Adiós a uno de los pilares del ascenso del 96. Pepe de la Rosa, exsecretario técnico de la UD Las Palmas, falleció ayer a los 69 años de edad en la capital grancanaria después de batallar contra un cáncer. Con él se va uno de los autores desde los despachos de la salida del pozo del equipo amarillo en su primer descenso a la Segunda B, después de toparse tres años seguidos con la promoción antes de regresar a la categoría de plata con Pacuco Rosales en el banquillo.

Pero el sello de Pepe de la Rosa no solo quedó en ese ascenso de 1996 de la UD Las Palmas tras la eliminatoria contra el Elche y su mítica celebración en Las Canteras en una noche de San Juan. En su recorrido como directivo también dejó otro ascenso a Segunda División con el Vecindario y otro muy recordado a Segunda B con la UD Villa de Santa Brígida.

El amor de José de la Rosa Naranjo (1950) con el fútbol se forjó pronto. En uno de los equipos con más lustre en la historia del balompié en Gran Canaria, el desaparecido Artesano, se labró un nombre en el fútbol base y regional canario. Dentro de la UD Las Palmas, antes de acceder a su secretaría técnica, pulió talento durante 18 años en la cantera.

Lo imposible

Sin embargo, su gran encargo llegó durante 1995. La UD Las Palmas se había estampado una y otra vez con un muro que era imposible de superar: la liguilla de ascenso a Segunda. Un auténtico drama. No obstante, asumió ese papel con Adrián Déniz como presidente para confeccionar una plantilla que voló en la liga regular y que firmó una fase de ascenso estelar culminada de manera sobresaliente en el Martínez Valero de Elche.

Con el ascenso y el cambio de manos de la UD a Gerencia Deportiva, el papel de Pepe de la Rosa se difuminó. A pesar de ello el futuro le volvió a poner en las oficinas de la UD Las Palmas de nuevo. Fue en una de las épocas más duras de la entidad, la temporada 2003-2004, que acabó en descenso a la Segunda B, en un proyecto lastrado por el enorme agujero económico que tenía la UD, labrado durante años, y que desembocó en concurso de acreedores. De la Rosa dimitió de su cargo tras la destitución de Juan Manuel Rodríguez como entrenador, su gran apuesta, y la pérdida del pulso con gran parte del consejo en decisiones puramente deportivas.

El destino le guardó otros dos grandes momentos como directivo. De forma inesperada, logró un hito enorme: el ascenso de la UD Vecindario a Segunda División, de nuevo con Pacuco Rosales en el banquillo en el curso 2005-2006. Todo tras dejar en la cuneta a Cartagena y Levante B. Una muestra más de su olfato y buen hacer desde las oficinas.

Y un año más tarde, en 2007 consiguió su último gran logro, con Juan Manuel Rodríguez en el banquillo. Lo hizo en el Villa de Santa Brígida, que dio el salto a la categoría de bronce del fútbol español: la Segunda B. Al filial satauteño lo puso en Tercera.

Uno de sus fichajes para aquella temporada en Santa Brígida fue Ángel Rodríguez Nebreda, que ya conocía de sobra a Pepe de la Rosa. "Me dio la posibilidad de volver a Canarias y seguir jugando al fútbol, poder seguir ligado al balón", reconoce el excentrocampista desde su confinamiento en Soria. Hablé con él, hablé con Juan Manuel Rodríguez y todo fue muy fácil", explica. Una etapa donde el directivo ya vio que el futuro de Ángel Rodríguez estaba en el banquillo. "Recuerdo que me dijo que si él seguía como director deportivo me iba a proponer como entrenador, que me veía maneras. Fue el primero que apostó por mí en ese ámbito", reconoce.

Y es que De la Rosa conocía bien a Ángel Rodríguez. "Pepe fue una figura superimportante para que yo recalara en la UD Las Palmas y para que continuara después del ascenso a Segunda porque incluso me quiso renovar a mitad de la temporada", explica. "Yo había estado en el Mensajero y sé que Pacuco Rosales también estaba por ahí, que le gustaba. Al final se dio la posibilidad y pude acabar en la UD", apunta el exjugador y exentrenador amarillo, que destaca de De la Rosa "su calma". "Eso nos venía bien a gente impulsiva como yo", afirma entre risas.

