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La contracrónica

El gol se paga

Juanjo Narvaéz, delantero de la UD Las Palmas, rodeado por cuatro futbolistas del Cádiz, ayer en el Estadio de Gran Canaria. QUIQUE CURBELO

Cuatro goles en siete partidos, uno de ellos en propia puerta, son motivos más que suficientes para pensar que a la UD Las Palmas, que hasta hace no mucho veía portería con suma facilidad, tiene un grave problema con el gol. Se veía venir. Pero si a eso se le suma que por lo menos en cuatro de ellos -Rayo Vallecano, Fuenlabrada, Zaragoza y Cádiz- creó ocasiones más que suficientes como para haber marcado muchos más, la cuestión adquiere tintes dramáticos.

Fue lo que le pasó ayer al cuadro amarillo en su enfrentamiento contra el líder, al que dominó durante casi todo el partido, algo que, por otra parte, estaba previsto, pero al que también metió en su área a base de juego, empuje y oportunidades de gol, lo que descuadró por completo al técnico visitante, Álvaro Cervera, que no cortó en reconocer que su equipo había tenido "más suerte que otra cosa".

Porque Las Palmas, sobre todo en la segunda parte, lo intentó de todas las maneras, pero se topó la mayor parte de las veces con Cifuentes. Al final Rubén Castro pudo enviar a la red un balón que venía de un centro magnífico de Fede Varela gracias a un remate de cabeza espectacular, con escorzo incluido, en la única ocasión en la que estuvo solo. Sin embargo, la UD había desperdiciado ya demasiadas balas.

Suelen decir los entrenadores que lo importante en el fútbol es hacer todo lo posible para crear las ocasiones, que el juego radica en eso, en encontrar el método perfecto para generarlas y que luego el gol vendrá por sí solo, tarde o temprano. Pero cuando ese tiempo se extiende demasiado, lo único a lo que cabe aferrarse para explicar la ceguera de cara a la portería contraria es, por un lado, a la mala suerte, y por otro, a los recursos humanos.

Y es ahí, en la delantera, donde la UD Las Palmas tiene un problema. Pese a su cuarto gol en la temporada, Rubén estuvo desaparecido durante todo el choque. No presionó a los rivales, no creó espacios ni realizó un sólo disparo a puerta hasta su cabezazo en el minuto 84. La que tuvo, la marcó, pero una semana antes había fallado dos claras en La Coruña y dos atrás había pasado desapercibido por el derbi.

Es, en cualquier caso, el único delantero centro puro de la plantilla tras las salidas de Sergio Araujo y Tomás Pekhart -firmará su contrato con el Legia de Varsovia mañana-, quienes, por otra parte, tampoco arreglaban el problema. Queda sólo Juanjo Narváez, el futbolista más talentoso del plantel -con permiso del chaval-, como la luz en la oscuridad. Beneficiado por la sociedad Viera-Pedri marcó cuatro tantos antes de Navidad cuando jugaba como nueve, donde demostró ser eficaz pese a que no es su posición natural.

Más allá del debate sobre la conveniencia de que la referencia del equipo sea el isletero o el colombiano, que lo hay, lo que salta a la vista es que la UD Las Palmas es peor arriba de lo que era antes, aunque sólo sea porque tiene menos efectivos.

Si bien el club quiso hacer los deberes antes de tiempo y por eso aprovechó las ofertas a Araujo y Pekhart para soltar lastre económico desde ya para los problemas en verano sean menores, también debió calcular que el equipo necesitaba reforzar la delantera. Ahora la dirección deportiva busca a la desesperada el fichaje de un jugador en paro, pero Mel no lo quiere por cuestiones de tiempo y adaptación. Ahora la UD paga su falta de acierto con puntos que no suma. Porque el gol, se paga.

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