No fue un regreso fácil el de Deivid Rodríguez a la UD Las Palmas. Nada más aterrizar en el verano de 2018 tuvo que pedir perdón a los ofendidos por su marcha al Córdoba justo después de que el club andaluz arrebatara al canario el ascenso a la Primera División en el último segundo, en aquel famoso 22-J de 2014, quizá el día de peor recuerdo de la historia amarilla.

También tuvo que explicar que su regreso cuatro campañas después no se debía en ningún caso a que fuera el yerno del presidente Miguel Ángel Ramírez, y que llegaba en forma después de haber sufrido una operación de cadera meses antes, cuando militaba en el Real Valladolid, con el que acababa de ascender a la máxima categoría.

El inicio de la pretemporada demostró luego que todavía sentía dolores en la zona, lo que le impidió, entre otras cosas, como la preferencia del técnico Manolo Jiménez en Juan Cala y David García para ocupar las posiciones de central, debutar hasta la undécima jornada. A partir encadenó hasta seis partido consecutivos enteros, pero luego desapareció casi por completo.

Los números fueron tajantes: entre diciembre de 2018 y abril de 2019 sólo tuvo tres apariciones, las dos últimas ya con Pepe Mel en el banquillo. Especialmente sangrante fue la ultimísima, ante el Cádiz, contra el que fue sustituido al descanso tras una pobre actuación manifestada sobre todo cuando desvió el balón con las manos tras haberse comido el bote. No volvió a jugar ese curso.

La intención de la UD, con Mel a la cabeza, era la de ceder al futbolista en verano, pero al final se quedó y sólo participó en cinco partidos de Liga y en dos de Copa. Los números reflejan la caída libre de un jugador que jamás encontró su sitio tras su regreso.