Nuevo ataque de furia. La ira del novelista. Segundo tirón de orejas en 72 horas a un plantel que transita por una avenida de arenas movedizas. El sonrojante (4-0) encajado por la UD Las Palmas en El Molinón-Enrique Castro Quini sigue ardiendo en el corazón amarillo. Ayer, antes de la celebración de la primera sesión de trabajo de la semana en Barranco Seco, José Mel Pérez volvió a reprender a sus pupilos la falta de espíritu.

El primer tirón de orejas llegó en la intimidad de la caseta del estadio mundialista de Gijón minutos después del varapalo. Ojos llorosos, mirada perdida, golpes en una silla...El hundimiento resultó histórico, ya que 38 años después, la UD sucumbía por cuatro tantos -la anterior ocasión fue en Primera-. "Fue la bronca del siglo (...) Hacía mucho tiempo que no se vivía algo así en el vestuario de Las Palmas", confirmó una de los pesos pesados de la entidad isleña. Mel lo confirmó en la sala de prensa: "Me desahogué (...) En veinte años de entrenador, jamás vi algo parecido. No comprendo el 1-0...Los jugadores son los que tienen que demostrar su confianza en el cuerpo técnico".

Esperpento, bronca, viaje y segunda entrega del rapapolvo. Mel vuelve a insistir ante el plantel, la necesidad de competir con un grado superior de intensidad.Sin discutir el talento del plantel, exige no deambular por el verde. "¡Hay que ser más hijo puta en el campo!", se le podía escuchar ayer el máximo responsable técnico de la UD. Barranco Seco fue el otro muro de las lamentaciones.

El novelista, que suma once jornadas sin ganar y tiene el descenso a tres puntos, personalizó en la labor de Fabio González -que fue retirado en el 55' para dar entrada a Fede Varela-, así como en la labor de Javi Castellano -el pivote defensivo jugó los 90'-.

Bajo la lluvia de los focos

De cara al partido del domingo ante el millonario Girona (17.15 horas, Movistar LaLiga 1), que se celebrará a puerta cerrada por el coronavirus -a pesar de que la UD ha solicitado ante LaLiga y el Consejo Superior de Deportes (CSD) la suspensión del encuentro-, el conjunto isleño no se puede permitir más despistes. Se percibe un grupo humano afectado de forma notable con la gran depresión.

En esta serie maldita de once jornadas de LaLiga -33 puntos-, la UD solo ha sido capaz de sumar siete unidades. Los siete empates sostienen a un proyecto, que más allá de la ansiedad, ha aireado su confianza ciega en la figura de Mel. Sin embargo, ya el propio estratega comienza a dudar de ser merecedor de esa condición de encadenar su tercer curso en el banquillo isleño."No estoy renovado", aseveró en la rueda de prensa con aires de funeral.

La descomposición de la UD fue de libro. Recibió dos dianas en 180 segundos diabólicos. La retaguardia, una demarcación experta (Aythami, 33 años; De la Bella, 34), saltó por los aires de la forma más ingenua. El papel de Eric Curbelo -lateral diestro de emergencia ante la inminente vuelta de Álvaro Lemos- forzó a su sustitución en el 54' por Srnic. Retirar a Fabio y al satauteño con el 2-0 es categórico: fueron los señalados por la debacle. Pero la UD no mejoró. Es más, empeoró y fue devorada por la angustia desde la retirada de Benito Ramírez (63'). Mel apostó por Cristian López y llegó la barbarie. Nadie estuvo a la altura. En ese grupeto, cabe incluir a Mel como reconoció ante los medios.

Autopista hacia el infierno

Tras la destitución de Baldomero Hermoso Herrera 'Mere' en el banquillo del Fuenlabrada -que encadena doce partidos sin ganar-, Mel ya cuenta con el deshonor de lucir el peor dato negativo de los 22 banquillos. Son once batallas consecutivas sin saborear una alegría. Y eso pesa. El 15 de diciembre en el Martínez Valero se gestó la última alegría. Eran otros tiempos.

Desde la máxima responsabilidad, y tras el 'no estoy renovado' del novelista, en la entidad reiteran que no hay dudas sobre el trabajo de Mel. Con la contratación de Luis Helguera, como nuevo director deportivo, la UD se encomienda a la partitura del novelista y aborta, por ahora, cualquier movimiento. Pero van 81 días sin ganar. El vestuario queda señalado. Concesiones de otra categoría, que merecen la suplencia. Cambiar la dinámica es la obsesión. En el horizonte, y sin público, Girona y Almería. Dos ogros despiadados.

Jémez encadenó 16 jornadas sin ganar en la clausura de la 2017-18 en Primera con un descenso indigno.El calendario no puede convertirse en una autopista hacia el infierno. Está en juego el 'plan económico de salvación' confeccionado desde una gestión milagrosa. El descenso es un apocalipsis.