Por un momento la UD pensó que, por fin, iba a ganar en Santo Domingo y, casi más importante que ese dato, cortar una racha de ocho partidos sin saborear una victoria. Sin embargo, se quedó en un instante efímero: lo que tardó la asistente en levantar el banderín para señalar fuera de juego de Rubén Castro en un córner cuando se bordeaba el final del partido.

Las Palmas, como mal menor, sacó un empate del maldito Santo Domingo de Alcorcón (1-1). Esa es la lectura positiva de un día donde el cabreo con Areces Franco, colegiado del partido, y el VAR, inundó a la UD, que, desde el punto de vista negativo, acumuló una jornada más sin vencer. Y ya van nueve.

Contra el Alcorcón, la UD tuvo partes notables donde tocó el sobresaliente. Como la que montó en el gol que comandó Pedri con la colaboración de Rubén. Aridai y la autoría final de Fede Varela. Pero como esta UD es tendente a los bandazos, patinó atrás y dejó huecos que condenan. Como el que se encontró Mula en el carril de Eric Curbelo para asistir a Arribas en el empate, en una jugada sencilla. Demasiado fácil para un equipo que quiere aspirar a ser dominante en una categoría donde los errores se pagan y donde enmendarlos cuesta una vida. Algo que ya no pudo hacer la UD Las Palmas de Mel.

Y en la atmósfera: dos reclamaciones de penalti al término del primer acto por manos en el área. Las manos y el área, una pareja que daría para escribir tesis en el nuevo fútbol de hoy, el de las cámaras, las interpretaciones y unas reglas entre ambos elementos que no aclaran a nadie. Ni siquiera a los propios jugadores. Todo regado con problemas de comunicación con el VAR, que tuvo que utilizar al cuarto árbitro como enganche con el colegiado principal del choque durante unos momentos.

Eso fue al final de una primera mitad que capitalizó gran parte de la chicha de un encuentro que caminó con pies pesados en la segunda mitad, donde el miedo a perder se olía. En las gradas de Santo Domingo, con sol y temperatura primaveral -cualquiera diría que es febrero en Madrid-, el runrún era generalizado: se olían otro día de sonrojo en casa, donde ya han visto perder a su equipo hasta siete veces esta temporada. La UD lo tuvo, con ese gol de Fede Varela que era agua en el desierto.

Para el asalto a Santo Domingo, Mel resolvió su principal preocupación con la opción más natural, con la que menos cambios propiciaba en el resto de las líneas: Benito al lateral por el lesionado Alberto de la Bella. Por delante, Ruiz de Galarreta agarró, de entrada, su hueco en la medular y la línea de tres encontró un nuevo amigo: Aridai Cabrera por la banda derecha.

En un lugar donde la UD está abonado al drama, con sacudidas históricas y donde nunca ha ganado, los fantasmas del pasado atemorizaron a los amarillos -de rojo emergencia ayer-. Porque desde que terminó de sonar el himno del Alcorcón y el balón se puso en juego, solo parecía jugar un equipo, el local. El meneo al que se veía sometida la UD en los primeros minutos fue total. Si la UD esperaba que el Alcorcón le dejara el balón y que fuera ella quien propusiera con el esférico, andaba equivocada.

Salió el Alcorcón con todo. Richard Boateng dominaba el centro del campo, Mula cabalgaba por la banda, Laure pisaba el campo contrario, Dani Romera tocaba el área y Stoichkov, que nada tiene que ver con el mito búlgaro ni con Bulgaria, estaba cómodo recibiendo balones continuamente solo. La cosa pintaba mal para la UD, incapaz de hilvanar un par de jugadas contra un Alcorcón que mordía adelante.