Una temporada donde Pacuco Rosales fue el gestor de una plantilla que voló hacia la Segunda División. "Era un tío de fútbol, de fútbol total. Nos conocíamos del Artesano, de los filiales de la UD... Era un enamorado del fúbol. Hace poco envió a un grupo de Whatsapp que tenemos antiguos integrantes del Artesano de una foto de un equipo alevín donde ya estaba Rubén Castro", apunta. "Y nos dijo que faltaba Ángel López porque había tenido malas notas y estaba castigado", sentencia.

El viaje a Cádiz y Málaga

En aquella temporada, José Luis Cárdenes echaba el candado a las cuentas. "Él era el directivo encargado de dar el visto bueno económico a los fichajes", aclara. "Era increíblemente trabajador, desvivido. Fue clave para que se hiciera el año que se hizo y se pudiera subir", continúa Rosales, que destaca en estos últimos años "las ganas por vivir" que respiraba.

Para ilustrar cómo se desvivía por su trabajo como secretario técnico, Pacuco tira de anécdota. "Jugábamos contra el Gáldar de Germán Dévora un domingo y pedimos que nos adelantaran el partido al viernes por la noche. Alegamos que había un evento el domingo en el Estadio Insular, pero aquello era mentira. Lo hicimos para ir el sábado a la Península y ver un partido entre el Cádiz y el Betis Deportivo. El domingo fuimos para Málaga y vimos al Elche allí. La casualidad fue que acabó siendo un partido cuyo informe nos valió para la eliminatoria del ascenso", sentencia. Vecindario los volvió a unir para escribir otra página histórica en el fútbol canario. "Nadie lo esperaba, fue un regalo, aunque después acabó como acabó", recalca Rosales.

La "calma y sosiego" que transmitía Pepe de la Rosa fue esencial para el presidente de aquella UD Las Palmas. "Si tengo una foto de él en mi cabeza es ese hombre grande, fuertote, entrando por la puerta de mi casa para traerme unos papeles y que los firmase". La imagen la firma Adrián Déniz, expresidente de la entidad de Pío XII. "Siempre me dio sensación de seguridad. Como persona era excelente, y no lo digo porque haya fallecido, es que es así. Dialogante, sereno, gestor. Creo que igual era algo que también le venía por su trabajo en la notaría de la calle Buenos Aires", argumenta Déniz.

Y para valorar su importancia aquella temporada, Déniz hace una afirmación tajante. "Si hubiera tenido que prescindir de alguien del equipo de trabajo, de la directiva, él hubiera sido el último", apunta. "Era la mesura, la prudencia, con serenidad y racionalidad", concreta. Algo que no siempre es fácil de encontrar en el fútbol.

En el cuerpo técnico de aquella UD Las Palmas también estaba el actual entrenador del filial amarillo, Juan Manuel Rodríguez, afectado por la pérdida de "un amigo". "Él me trajo a la UD desde el Vecindario donde coincidimos. Siempre tuve mi agradecimiento por esa oportunidad que me brindó. Era el saber estar, la tranquilidad, algo que da confianza a las personas. Siempre me vino a buscar para sus objetivos y las circunstancias no siempre eran fáciles. Es una parte importante en mí", señala el técnico.

De la Rosa siempre mostró su "fidelidad" y "lealtad" a Juan Manuel Rodríguez, tanto en la UD Las Palmas como en Santa Brígida y Vecindario. "Siempre lo sentí así. Fue muy cercao conmigo. Contribuyó muchísimo en mi aprendizaje en el fútbol e incluso en mi educación personal, diría", expone. "Le doy mis condolencias a su familia y que Dios lo tenga a su lado. Siento un malestar profundo por cómo se ha dado esta circunstancia", añade.

Junto a De la Rosa, Juan Manuel Rodríguez tiene algunos de sus momentos más lúcidos como entrenador. Mano derecha de Pacuco Rosales en el ascenso del 96, recuerda aquella celebración como "uno de los días más grandes" que ha vivido. "Todo el que estuvo metido en aquel ascenso tuvo culpa de ello. Fue tremendo. Estábamos estancados y conseguimos salir", puntualiza.