El balón es la Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento. Tinta, piezas de ajedrez y una partitura de acero. La estética por encima del resultado. Un integrista del toque para rescatar a Messi de la melancolía. Del barrio de La Minilla en Las Palmas de Gran Canaria al Camp Nou. Quique Setién, rescatado del paro por la UD Las Palmas el 19 de octubre de 2015, afronta a los 61 años el reto de emular a los Johan Cruyff, Frank Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique. El peaje de ganar una 'Champions' y dinamitar el reinado de Zidane y Jürgen Klopp.

El Barça, 671 millones de euros de presupuesto, encadena cuatro ediciones de la Liga de Campeones sin pisar una final. Desde la corona de Berlín (7 de junio de 2015), reina la oscuridad. Han pasado 1.682 días. El renacentista Setién, apasionado del ajedrez y de la lectura, aterriza en el jardín de Messi con su segundo Eder Sarabia y el preparador Fran Soto. El mismo equipo de la segunda campaña en Gran Canaria que puso a la UD Las Palmas en órbita -líder de Primera tras golear al Granada de Paco Jémez-.

El club isleño fue comparado con el Leicester, con una partitura sublime que evocó al mejor fútbol de antaño en blanco y negro en la UD. Con Roque Mesa, Tana, Vicente Gómez y Jonathan Viera, reforzados con la pegada de Prince Boateng (2016-17) o Willian José (2015-16) en el curso de su presentación, el cántabro se presentó al mundo desde Siete Palmas. El mismo año que el Barça comenzaba a dinamitarse, Setién inició su camino de peregrinación hacia La Masía. Antes tenía que pasar por el purgatorio del Benito Villamarín.

¿Con quién jugará al ajedrez? ¿Se prestará Messi a la batalla táctica-mental de reyes y torres sobre el tablero de las 64 casillas? En el vestuario amarillo se batía en duelo con Raúl Lizoain. Sus 78 partidos en el banquillo de la UD estuvieron impregnados por su honradez. Insistía en la utilidad del Código Deontológico a los periodistas, puso a los canteranos en el verde que luego serían traspasados como Roque Mesa al Swansea (12,5 millones) o Jonthan Viera al Beijing Guoan (18 kilos). Lástima que no se concretarse su continuidad, porque luego llegó el apocalipsis con la 'era Pako Ayestarán'. Se perdió la categoría con 70 millones de presupuesto, cuatro entrenadores y una lista interminable de jugadores (más de 30). La era post-Setién resultó traumática. El ahora preparador del Barça fue abonado de Las Palmas y sigue siendo un fiel admirador de las bondades de Gran Canaria.

Del amarillo al verdiblanco. Luego emigró al Villamarín, plaza de enorme exigencia, donde fue denostado por la grada. 94 duelos con el Real Betis, una clasificación para la UEFA y una dolorosa eliminación en la segunda campaña en la Copa del Rey ante el Valencia. La final fue en el estadio verdiblanco y no hubo perdón de Dios. Masacrado por los pitos y los cántitos, se marchó en penumbra, y ahora llega a la Ciudad Condal como el emisario más puro de Johan Cruyff. Frases enlatadas, que delatan el alma de un poeta del toque. Generador de historias épicas. Siempre con el cuero como único protagonista. Hoy abrazó a Riqui Puig y tiene en mente a Pedri, el infante de Tegueste que deleita de amarillo.

"El Barcelona de Cruyff tenía el balón 85 minutos y corríamos detrás (...) Aquello es lo que yo quería", asegura el exjugador del Racing de Santander, que le metió una 'manita' a Johan el 11 de febrero de 1995. En ese elenco de frases míticas, la de "yo me hubiera cortado el meñique" por jugar a las órdenes del holandés. Ahora Setién es Cruyff.