Y ahí, cuando Las Palmas andaba más perdida, el niño que remendó la temporada desde el inicio -su venta al FC Barcelona fue clave para que este equipo pueda competir-, le sacó una sonrisa a la UD en Alcorcón. Él dirigió con un baile entre rivales. Cambió el ritmo, desde el centro, donde mejor rinde, y encontró una pared con Rubén Castro. En la devolución, abrió al costado derecho donde Aridai le dio la razón a Mel. Porque el ex del Mallorca amagó y colocó un centro preciso, al segundo palo, donde Fede Varela, con un movimiento genial para devorarle la espalda al defensa, solo tuvo que poner el pie para desahogar a la UD con el 1-0. Era el minuto 11 de partido.

Cambio de roles

El gol le sentó de lujo a la UD. Se sacudió al Alcorcón y tomó el control del partido. Varela y Pedri daban pánico cuando rondaban el área alfarera. Con el balón, la UD tenía fútbol. Se resguardaba bien el equipo de Pepe Mel.

Sin embargo, el asunto se empezó a torcer poco después con la enésima lesión de Ruiz de Galarreta. El centrocampista eibarrés se marchó lesionado cuando se cruzaba el ecuador de la primera mitad y ahí el partido giró su guión. Fabio González entró en el campo por el vasco y la UD se difuminó. Cuando no está el futbolista cedido por el Mallorca se nota. Igual por eso, Manolo Jiménez, Paco Herrera y Pepe Mel, los tres entrenadores que ha tenido en Las Palmas, siempre se han rendido a él.

El Alcorcón ganó cuerpo y la UD perdió entereza. La muestra de ello más clara llegó cuando Santo Domingo cantó gol. Y eso que no fue, pero lo pareció. El gaditano Stoichkov a pase de tacón de Boateng se plantó delante de Álvaro Valles, vendido, entregado a un milagro que llegó en forma de poste. Toque por dentro de la base y paseo por la línea de gol. Un soplo le faltó.

El sofoco que vivió la UD cambió al Alcorcón y se transformó en cabreo grancanario. Areces Franco no consideró que fuera penalti una mano en el área alfarera que cortó un buen balón de Varela en busca de Rubén. El partido se paró, se revisó en el VAR y Díaz de Mera, consideró que esa acción ni siquiera debía ser vista por el colegiado en la pantalla. Otro día de desconcierto con la aplicación y con las resoluciones de las manos en el área. Más aún por los fallos de comunicación entre el árbitro y la sede del VAR en Las Rozas.

Fácil, muy fácil

En esas el partido se empezó a torcer más para Las Palmas. Desperdició algún buen acercamiento con suma facilidad el Alcorcón empató. Fue fácil. Un balón a la espalda de Curbelo, un buen pase de la frontal a Mula tras poner el balón en la frontal a Arribas y empate.

Lo intentó de nuevo la UD, con Varela y Pedri canalizando el juego, superiores a la media del día. Camino del descanso, otra mano en el área, esta vez de Boateng y tras un rechace de cabeza de un compañero. El árbitro la vio, paró el partido y se llevó la mano al pinganillo en una acción que no entendió nadie. El decreto final: a vesturarios, se acabó la primera mitad.

El partido se puso ramplón tras el descanso, pesado, más duro. Las imprecisiones empezaron a salpicar un partido que tenía pinta que se rompería con un detalle, con un momento. Sin ocasiones claras, espeso. Pero peor a ojos de Las Palmas cuando Fede Varela tuvo que abandonar el campo. El mediapunta argentino fue de lo mejor sobre el césped de Santo Domingo. No solo por el gol sino por la incidencia que tuvo cada vez que el balón pasó por sus botas.

Algo que la UD echó de menos desde su salida, con un hueco que Tana se esmeró en tapar tras volver a jugar después de su episodio de "indisposición" para entrenar hace un par de semanas. El de San Cristóbal entró enchufado, con ánimo de intentar dejar su sello para firmar un final de partido digno.

Una cualidad de la que también puede presumir la UD Las Palmas, acostumbrada a salir escaldada de Alcorcón. Dos empates en dos partidos fuera antes de recibir al Málaga en casa. Dos puntos menos para el objetivo de los 50. Es lo que hay.