo amarillo a creer en que puede esar en esa zona que denominó en su día Pepe Mel como la de "poder hacer cosas bonitas". A dos puntos de la promoción, con la mitad de la permanencia en el bolsillo y en la decimoprimera plaza de la clasificación, puede ser un buen punto de partida.