En plena crisis de resultados, la UD Las Palmas, más por el devenir de la competición que por sus propios méritos, se ha mantenido en la parte alta de clasificación, como si el destino le hubiera concedido la oportunidad de atravesar un bache tan lastimoso como el que cruza su rival de esta tarde (17.15 horas, Movistar Vamos), el Cádiz, sólo que a este le duele cuesta menos cruzarlos por su condición de líder. Al menos sumó una victoria en seis partidos, porque en ese tiempo el cuadro amarillo ni siquiera logró una. Por eso la cita de hoy puede suponer el verdadero punto de inflexión.

Porque en ese periodo que transcurre entre el 21 de diciembre de 2019 y la semana pasada Las Palmas había logrado mantenerse a un punto de los puestos de promoción de ascenso, pero la derrota frente al Deportivo de La Coruña la jornada anterior le colocó a tres. No ganar al Cádiz en el Gran Canaria, supondrá la confirmación del mensaje que el capitán Aythami Artiles y el entrenador Pepe Mel se encargaron de transmitir en Riazor.

Venían a decir lo siguiente: hay que olvidar la ilusión que generó el equipo cuando Jonathan Viera todavía estaba en la plantilla y volver a la realidad, o, dicho en otras palabras, debían centrarse en lograr los 15 puntos que garantizarían la permanencia. En el caso particular del técnico la afirmación supone una contradicción con respecto a la supuesta ambición que ha inculcado a los suyos desmarcándose de los fines conformistas de la entidad, pero ahora es lo que toca.

Las ganas de ganar de la UD, en cualquier caso, sólo faltaron durante buena parte de su visita al Racing de Santander, colista de LaLiga SmartBank, por lo que las causas del atasco se explican más bien con argumentos futbolísticos, como el pobre bagaje del equipo en ataque, el exceso de pases horizontales sin trascendencia o la permisividad defensiva, sobre todo en La Coruña.

Allí Pepe Mel decidió cambiar el dibujo habitual, el 4-2-3-1, para jugar con tres centrales y dos carrileros con el fin de minimizar la ausencia de extremos. El resultado fue satisfactorio, porque con ese esquema fue como único creó peligro al Dépor, sin embargo, decidió romperlo a la media hora por la pobre actuación de Eric Curbelo, que había cometido varios errores.

Más profundidad

Pero el experimento no había salido mal y por eso prevé repetirlo ante el Cádiz, aunque con un matiz, De la Bella, sancionado, Tana y Fede Varela darán paso a Benito, Fabio y Juanjo Narváez, lo que, de entrada, significa que el técnico quiere menos toques por dentro para hacer más daño con otro delantero. El nuevo sistema, por tanto, sería el 3-5-2. Es con el que probó y el que dispondrá esta tarde en el Gran Canaria.

Los demás son los mismos que jugaron el sábado pasado, por lo que el once quedaría formado por Valles, que viene de realizar su peor partido desde que es titular -noviembre-, en la portería; Curbelo, Aythami y Mauricio Lemos en la defensa; Srnic y Benito en los carriles; Javi Castellano, Fabio y Pedri en el centro del campo; y Narváez y Rubén Castro, que sigue sin marcar desde que volvió hace tres jornadas, en la delantera.

La recuperación del gemelo, del aldeano y de Martín Mantovani, que esperará su turno desde el banquillo, minimizan las siete bajas con la que cuenta Mel, atento siempre a recordar que todo podría haber sido mejor. La última fue la de Ruiz de Galarreta, que guardará reposo por molestias musculares.

Enfrente, el Cádiz de Cervera se presenta con la baja por sanción del examarillo Juan Cala y la de Garrido, un fijo para el técnico, por lesión. El lugar del central lo ocupará Marcos Mauro; el del mediocentro, Edu Ramos.

Es el líder un equipo que explota al máximo las bandas, en las que Salvi y Perea son dos cuchillos, y el poco tiempo que tiene el balón en su poder. La verticalidad, en definitiva, es su sello de identidad, el mismo que le llevó a arrasar a la UD las tres últimas veces que se enfrentaron.

A ello, y a sí misma, se mide Las Palmas esta tarde. De lo que haga dependerá si mira más hacia arriba o hacia abajo.