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La afición blanquiazul no perdona la 'traición' de Pedri

Los 1.200 tinerfeños pitaron al de Tegueste cuando tocaba el balón | El ambiente entre las dos hinchadas fue tranquilo

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Los jugadores del CD Tenerife llegan a Gran Canaria para el derbi

"Pedri, le vamos a cerrar el bar a tu padre", "bájate del caballo", o "¿a dónde vas subido?", fueron algunos de los improperios que se lanzaron desde la grada del Estadio de Gran Canaria donde se habilitó a los 1.200 aficionados del CD Tenerife que se desplazaron ayer hasta Siete Palmas para animar a su equipo... y tomarla con el astro de Tegueste.

En cada balón que controlaba Pedri -que no son pocos- el rún rún entre la hinchada blanquiazul zumbaba con un claro objetivo, dejar claro que al mediapunta amarillo no le perdonan su traición al club que tanto amor le profesan. Porque el club chicharrero se ha encargado de que así se entienda, pues defienden que fue el jugador el que desestimó la opción de incorporarse a su disciplina hasta en dos veces.

A pesar de la crispación trasladada desde los representantes del Frente Blanquiazul hacia el heredero de Jonathan Viera, el talentoso trequartista no se arrugó en cada ocasión que circuló el balón por las medianías de la hinchada chicha, o incluso cuando se acercaba a ejecutar córners en la esquina izquierda de la Grada Curva.

Uno de los encargados en elevar el tono desde las butacas fue Checho. Su voz se erigía como la de un auténtico líder que tiene la responsabilidad de alentar a su horda antes de la batalla. Tanto tinerfeñismo corre por sus venas que en el momento en el que José Antonio López Toca, el árbitro del partido, mostró la cartulina roja a Carlos Ruiz, se dispuso a que sus compañeros de cánticos no decayeran. "Vamos señores, cabeza arriba en todo momento, que estos son un equipo pequeño y todavía podemos", gritaba.

En ese momento en el que el Tenerife se quedaba con diez jugadores sobre el terreno de juego fue cuando los hinchas amarillos se activaron y entonaron el "chicharrero el que no bote", para recibir como respuesta un aluvión de cortes de mangas.

Igual decisión manual que reprodujeron desde la grada tinerfeña cuando Alberto De la Bella llegó tarde a un balón dividido y golpeó con violencia a Luis Pérez. ¿El resultado? Amarilla para el lateral amarillo y el delirio entre los seguidores del Teide. "Árbitro, eres más casero...", profirió un aficionado, mientras acto seguido pasaba a comentarle: "¿Ahora qué? ¡Después están fijo quejándose del VAR!".

El espectáculo sobre el tapete insular se ponía cuesta arriba en inferioridad numérica y a los portadores de las camisetas con nombres tan curiosos como el de Tayron (el grancanario perteneció al Tenerife dos temporadas y media, hasta el pasado curso) les dio por entregarse a la fe del Susismo. El capitán del eterno rival de la UD se llevó todos los halagos, más aun cuando realizó un quiebro con el que superar la marca de De la Bella. Cualquier muestra de superioridad, por efímera que fuese, le valía a los fans blanquiazules para no venirse abajo en el partido más importante del año.

Esa veneración por el 10 del Tete es inquebrantable para las peñas asentadas sobre el plástico del Gran Canaria se hizo aun más latente cuando Suso fue sustituido. Las gargantas se entregaron a la causa y el agitador número 1 de la afición amarilla se marchó del terreno de juego devolviendo el cariño de sus predilectos.

Sin altercados

A pesar de que el partido fuera considerado de Alto Riesgo, por lo que las medidas de seguridad tanto en el recinto deportivo como en sus inmediaciones se reforzaran, no se tuvo que vivir ningún episodio desagradable entre las dos aficiones. La estabilidad en el ambiente imperó, más allá de los insultos u opiniones salidas de tono propias de un derbi.

Atrás quedan las épocas en las que ciertos individuos que dicen representar a las aficiones de ambos equipos se comportaran fuera de lugar y dieran una mala imagen de la fiesta del fútbol canario. Nada de esta crispación pasada se vivió ayer en el Gran Canaria, en el que fue más la intención de pasar una buena tarde viendo el fútbol que de tener presente la rivalidad regional.

En los prolegómenos del partido la hinchada amarilla se volvió a concentrar en la explanada cercana a la Grada Curva para beber algunas bebidas antes de entrar en el Estadio. Al igual que como es costumbre, llenaron los diferentes locales de restauración situados en la calle Fondos de Segura, travesía que vivió su momento cumbre cuando la guagua de la UD la transcurrió para que el equipo de Pepe Mel recibiera el calor de la hinchada amarilla.

Las bengalas desprendieron los colores de la Unión Deportiva, el vehículo fue golpeado en la medida que los agentes policiales lo permitían y los cánticos de apoyo a su equipo se escucharon a rienda suelta. "Vamos Las Palmas, tenemos que ganar", fue uno de los versos que más decibelios alcanzó, y que después de 90 minutos de batalla, el escuadrón de Mel no supo recompensar sobre el césped.

Ni a los sempiternos aficionados de este equipo, ni a los eventuales que decidieron sacar una entrada para alcanzar la cifra de 21.464 tickets dispensados en la taquilla, muchos de ellos comprados a última hora, con lo que todavía se formaron colas para hacerse con un pase.

Algunos de estos llegados desde diferentes puntos de la geografía internacional. Mucho guiri en el estadio, con lo que el tirón del partido no solo se queda entre las Islas. Una vez más la peña inglesa UDLP UK Fan Zone no faltó a su cita en el Gran Canaria e izar la bandera de San Jorge sobre una de las áreas de la Grada Sur.

Al igual que Arn Tore, procedente de Noruega y que pasa unos días de vacaciones en el Sur de la Isla y no dudó en acercarse a Siete Palmas para ver el derbi canario. "Esperaba más ambiente de rivalidad", indicó el nórdico. Una pena, pues se quedó sin rivalidad ni fútbol vistoso.

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